Javier Porcel Peche, con sus tres trofeos y su torso tatuado con su madre, su abuela, su padre y su hija PEPE MARÍN
El éxito a flor de piel

Javi Peche, tatuajes del Zaidín que triunfan en Estados Unidos

El granadino, autodidacta, ha ganado tres premios en las conveciones de tatuaje de Cleveland, Kansas y Cincinnati, donde se reúnen los mejores artistas del mundo

Miércoles, 16 de julio 2025, 00:01

«Mamá, me voy a Estados Unidos». Javi siempre le cuenta las cosas importantes a su madre, una costumbre que mantiene desde pequeñito. «Estoy muy ... emocionado, mamá». El nombre de su madre, Pepi, está grabado en la lápida del cementerio de Granada. «Quiero ganar un premio... a ver si me echas una mano desde ahí arriba». Pepi murió con 27 años, cuando Javi apenas contaba treinta días de vida. Una semana más tarde de aquella charla, en la entrega de galardones de la Convención de Tatuadores de Cleveland, una de las doce citas más importantes del mundo, Javi no ganó ningún premio. No, al menos, hasta el último minuto: fue elegido como uno de los cinco mejores del show.

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«Mi madre se esperó al final, pero lo hizo... ¡Empecé a dar botes de alegría!». Javier Porcel Peche, 43 años, sonríe orgulloso mientras agarra entre sus brazos tres trofeos. «Gané en Cleveland. Luego, en Kansas hice un segundo puesto. Y en Cincinnati me llevé el mejor del día con un alienígena de una serie de Netflix... ¡Aluciné!». En este tipo de competiciones, cientos de artistas tatúan en vivo y en directo lo que surja, es decir, lo que les pida la gente. Javi Peche, como firma el granadino, viajó como colaborador del equipo de Holy Trinity USA, uno de los estudios más relevantes del sector por el que han pasado –y pasan– los mejores tatuadores internacionales. «Y allí estoy yo, es increíble. Pero no me conformo. Voy a por el cinturón».

Algunos de los tatuajes de Javi Peche. R. I.

El cinturón es, digamos, el premio gordo. Algo parecido a lo que levantan en el ring los boxeadores al ganar el último combate. Para eso hay que ser constante y competir en todas las citas del circuito, que es exactamente lo que va a hacer el granadino tras el triplete: Asheville, Raleigh, Nueva Orleans y Tampa este año y, en 2026, Chicago y Nueva York. «La gira completa por América –ríe Peche–. Ahí lo llevas, ¡del Zaidín a USA!».

Octavio tiene el brazo extendido sobre la camilla, en el estudio de Peche. La aguja y la tinta están obrando el milagro y una Virgen con aires de Alonso Cano ya asoma por la piel. Aunque Peche viaja a menudo a Manchester, a trabajar en la central europea de Holy Trinity, sigue tatuando en citas privadas. «Normalmente, a mí me contratan para piezas realistas. Los retratos son mi especialidad. ¿El precio? Entre 350 y 500 euros una pieza, más o menos». El granadino, patrocinado por Aloe Tattoo, «la mejor distribuidora de productos de tatuaje de España», ahora se codea con artistas de Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Rusia... Y eso que él es un completo autodidacta. «Deja que te cuente un poco mi vida...».

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Peche, durante el tatuaje a Octavio, en su estudio privado. PEPE MARÍN

Cómics y grafitis

De adolescente, Javi Peche era Buba, uno de los grafiteros que acompañaba a El Niño de las Pinturas. «Siempre me gustó dibujar, desde chiquitillo, como a mi primo Francis». Su primo es Francis Porcel, dibujante de cómics y autor de obras tan celebradas como 'Les Folies Bergère', 'Caballero Brayard', 'Bufón' o la reciente 'Air'. «Francis es mi primo. Mi hermano. Mi referente. Tiene un talento enorme. Y es el que siempre me ha apoyado, el que me motivó, el que me hizo creer que podía». Porque al principio, ni él mismo lo creía.

«Francis Porcel es mi primo. Mi hermano. Mi referente, el que me hizo creer que podía»

Tras el instituto, Peche curró en la obra unos años y, después, se sacó el título de Auxiliar de Enfermería. «Encontré trabajo y tuve una hija, Carmen, el motor de mi vida. Pero yo me veía ganando 800 euros al mes y tenía la sensación de no estar aprovechando... Ahí fue cuando me dije: ¿Qué estoy haciendo con mi vida?». Eso fue en 2016. Es decir, hace menos de 10 años. Peche dejó su trabajo y decidió volcarse con el tatuaje, algo que le llamaba la atención y en donde podría volcar sus inquietudes artísticas. Acertó.

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«Hace diez años, nadie te enseñaba nada ni había vídeos en redes sociales sobre cómo tatuar. Aprendí solo... Pero tuve ayuda». Peche habla de su padre, Rafael Porcel, una eminencia en cetrería en Granada –los pájaros del Parque de las Ciencias son suyos–. «Entendió que quería algo más de la vida, que quería reinventarme. Me dio el dinero para comprar el mejor equipo del mercado y me puse a trabajar. Sí... mi padre también es mi motivación».

Detalle de una gota de tinta, durante el proceso. P. M.

Peche empezó a tatuar en casa, a amigos y familiares. Después saltó al estudio de Pepe Chambó en Almanjáyar, «al que le debo lo más grande». Luego abrió estudios en el centro de la ciudad hasta que un día, de pronto, le ofrecieron unirse a Holy Trinity, en Manchester. «Allí, Darren y Jordan me lo han dado todo. ¡Y eso sin yo saber inglés! En el estudio trabajo con los mejores del mundo... Y ahora tengo casa por todas partes». Porque Peche, además de tatuador, sabe ganarse el cariño de la gente. De ahí que a los pocos meses de llegar a Inglaterra, sus jefes le ofrecieran colaborar en el equipo que viajaría a Estados Unidos. Entonces se fue a ver a su madre.

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Peche deja el brazo de Octavio un momento y se restriega los ojos con el dorso de la mano. «Mi madre, mi hija, mi padre y mi abuela Carmen, que fue quien me crió», enumera como quien reza el Rosario. «Los llevo siempre conmigo», dice. «Mira». Javi se quita la camiseta y, entre el corazón y los pulmones, aparecen Pepi, Carmen hija, Carmen abuela, y Rafael. «Todo lo que llevo son homenajes. Siempre viajan conmigo».

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