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Luis Miguel Sánchez Tostado. JESÚS GARCÍA CASTELO
«'La Transición oculta' es un libro duro pero necesario en un país donde se nos ha mentido tanto»
ENTREVISTA

«'La Transición oculta' es un libro duro pero necesario en un país donde se nos ha mentido tanto»

El historiador jienense afirma que la transición del franquismo a la democracia no fue «ni modélica ni pacífica»

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Domingo, 4 de abril 2021

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Luis Miguel Sánchez Tostado ha dedicado tres años de su vida a investigar, recopilar y ordenar la intrahistoria de la Transición española. 583 páginas con 700 notas bibliográficas. 79 capítulos que «desgranan el frenético tránsito hacia una democracia a medida del franquismo». Entre ellos destaca el que lleva por título 'Las listas de sangre: juego sucio del PSOE en campaña electoral', donde se aportan datos inéditos sobre la actuación de los socialistas en los meses previos a su triunfo en octubre de 1982. El autor reconoce el papel de determinada prensa durante la Transición que, con sus valientes informaciones, sirvieron material suficiente a los historiadores para seguir investigando.

-Después de leer su libro tengo la sensación de haber vivido en una gran mentira.

-La historia de España es un catálogo de mentiras. En mis 30 años de investigación he tenido la oportunidad de arrojar luz sobre muchos episodios de nuestra historia que suelen escribir los vencedores, en caso de un conflicto, y con la Transición ha pasado igual. La han escrito quienes la hicieron y se han echado flores a sí mismos. Hay una fundación que se llama Transición Española cuyos miembros son los que la protagonizaron y tienen unas biografías maquilladas. Han quitado todas las sombras. Durante 40 años nos han vendido un discurso único y oficial: una transición modélica y pacífica que nos trajo la democracia y un Rey, que nos salvó de los malos, que eran los golpistas. Es un libro muy duro pero necesario en un país donde se nos ha mentido tanto.

-A la vista de lo que cuenta se guardaron bastantes 'detalles'.

-En todo este tiempo nadie nos ha dicho que en esa Transición hubo casi 1.000 muertos por motivos políticos; 3.000 acciones violentas; seis intentonas golpistas y no una; 200 librerías incendiadas o destrozadas por vender libros de autores progresistas; miles de encarcelados y cientos de torturados en los sótanos de la Dirección General de Seguridad o en los cuarteles y las comisarías. No nos han hablado de la intrahistoria de esa Transición que se va germinando con la extorsión a una oposición democrática bajo el miedo del golpismo. Se trazan unas líneas rojas innegociables que la oposición democrática no tiene más remedio que aceptar. Se hace por fases y todo para darle continuismo al franquismo con un barniz democrático. Se garantizaron perpetuar el poder controlando la judicatura, el Ejército, la Policía, los Servicios Secretos y la alta burocracia. Los torturadores del franquismo fueron ascendidos y condecorados. No hubo una depuración del franquismo como dictadura, como sí ocurrió en la Italia fascista o en la Alemania nazi. De hecho, se permitieron los símbolos franquistas, la bandera y el callejero, que se modificó mucho después.

-Si el ciudadano hubiese tenido toda la información tal vez se hubiera podido cambiar el transcurso de los acontecimientos.

-Yo era un adolescente cuando ocurrió la Transición y me creía lo que salía en los telediarios, incluso lo que decía Victoria Prego. Hemos ido conociendo los hechos con cuentagotas. Todavía hay documentos reservados del 23F que no nos enseñan. Además han hecho desaparecer pruebas, como todas las horas de grabación del asalto al Congreso en las que se implicaba al Rey. El ministro del Interior Juan José Rosón, que las escuchó, dijo que eran pura dinamita y que lo mejor para la estabilidad de la democracia era que no se conocieran. Todos los atestados se falsificaron, se censuró a la prensa y se secuestraron publicaciones, como ocurrió con la revista Interviú en ocho ocasiones.

-Pero hay una rica biblioografía sobre esta época que usted cita.

-Los autores que se han atrevido a escribir contra el discurso único se han visto querellados. Es el caso de Alfredo Grimaldo, Jesús Palacios o Mariano Sánchez Soler. No me extrañaría que se querellaran contra mí. Suárez y Martín Villa, como ministro del Interior, ordenaron en los años 1976 y 77 la destrucción masiva de documentos por temor a que entrara la izquierda. La Transición tuvo sus luces y sus sombras, pero es que solo nos han contado las luces. Mi libro intenta arrojar luz sobre tanta oscuridad.

-¿A qué se debe tanta resistencia a descalificar documentos del 23F, a quiénes se está protegiendo?

-La Ley de Secretos Oficiales es una ley franquista y sigue ahí porque les interesa. Aunque se ponga en manos de los historiadores el material que todavía no se conoce sobre el 23F me temo que lo más importante ya se ha destruido. Cuando Aznar ganó las elecciones y repuso en la Jefatura de los Servicios Secretos a los que habían planeado el golpe, estoy hablando de Calderón (Javier) y Cortina (José Luis), se encargaron de echar a los agentes secretos demócratas, a la jefa del archivo; cogieron la documentación del 23F y la destruyeron.

DETALLES

  • TRAYECTORIA: Luis Miguel Sánchez Tostado (Jaén, 1962) es historiador y criminólogo por la Universidad Complutense de Madrid. Tiene escritas 35 obras y ha obtenido 20 premios. Su especialidad es el ensayo histórico sobre temáticas como criminología, penitenciarismo, guerra civil española, dictadura franquista, maquis, exilio republicano y masonería. Entre los títulos más conocidos encontramos: 'La guerra no acabó en el 39', 'Cencerro, un guerrillero legendario' o 'El enigma del Cronovisor'. En género de ficción destacan sus novelas: 'Más allá de la mirada' o 'Juvencia', premio Editorial Círculo Rojo 2018, a la mejor novela histórica. En septiembre tiene previsto publicar su próximo trabajo.

-El papel de Juan Carlos I es crucial, pero no por lo que creemos.

-Todavía hoy nos venden, cada aniversario, que fue un grupo de guardias civiles fanáticos que el rey desactivó, iniciándose así el juancarlismo y el mito del Rey. La 'Operación Armada' se inicia muchos meses antes con el absoluto conocimiento del Rey. Se proyecta por los Servicios Secretos, precisamente para salvar a la Corona. En 1980 el CESID (ahora CNI) ya informó al Rey que había cuatro conspiraciones golpistas pendientes. Era necesario adelantarse; era cierto que algunas de esas conspiraciones eran fascistas puras y no querían a Juan Carlos. Pretendían adelantarse creando un Gobierno de concentración para los dos años que quedaban hasta las elecciones de 1983, en el que el presidente fuese una persona de absoluta confianza del Rey, Alfonso Armada, con Felipe González como vicepresidente. Era un gobierno para acabar con Suárez, frenar la deriva autonomista y abordar la sangría del terrorismo de ETA.

Pero los propósitos fallaron cuando Tejero, que había cumplido con la primera fase del plan asaltando el Congreso, no aceptó el Gobierno propuesto por Armada donde aparecían cuatro socialistas y dos comunistas. Quería una junta militar. Esa fue la razón por la que el Rey no desactivó el golpe hasta la madrugada del día siguiente. Los indicios que existen sobre el conocimiento de la 'Operación Armada' por parte del Rey son abrumadores y se detallan en libro. Incluso hubo reuniones con los partidos mayoritarios. El PSOE sabía lo que se preparaba. La CIA, el Vaticano, todos lo sabían. Juan Carlos ese día no mandó a su hijo al colegio y llamó a Barbara Rey, que era una de sus amantes, para decirle que no saliera la calle.

-¿Qué hubiese pasado de prosperar el gobierno de concentración?

-No hubiese pasado gran cosa; se hubiese puesto más presión sobre ETA. Al final recurrieron a la guerra sucia con el GAL y el Batallón Vasco Español. En realidad el concepto de golpe de estado no encaja bien en la 'Operación Armada', porque de lo que se trataba era de un movimiento seudoconstitucional, rayando la legalidad. Todo esto se hizo para proteger a la corona. Cuando procesaron a Armada, para defenderse en el juicio, este le pidió permiso al Rey para declarar las reuniones previas que tuvo con él y Juan Carlos lo desautorizó. Y se tragó la sentencia para ser indultado después.

-¿Cuál es la principal mentira que desentraña este libro?

-Pues uno de los asuntos que nunca se ha desvelado es el de las lista de sangre que se publicaron en el año 82, en la revista 'Actual'. Fue un montaje fraudulento del PSOE en plena campaña electoral. Esas listas se hicieron en Ferraz y se copiaron literalmente de las candidaturas de 1977. Están en el mismo orden los nombres, hasta con los mismos fallos. Figura en ellas el padre de Alfonso Fernández Malo, Alfonso Fernández Torres, que fue diputado, y que había muerto dos años antes en un accidente de tren. Investigo el reportaje publicado y firmado por el periodista Mario Bruno donde dice que las listas las hizo el grupo ultraderechista Milicias Populares Patrióticas; ni existió Mario Bruno (es un seudónimo inventado) ni las milicias. No aparecen en ningún registro, ni en el Ministerio del Interior ni en las investigaciones que se hicieron sobre grupos violentos.

La revista 'Actual' fue comprada unos meses antes por el PSOE. Según datos del Registro Mercantil de Barcelona, en la composición de la publicación hay socialistas próximos a Alfonso Guerra. En dos entrevistas en Madrid y Barcelona con reputados periodistas de aquella revista, todavía vivos –uno de ellos fue subdirector–, me ratificaron todo lo que estoy diciendo. Eso se hizo para matar dos pájaros de un tiro: reflotar las ventas de la revista y sembrar el miedo en campaña electoral. Esto es un bulo de 40 años que se desentraña por vez primera.

-En el libro cita que España optó por una democracia de baja intensidad. ¿Por qué?

-Sí, porque se habla mucho del consenso de la Transición pero ese consenso se hizo bajo el paraguas de la extorsión. Se negociaba con una pistola encima de la mesa. Solo una anécdota. Durante una reunión con varios jefes de distintas regiones militares, en presencia del Rey, con Felipe González y Suárez, el teniente coronel Pedro Merry Gordon, tras pedirle a Suárez que dimitiera y negarse éste, quien preguntó las razones por las que lo tendría que irse, el militar sacó una pistola, se la puso delante y le dijo, ¿te parece ésta poca razón? Se hizo un democracia de baja intensidad con un balance muy favorable al conservadurismo y su oligarquía. De haberse entroncado con algún episodio tendría que haberse hecho con las Cortes republicanas elegidas en las urnas (las últimas elecciones antes del golpe fueron en febrero de 1936), pero no con un régimen golpista.

-¿Cómo interpreta el ascenso de Vox, nostálgico del franquismo?

-El ascenso de los populismos y la ultraderecha es fruto de la desinformación que han tenido los jóvenes en las escuelas, institutos y universidades. Desde que muere Franco no se aborda en ningún IES lo que pasó en la Guerra Civil, en la dictadura franquista y en la Transición. ¿Sabe por qué?, porque tanto entre padres y profesores, están de las dos tendencias, se vigilan mutuamente y cuando un profesor habla de los crímenes cometidos sale un padre molesto y hay denuncia por adoctrinamiento en la Ampa o en el Consejo Escolar. Lo que han hecho es pasar de puntillas por estas temáticas complicadas. Los estudiantes saben más del Imperio romano o de Napoleón que de lo que pasó en su país hace 40, 50 o 70 años. Eso nos está pasando factura ahora. La falta de formación histórica y sobre todo de cultura democrática.

-¿Pudo haber hecho más el PSOE y Felipe González que gobernó desde 1982 a 1996?

-Claro que pudieron hacer más. Felipe González ha sido uno de los políticos que más ha decepcionado a los españoles. Fue cambiando y adaptándose a las exigencias de la CIA y de Estados Unidos, que tutelaron la Transición. Ahí tiene lo que pasó con la OTAN o con la reivindicación del pueblo saharaui. Hay informes de la CIA en aquellos años que decían que Felipe González era más de centro que Suárez. Sabían que González no iba a ser un problema en España. Éste hizo unas políticas liberales nada más entrar, cumplió algunos puntitos de su programa electoral pero pronto favoreció a las oligarquías del franquismo que estaban en el poder. De la última intentona golpista, en junio de 1985, con el PSOE en el Gobierno ni siquiera informaron al pueblo. La Transición acaba cuando se estabilizan las instituciones, cuando desaparecen las conspiraciones golpistas y el terrorismo de estado, y esto no ocurrió hasta 1987.

«Los 150.000 muertos de las cunetas llevan más tiempo en democracia que en dictadura»

-¿Qué queda del franquismo?

–Algunos piensan que con quitar del callejero los nombres vinculados al franquismo y una vez sacado el cadáver del dictador del Valle de los Caídos, se acabó el franquismo. Eso es un error enorme. La herencia franquista es mucho más compleja que la mera simbología. Estamos hablando de una cultura heredada, con un adoctrinamiento intensísimo de varias generaciones. El franquismo nos ha dejado muchas cosas que siguen todavía: ser el segundo país del mundo, después de Camboya, con mayor número de desaparecidos por razones políticas; una monarquía impuesta; una ley electoral que deja mucho que desear; las bases militares norteamericanas; los privilegios fiscales de la iglesia; la imposibilidad de juzgar los crímenes del franquismo; hábitos heredados de deriva autoritaria en las mayorías absolutas; las injerencias del poder ejecutivo y el judicial; el mal uso de los medios de comunicación públicos; el uso partidista de la bandera por el conservadurismo patriotero y esas cacerías donde empresarios y banqueros siguen cerrando negocios con políticos corruptos. Ojalá algún día nos podamos desprender de esto. La izquierda tiene parte de culpa en ello; tiende siempre a culpar de la situación a la herencia recibida, pero los 150.000 muertos de las cuentas llevan más tiempo en democracia que en dictadura.

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