El Museo Íbero expone 34 amuletos de época ibérica, romana e islámica

«Hemos querido sacar esta colección para que veamos cómo existen unas creencias que no entran dentro de lo que llamamos la religión oficial, sino más bien de la religiosidad popular, que se pueden rastrear desde tiempos inmemoriales y que se van repitiendo en época ibérica, romana y medieval», explicó Concha Choclán, directora del Museo Íbero, a IDEAL.

Piezas, a su juicio, muy interesantes por la similitud con los amuletos que se siguen viendo en la actualidad, como pueden ser las higas utilizadas para proteger a los bebés sobre todo del mal de ojo. «Los amuletos romanos son más habituales en las exposiciones, pero creo que la gente se va a sorprender mucho con los islámicos porque son más desconocidos. De estos hay una gran variedad: tipo moneda, cartucho, anforitas. Y todos ellos en plomo, hay que imaginarse lo que pesaría eso», señaló Choclán, quien hizo hincapié en que «son parecidos a nuestros relicarios más que a talismanes propiamente dichos porque llevaban dentro o bien una oración o bien algún tipo de amuleto o producto que se supone que debería sanar». Cabe recordar que su función era la de «curar cuerpo y alma». En estos casos se llevaban colgados.

¿Había amuletos específicos para hombres y para mujeres? En época romana había diferencias, aunque también elementos comunes. «Las lúnulas, con forma de media luna y que aquí las tenemos en oro y plata, solían ser más propias de las chicas. Los chicos solían llevar la bulla, que la vemos por ejemplo representada en la escultura del niño con bulla del conjunto arqueológico de Cástulo en el Museo Arqueológico de Linares. Normalmente a partir de los 16 años la bulla se guardaba y solo se volvía a sacar en acontecimientos muy especiales. Las lúnulas suelen estar igual en unos o en otros», apuntó la directora.

En Roma abundaban los 'fascinus', que representaban la unión de los sexos masculino y femenino. Esta mezcla se consiraba fea e impúdica y, por ello, espantaba a quien miraba el amuleto evitando así el mal de ojo.

En los próximos meses hay previstas otras tres exposiciones más de «pequeño formato», dos en septiembre y otra en noviembre, con el objetivo de dar a conocer parte de los fondos que atesora el Museo Íbero, con más de 110.000 piezas en total.