«Este libro es las 30 voces de mis incondicionales»

–¿Cómo nace la idea de los microrrelatos?

–Hace once años trabajaba en Santana cuando me quedé en paro. Tenía una necesidad interior que ni yo misma conocía, así que empecé un curso de escritura y descubrí el relato corto de manos de Jesús Tíscar y, a partir de ahí, escribí varios relatos cortos, historias que se quedaron en el cajón. Cuando fui a trabajar a Madrid, ya a la vuelta de 10 años, me diagnosticaron un tumor. Así fue como le escribí un relato de despedida y agradecimiento que le regalé al neurocirujano. Con la baja disponía de más tiempo, surgieron más relatos y los recopilé simplemente para mí. Pero vi que algunos llegaban al corazón y que podrían llegar también a los lectores. A partir de ahí seguí escribiendo nuevos, junté antiguos y nuevos, algunos de la pandemia, y nació el libro.

–¿Por qué microrrelatos?

–Se juega mucho con el doble sentido, hasta el nombre del libro tiene doble significado. Soy de jugar con los números, las palabras, insinuar una cosa y luego dar un golpe de gracia, y el formato que mejor lo permite es con relatos cortos o microrrelatos. Al principio no sabía si serían relatos más o menos largos, solo tenía la idea, pero me di cuenta que me sentía muy cómoda con microrrelatos y como no estaba escribiendo para un libro, lo hice a mi manera.

–¿Qué encuentra el lector entre sus páginas cuentan?

–Hay cuatro secciones. Una de ellas es de enfermedades. Varios textos de ahí son antiguos, de 2011, y uno de ellos es 'Alzheimer'. Para mí es un relato especial, mi abanderado. De hecho, en la ONCE se presenta también el vídeo con la difusión libro y este relato. Las otras secciones serían: espérate hasta el final, puramente amor (dedicados a parejas o amigos, para una boda, por ejemplo) y la sección de nanorrelatos, con frases sueltas, que se intuye que ocultan algo, que no se ve a primera vista y deja al lector reflexionando.

–La particularidad de la obra es que está adaptada a todo tipo de lector. ¿En qué momento se convirtió en su objetivo?

–Mientras trabajaba en Ilunion, la mayoría de empleados y compañeros eran personas con discapacidades físicas o mentales, sobre todo había personas invidentes. Ahí conocí a gente que era trabajadora como la copa de un pino, por lo que me empeñé en que todo el mundo pudiera tener el libro y leerlo. Por eso necesitaba tantos formatos amplios para que llegara a todos.

–Y formatos variados, como braille o audiolibro. ¿Cómo fue el proceso para adaptar el libro?

–Fue divertido y agradable. Muchos pensaba que como yo soy informática, sería más fácil, pero en absoluto, ¡no sabía hacer ni un código QR! Así que tocó ir a por expertos. Es curioso cómo incluso entre los invidentes el braille se usa menos y van más a los audiolibros, por lo que lo incluí. La mayoría de audios son de amigos y compañeros de trabajo, jefes, algún compañero invidente que ha leído algún relato... Se fue cocinando y terminó por madurar. El libro es autopublicado y cada audio, cada paso que daba, me daba ánimos para lanzarme. Son las voces de mis incondicionales, que seguían a mi lado sin saber cómo saldría el proyecto. Unas 30 voces que, al fin, ven la luz.

–¿Trabaja en algún otro proyecto similar en la actualidad?

–Todo el mundo me anima a escribir más historias y también me surgen ideas. Así que sí, hay proyectos. El cariño y empuje que pongo a este libro quiero que me sirva para que vaya a más. Sigo escribiendo y hay textos que luego dejas y pones en cuarentena, retocas y esto es bueno. Mi idea es anunciar que va a haber un segundo libro pronto. Sería también de microrrelatos, aunque puede que incluya alguno más largo. De todas formas, en los cortos es donde más cómoda me siento. Hay escritores que mezclan, largos y cortos, es planteable, pero yo prefiero los breves.