La intrahistoria de Quesada a través del Bar Marisol y el relato de Miguel Angel Rodríguez
En la obra hay lugar para reflexionar sobre conductas cotidianas: «Existían en el Marisol rituales y normas no escritas, que han perdurado hasta hoy»
josé a. garcía-márquez
Domingo, 9 de octubre 2022, 17:59
En los últimos 80 años de vida en Quesada el Café Bar Marisol, espacio social de debate y diálogo, ha participado en el desarrollo de ... la bohemia, el arte y la tertulia literaria dentro del pueblo. Con tal motivo el escritor y presidente de la Asociación Cultural Amigos de Rafael Zabaleta (ACARZ), Miguel Ángel Rodríguez, acaba de publicar su libro 'Bar Marisol, 80 aniversario, 1942-2022' en el que ofrece hechos históricos relevantes acontecidos en Quesada en los últimos años, así como elementos y situaciones de la intrahistoria, ese concepto acuñado por Unamuno para designar las historias de la gente que no permanece en el recuerdo oficial de los pueblos.
El libro llega después del homenaje que el pasado verano ACARZ realizó al Marisol, local enclavado en una esquina del Jardín de Quesada, el que tantas veces pintó Rafael Zabaleta: «Concretamente en el enclave del Jardín, que se proyectó y conformó en el año 1878, a partir de una zona de ensanche y terreno baldío donde pastaban los animales domésticos libremente, espacio donde se instalaba el mercado, que en su día fue huerto del Convento de los Dominicos», aclara el autor del libro.
Con el óleo sobre lienzo 'Otoño', que Zabaleta pintó en 1944 por portada, la obra recoge las vicisitudes de un bar, que cerró sus puertas al público en diciembre de 2003 por prescripción municipal, tras más de sesenta años de servicio ininterrumpido, para reabrirlas 6 años después totalmente reformado y adecuado a los nuevos tiempos.
En las 8 décadas de vida del local, Miguel Ángel Rodríguez repasa los acontecimientos sociales, artísticos y literarios en los que el bar fue testigo: «En los años 50 el establecimiento ofrecía cerveza El Alcázar y alguna otra marca en botella de cristal, biscúter o tercios, además de cerveza de grifo. Al principio los barriles de madera eran enfriados con hielo, posteriormente, ya de metal, pinchados con 'espadín'. Los vinos, manchegos o de Torreperogil, se servían en pequeños vasos o mezclados con una bebida gaseosa, los denominados chanfles, y si se añadía un trozo de melocotón se llamaban Hipólitos».
En la obra hay lugar para reflexionar sobre conductas cotidianas: «Existían en el Marisol rituales y normas no escritas, que han perdurado hasta el día de hoy como el posicionamiento de los parroquianos en la barra. Cada cliente o grupo tenía un lugar de querencia determinado, espacio que el resto de los usuarios respetaba como algo natural y prefijado, costumbre y conducta que, en algunos casos, pasó de una generación a otra».
Hitos históricos
De forma paralela, el libro refleja la historia de la telegrafía en Quesada desde la primera oficina que fue creada en 1909; el Colegio de Gramática constituido en la ciudad de la sierra en el siglo XVI; el colegio Moderno del primer cuarto del XX y La Academia creada en 1952, que supuso la valiente respuesta de un grupo de personas a la problemática educativa del pueblo. Recuerda, por último, la emisora de radio que funcionó en Quesada entre 1958 y 1960, 'La Voz del Guadalquivir', destinada a noticias locales, anuncios y discos solicitados: «Dedico esta canción de Adamo a mi prima Pepa, que está con fiebre en la cama».
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