Juan Pablo Martínez Sánchez
«A nosotros ya nos circula barro por las venas en lugar de sangre»El artesano proviene de una larga estirpe de alfareros ubetenses muy reconocidos por la gran calidad de sus trabajos en el torno
JESÚS JIMÉNEZ
JAÉN
Jueves, 17 de agosto 2023, 23:04
Juan Pablo Martínez Sánchez, conocido por Pablo 'Tito', proviene de una familia con una larga tradición en el mundo de la alfarería. El artesano ha ... obtenido en los últimos meses dos premios muy importantes, el Premio Internacional de Alfarería de la Rambla y el Premio Andaluz a la Artesanía, este último por su trayectoria.
-¿Cuál es su primer recuerdo dentro del obrador?
–Yo recuerdo el taller familiar de mi abuelo, padre y tíos. Mi primer recuerdo es con mi padre en el torno, en la rueda donde trabajaba, teniendo yo dos o tres años. Me ponía una radio antigua de madera, preciosa, y me sentaba al lado suya. Mientras él hacía su tarea, yo metía las manos en el barro e intentaba hacer mis pinitos; empezar a hacer platillos, coberteras, pucheretes… a jugar. Lo más que hacía era mancharme de barro.
-¿Cuál es el momento en el que toma conciencia de que está haciendo una pieza de alfarería auténtica?
–A lo mejor tendría cuatro o cinco años. Un plato que hoy en día lo ves y deja mucho que desear. Pero sí lo veo con el cariño y recuerdo de mis primeras piezas, porque las conservamos, gracias a Dios. Se las regalaba a mis abuelos y las guardaron con todo el cariño del mundo. Luego, un poquito más mayor se las regalaba a los profesores y todavía, cuando los veo, me recuerdan que guardan las piezas como oro en paño.
«Mi primer recuerdo es con mi padre en el torno, en su rueda, teniendo yo 2 o 3 años»
-¿En ningún momento se planteó dedicarse a otra cosa que no fuera la alfarería?
-Jamás, siempre he querido ser alfarero. Yo no sé jugar al fútbol, al baloncesto ni a ningún deporte. Mis juegos siempre han sido en la calle Valencia, en el taller familiar con un pegote de barro. Cuando empecé a ir a la escuela recuerdo que yo decía que para que quería estudiar si yo quería ser alfarero. Es vocacional totalmente y lo tenía muy claro.
Mi abuelo decía que había nacido de un pegote de barro, y yo a eso le sumo que a nosotros ya nos circula barro por las venas en lugar de sangre.
-¿Cuándo se da cuenta de que era un profesional y puede vivir de su trabajo?
-Si te soy sincero, a mis 48 años todavía me digo que me falta mucho por aprender. Hago las piezas con la mejor de la intención, pero siempre le encuentro un punto de mejoría. Pero recuerdo un día muy especial, cuando hice un vaso de la Alhambra de un metro y medio con 18 o 19 años. Mi abuelo siempre llevaba una boina puesta, y esa mañana, cuando acababa de terminar el jarrón, todavía sin decorar, bajó las escaleras y, al ver la pieza, mi abuelo que era el maestro, se quitó la boina y me dijo: «Delante de un maestro alfarero hay que descubrirse».
-¿En qué se diferencia su arte del de tu padre y abuelo?
-Considero que no hay mayor modernidad que defender la tradición. Está muy bien actualizarse, pero si no conocemos bien de dónde venimos no se sustenta el trabajo, por eso la tradición es fundamental. De hecho, seguimos haciendo cazuelas, pucheros o tinajas. Eso hay que adaptarlo al día de hoy, antes la gente comía en los platos de barro porque no había Ikea. Ahora la gente vuelve a querer la esencia.
Ahora esas piezas se han ido adaptando a la decoración. También es importante lo que hizo mi padre, que fue reincorporar a la alfarería de Úbeda el hacer piezas grandes. No son fáciles de vender, tienen un público determinado, pero ayudan a vender el resto y además supone un reto. También destacamos en la escultura y siempre estoy cavilando; por ejemplo, mi padre hizo una radio de barro y ahora yo pienso en hacer una radio con las últimas tecnologías.
-¿La gente aprecia la alfarería? ¿o se está perdiendo?
-Cada vez más, la gente está queriendo volver, no solamente a la alfarería, sino a la artesanía en general. Se está apreciando mucho, y vivimos unos momentos que no van a durar toda la vida, pero la gente valora muchísimo la artesanía. Pero ya no por nosotros, Úbeda puede presumir de su artesanía, porque por dónde van los artesanos de Úbeda van abriendo camino y el público lo conoce y valora.
-Ha obtenido el premio del Concurso Internacional de Alfarería y Cerámica de la Rambla. ¿Por qué decidió presentarse?
-Como soy tan autoexigente, no hago una pieza para un concurso. Normalmente ni me presento, porque pienso que hay mucho nivel en la artesanía. Hice un plato grande de 80 centímetros de diámetro, con una decoración distinta a la que venimos haciendo nosotros en la técnica. En lugar de darle el color verde típico de la cerámica de Úbeda, quise darle el color blanco, azul y marrón, que nunca había hecho. Lo hice por placer, pero cuando vimos salir el plato del horno pensamos que podía competir y lo presentamos a concurso.
«Considero que no hay mayor modernidad que luchar por defender nuestra tradición»
-También ha obtenido el premio Andaluz a la Artesanía por tu trayectoria. ¿Qué supuso obtener ese galardón?
-Que reconozcan tu trayectoria a los 48 años y que te consideren como uno de los grandes relativamente joven es una responsabilidad. Eso pesa, de satisfacción, pero también de presión. Si el jurado ha pensado que soy merecedor de este premio hay que dar la talla. Pero también este premio, aunque lleve mi nombre, es un premio a mi padre, a mi abuelo, aunque no esté, incluso a mi hijo, que comienza a estar en el taller, a mi mujer, a mi madre, a mi hija, amigos… todos los que me arropan y me animan.
-¿Su hijo se interesa por la alfarería?
-Le encanta. Está estudiando Bellas Artes y está becado para estudiar en la Academia de Florencia el año que viene, de donde solo han seleccionado a 10 estudiantes de toda Europa. Lleva todo el verano con su abuelo ayudándole en una escultura que mi padre tiene como proyecto, trabajando nieto y abuelo juntos. Una maravilla, ambos están muy compenetrados y es precioso verlos. Desde pequeño siempre ha dicho que quería ser alfarero. Hay futuro.
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