Jacinto García pone caras de hoy a los reyes nazaritas de Granada
Expone en la Casa García de Viedma de Armilla 'Garnata, un aria para una ópera', la historia pintada del legado andalusí a través de sus personajes
A Jacinto García, pintor y promotor cultural –es propietario del Torreón de Cotillas de Ogíjares– encontrarse cara a cara con el pasado de su tierra ... le cambió la vida. El suyo fue un encuentro más allá de los tópicos, capaz de generar en él una transformación estética que ha marcado su obra de forma decisiva. Fruto de esta comunión plástica y expresiva es la exposición 'Garnata, un aria para una ópera', que expone en la Casa García de Viedma de Armilla hasta el próximo 24 de junio. Una muestra que da continuidad a la que ya montara en la Fundación Euroárabe el pasado año, y que supone un recorrido por el imaginario nazarita, con la particularidad de que pone rostros de hoy a los protagonistas del ayer. Precisamente, Iván Ramírez, que en la exposición pone cara al rey Boabdil, fue una de las personas que le acompañó en el acto de inauguración.
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La muestra indaga, según su autor, en un tema que ha enfrentado a la sociedad durante siglos, y que aún hoy divide a los granadinos. «La etapa nazarita no se puede silenciar. Aquí está escrita y pintada nuestra memoria histórica, desde la perspectiva de las personas y los sentimientos, alejada de las armas y las batallas, con un relato equilibrado de la lectura de cronistas castellanos y musulmanes», afirma.
El autor no ha escatimado en gastos ni en esfuerzo. «'Garnata, un aria para una ópera' es la más importante exposición de cuantas he realizado, no sólo por los años que me ha llevado crearla, buscar la inspiración tras un largo proceso de documentación y la inversión económica realizada, sino por lo que me ha costado presentarla y darle la forma que creo que me reclamaba».
Con música
El musical título de la exposición de Jacinto García tiene su explicación. «En mis momentos creativos siempre hay un hilo musical conductor; la mayoría de las veces, arias de ópera. De tal manera que muchas de estas obras parecen creadas para algunas de ellas». García siempre ha dicho que en su pintura hay mucha música, ya que le sume en una especie de trance casi místico. Pero hay una razón más, que el artista explica: «Cuando tenía nueve años le pedí a mi padre estudiar música, pero me negó tal posibilidad. Sin embargo, en la misma casa de vecinos vivía una joven pintora (María del Pilar, que bien pudiera ser la Soraya de mi cuadro) que estudiaba en la Escuela de Artes y Oficios de Granada, se interesó por mí y facilitó mi vocación pictórica».
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'Garnata...' es una exposición, parafraseando a Churchill, de «sangre, sudor y lágrimas». Una historia de Granada y el mundo andalusí, forjada en lazos de fraternidad y sangre que la capital del último reino musulmán de la península mantiene con las ciudades más emblemáticas de la otra orilla del Mediterráneo: Tetuán, la pequeña Granada, refundada por el general granadino Al-Mandari, que fue alcaide de la ciudad de Píñar. O Chauen, fundada por Sidi Ali Ben Rachid, construida a semejanza de Vejer de la Frontera, para satisfacer la nostalgia de su mujer, una bella gaditana llamada Zhora.
Los modelos históricos que propone Jacinto García son profundamente humanos. No débiles, como cierta historiografía los pintó. Boabdil mira montado en su caballo a la ciudad que más amó. Una ciudad que, como reconoce de forma novelada en 'El manuscrito carmesí', le vino grande: «Yo fui educado como un príncipe, y, por lo tanto, no fui un buen gobernante. Me atrajo la lectura; tuve curiosidad; pude haber sido más o menos sabio. No me lo permitieron; me obligaron, en cambio, a luchar por la supervivencia de mi pueblo. No desempeñé un papel airoso, ni pudo ser de otra manera».
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