Los arqueólgos de la Alhambra, Fernando Martínez y Paz Gázquez, que trabajan en esta investigación. Y en el círculo, el hueso de melocotón incrustrado en uno de los muros del Mexuar. ideal Pepe Marín

El hueso de melocotón alhambreño de 1362

Hallazgo ·

Una intervención arqueológica, en las obras de las cubiertas de los palacios nazaríes de la Alhambra, descubre los restos de un fruto que tiene 663 años

Laura Ubago

Granada

Domingo, 20 de julio 2025, 00:23

Los andamios protegen la obra silenciosa que rehabilita los tejados del Palacio del Mexuar. Se trata de una intervención grande, minuciosa, que trata de pasar ... inadvertida a pesar de que el andamio se divisa desde el mirador de San Nicolás. Como en toda obra alhambreña, se despliega la intervención arqueológica para no pasar por alto los restos que van diseñando la historia. No hay grandes excavadoras. Todo se hace prácticamente a mano.

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En uno de esos muros que soporta la cubierta de un tejado se ha producido un hallazgo que ayuda a confirmar las fechas de configuración de los espacios alhambreños.

En una de las partes que da al patio de los Arrayanes, una fábrica de tapial, que es un muro medieval, ha aparecido un hueso de melocotón. Se halló en febrero por la arqueóloga Carmen Jodar, que está a cargo de la intervención. Estaba integrado en el muro, incrustado, alojado ahí, en esa masa de tierra con la que se construía en el siglo XIV.

Es un muro de carga que está tapado por la cubierta del Mexuar, donde apoya el tejado. «Lo interesantes es que al lado del hueso, hay trozos de madera, de la que se usa para los encofrados, en el proceso de fabricación del tapial, una especie de armazón. Ese tipo de hallazgo es más habitual como el carbón o los pequeños restos de materiales constructivos de la época», explica Paz Gázquez, asesora del departamento de Arqueología de la Alhambra.

Al hueso se le ha hecho la prueba del Carbono 14 en Francia, por apenas 500 euros, que ha dicho de qué año era

El hueso de melocotón tiene un punto más original. De hecho, además de analizarlo, lo primero que intentaron fue abrirlo para ver si tenía una semilla que se pudiese germinar. Pero no pudo ser. Eso hubiese sido más propio de la ciencia ficción. De hecho, al abrir el hueso se descompuso por el paso de los años. Exactamente tenía entre 663 y 683 años.

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Todo esto ha podido saberse gracias a la prueba del carbono 14, que analiza cuántos años han pasado desde la muerte de algo orgánico. «El hueso del melocotón ofrece una exactitud extraordinaria porque es un fruto muy concreto en el tiempo que como mucho, tiene un año de vida», explica Fernando Martínez Ávila, jefe del departamento de Arqueología del Patronato de la Alhambra. Lo importante del hueso es que respalda los análisis y la búsqueda de los profesionales del área de Arqueología, que pretenden analizar y buscar siempre una correlación con analíticas científicas para construir el relato del monumento. Hay historia sobre el recinto alhambreño que no se ha basado en pruebas científicas, solo en analogías, en estilos, en fuentes históricas, en relatos de viajeros, de cronistas. En el siglo XXI hay que tender a hacer una arqueología basada en datos científicos, según aporta Fernando Martínez Ávila.

El hueso es contemporáneo a la fábrica del tapial, una obra que se puede adscribir al periodo nazarí por sus características constructivas, pero no saben a ciencia cierta de qué fecha era. «Lo bonito de las muestras orgánicas es que podemos datarlas», aporta el jefe de Arqueología.

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Un hallazgo

El muro del hallazgo pertenece a un palacio naza que siempre se ha interpretado como una ampliación realizada en tiempos de Muhammad V sobre la construcción inacabada de Yusuf I. El tapial conforma parte de la construcción del Palacio de Comares, cronológicamente perteneciente al periodo entre 1362 y 1391, aunque no se sabía con exactitud hasta que apareció el hueso de melocotón este pasado febrero. «No sabíamos exactamente cuándo se había construido esa ampliación. Hay elementos en el patio, decoraciones, poemas y podemos adscribirlo a esa época por las referencias que teníamos», cuenta el arqueólogo, que señala que el hueso de esta fruta ha clarificado las fechas de la historia alhambreña.

El resto de frutal ha dejado datos. «Cuando se abrió era polvito, hecho papilla. es muy interesante porque el hueso al ser material orgánico se puede analizar por carbono 14», aporta el jefe de Arqueología alhambreño.

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La prueba se ha hecho en Francia y ha costado apenas 500 euros. «Ha dado un arco de tiempo muy corto, que es algo bastante extraordinario, el error suele ser de 50 o 100 años, al ser un hueso de melocotón es de un año en concreto, se puede precisar muy bien de qué año es. Dio un error de más menos 20 años», señala Martínez Ávila que precisa que el hueso es de entre 1362 y 1382 y que coincide plenamente con la fecha en la que se situaba el tapial. La directora de la intervención arqueológica, Carmen Jódar, lo incluirá dentro de su memoria, una intervención de conservación que servirá para datar fechas del monumento. «Hay que compaginar la conservación y la investigación, eso es lo bonito de hacer las intervenciones con metodología arqueológica». Este hallazgo sencillo y cotidiano se suma ya a otros que han dado luz sobre la Alhambra. Y todo gracias a un melocotón.

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