Naturaleza
El hombre que fotografía las mariposas de GranadaAgustín Orduña ha documentado con su cámara 300 especies de lepidópteros en la provincia, algunos de ellos buscándolos durante más de diez años
Agustín Orduña llega al campo. Busca un geranio silvestre. Pone un cojín en el suelo. Se sienta, prepara su Nikon D500, se arma de paciencia ... y aguarda con el ojo en el visor hasta que el animalico se aposente sobre ella para sacarle el néctar. Es el momento. El momento sublime de apretar el disparador e inmortalizar una de las creaciones más hermosas de la naturaleza: las mariposas. «Yo tengo cuatro técnicas para acercarme a ellas con mi cámara y esta es una de ellas», explica Orduña. Las otras las conocerá en este reportaje. Agustín es un gran fotógrafo de la naturaleza, pero su especialidad son esos maravillosos insectos de alas coloridas que, en muchos casos, son endemismos de la provincia. Que solo se pueden encontrar en Granada. Ahora muestra una selección de sus fogonazos en el río Fardes en Villanueva de las Torres. Hasta finales de mes.
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Para aprehender estas fantásticas imágenes no solo hay que tener un equipo que garantice la mayor nitidez. Hay que tener sobre todo conocimiento sobre el comportamiento y la biología de estos 'bichitos'. Y Agustín es una enciclopedia andante. Tanto que ha escrito junto a Javier Olivares un libro editado por la Consejería de Agricultura. «No se trata de salir al campo a retratar lo primero que te encuentres, sino que hay que ir a buscar». ¿Cuánto tiempo? Semanas, meses e incluso años. Agustín, por ejemplo, ha estado más de una década detrás de la Mariposa Apollo, que se localiza en Sierra Nevada y de forma testimonial en el Parque Natural de la Sierra de Baza, a su principal campo de actuación.
Agustín Orduña emplea una réflex con un objetivo macro de 150 milímetros. Le permite acercarse lo suficiente para obtener instantáneas con la mayor claridad. El foco siempre lo dirige a las antenas y a los ojos, mientras que el mayor o menor grado de desenfoque del fondo –la apertura– lo decide en función del espacio. La protagonista es la protagonista. No puede haber ningún elemento adicional que distraiga al espectador.
Hasta aquí los botoncitos.Lo realmente importante en este tipo de capturas es cómo abordar los lepidópteros, que pueden ser diurnos, pero sobre todo nocturnos –estos últimos pasan muy inadvertidos–. «Lo normal –explica Agustín– es que salga de noche, a las cuatro o las cinco de la mañana, provisto de un frontal». «La temperatura cae –agrega– y mis amigas están en letargo hasta que al amanecer, cuando se alcanza una temperatura de doce grados, sobre las seis y media o las siete de la mañana, empiezan a activarse». «Superviso cuál es la mejor localización, sitúo el trípode y los flashes a cuarenta y cinco grados y espero a que la 'modelo' se coloque delante de mí y abra las alas;es como una sesión de estudio, pero al aire libre», resume Agustín Orduña, quien siempre lleva en la mochila un juego de agujas y de pinzas por si hay alguna rama que molesta.
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Otro de los sitios estratégicos es debajo de los árboles, el 'dormitorio' de muchas mariposas. A primera hora empiezan a revolotear y se aposentan sobre las rocas, que están más calientes. «Aquí lo preceptivo es el cuerpo a tierra», asegura Orduña entre sonrisas. Los resultados también son espectaculares.
Debajo de los árboles
Para las polillas, cuando duerme el sol, también es muy efectiva la utilización de una 'trampa de luz'. Es decir, un lienzo blanco sobre una estructura metálica portátil con unos focos que sirven para atraer. «Aquí tenemos que irnos a sensibilidades más altas, pero conteniendo la variable para que la cantidad de ruido que se genere sea asumible».
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Orduña no oculta la satisfacción de fotografiar especies muy difíciles de localizar como la Pseudochazara mercurius o la preciosa Euchloe bazae de punta verdosa, de las que aún quedan algunas colonias fundamentalmente en la Sierra de Baza, un espacio con una extraordinaria biodiversidad. Y es que algunas de ellas se encuentran en serio peligro de desaparición como consecuencia de la confluencia de una serie de factores. Entre ellos, el que tiene un impacto más negativo, la roturación de sus hábitats para la explotación con fines agrícolas. Influyen en el declive, además, el cambio climático y la alarmante desaparición de vegetación y la aplicación descontrolada de productos fitosanitarios en los cultivos.
También por la acción directa del hombre mediante la caza para coleccionistas de todo el mundo –existe un mercado global–. Hace ocho años, el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona) se incautó en Granada de varios ejemplares por los que se pagaban en ese momento hasta tres mil euros.
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En los últimos doce años, Orduña ha documentado unos trescientos tipos de mariposas solo en Granada. «Unos seres, básicos en la cadena trófica porque hay pájaros que se alimentan de sus orugas, que son al mismo tiempo un excelente indicador del estado de salud de los ecosistemas», reflexiona Orduña. «Por eso y porque solo tienen una oportunidad única para la vida, hemos de ser consecuentes para no interferir en sus ciclos vitales».
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