Hallan en el Albaicín los hornos de vidrio del XVI mejor conservados de la Península
En el inmueble, propiedad del secretario de los Reyes Católicos, han aparecido también restos de frascos de perfumes y jarritas
La calle Pescaderos se llama así porque antaño se congregaban ahí las tiendas de pescado. Tres cuartas de lo mismo sucede con Caldereros, Curtidores... y ... buena parte del viario de Granada, cuya denominación se relaciona con oficios, hechos relevantes o algún notable que moró por allí. Por esta misma regla de tres, la calle Horno de Vidrio, en el bajo Albaicín, se llama así porque en el algún momento de la historia ahí se fabricó cristal. Pues bien, un equipo de arqueólogos liderado por Loreto Gallegos ha encontrado en las obras que se están acometiendo en un edificio los vestigios de dos hornos vidrieros del siglo XVI, propiedad posiblemente de Hernando de Zafra, secretario de los Reyes Católicos, cuya producción se vendía luego por toda Granada y buena parte de España.
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El hallazgo, de una relevancia enorme al constatarse que es la infraestructura de estas características mejor conservada del siglo XVI, se produjo a finales del verano pasado, aunque no ha trascendido hasta ahora. Ha sucedido una vez culminada la restauración de los cocederos –que tuvieron una altura de 2,5 metros– por parte de María José Bonet y Marina Oliveri. Todo bajo la dirección de Gallegos y la colaboración de Amjad Suliman. «Esto es algo único y excepcional», ha subrayado la arqueóloga granadina.
¿Qué se puede ver? Pues básicamente los dos cubículos donde se quemaba la madera para lograr unas temperaturas superiores a los 1.500 grados en uno y 800 grados en otro. En el primero se hallaban los crisoles donde se fundía el cuarzo y el carbonato cálcico. Material incandescente que era extraído con unas herramientas para darle forma en el exterior y posteriormente introducirlo, en la fase final del proceso, en el segundo de los hornos para que se fuera enfriando lentamente. Según Gallegos, lo más probable es que la manipulación corriera por cuenta de artesanos instruidos en la casa del propio Hernando de Zafra, vinculado a la industria vidriera.
Junto al patio
El complejo se halla junto al patio de una vivienda que en el siglo XVI tenía, además de este espacio porticado, salas en el norte, en el sur y habitaciones anexas. Se ha localizado también un sistema hidráulico asociado a la fundición. «Lo tuve claro en el momento que analicé la secuencia estratigráfica y observé que había un empedrado roto en relación con un pilar nazarí», explica Loreto Gallegos, quien estima que aquello estuvo en funcionamiento durante unos doscientos años, hasta el siglo XVIII. Había algunas evidencias más. Entre ellas, el suelo ennegrecido por la carbonización del adobe por la combustión.
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Pero lo más interesante es que, además de los hornos, han aparecido restos materiales de enorme interés. Tanto que están siendo analizados en un proyecto de investigación de la Universidad Complutense de Madrid financiado con fondos de la Unión Europea. Ha aflorado una copa casi completa. También escudillas (platos), jarritas, bases de garrafas y frascos de perfumes. El cromatismo va de los tonos verdes a los amarillos y los blancos.
También se han recuperado interesantes fragmentos cerámicos como asas, atifles y fragmentos de jarras y otro tipo de envases. Ajuar que se vincula con la actividad doméstica.
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Una cuidada restauración para poner en valor un espacio único
La restauración de los hornos de vidrio ha corrido por cuenta de María José Bonet y Marina Oliveri, integradas en el equipo de Loreto Gallegos. «Lo primero fue la limpieza en seco, con brochas y cepillos, para eliminar todo el barro que se había acumulado, al estar este espacio a la intemperie desde 2007», comenta Bonet, quien agrega que posteriormente sí se aplicó un medio acuoso para la eliminación de las fluorescencias salinas. «Hemos acometido, además, capas de sacrificio para que no se pierda la legibilidad de la estructura», dice. También se han reconstruido las hileras de ladrillo y se echó bioácido para erradicar las raíces.
Marina Oliveri subraya que la recuperación de esta infraestructura del siglo XVI «no solo significa la puesta en valor de nuestro patrimonio, sino que se revaloriza el propio inmueble». En este sentido, Oliveri destaca que desde el primer momento se han sentido escuchados. «Ha habido mucho diálogo y colaboración por todas las partes», ha recalcado. Incluidas la constructora y la promotora, Bilba y Sinerba, que están valorando la musealización del yacimiento mediante la implementación de un suelo acristalado.
La finca tuvo ocupaciones anteriores que también han salido a la luz. Nos hemos de olvidar que nos encontramos en pleno Ajsaris, uno de los barrios más importantes y poblados de Granada en la época nazarí –ahí se encontraban todos los alfares–. Se han respetado y rehabilitado diferentes piezas de la vivienda anterior del siglo XIV o XV como columnas, arcos, alfarjes, zapatas y elementos decorativos como los canecillos –las cabeceras de las vigas de madera–.
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