«Granada siempre ha estado muy presente en la vida de Los Secretos»
La mítica banda madrileña ofrecerá este sábado un concierto en el Palacio de Congresos con una treintena de canciones donde no faltarán sus clasicazos
La relación de Los Secretos con la capital granadina viene de largo. Aquí tocaron en su primera gira en 1981 y, tropecientos conciertos después, volverán ... a hacerlo este sábado en el Palacio de Congresos. Dos horas de música, nostalgia y un repertorio donde no faltarán himnos generacionales como 'Déjame' o 'Pero a tu lado'. «No tengo más que buenos recuerdos de Granada», confiesa Álvaro Urquijo.
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–Llevaba un rato valorando cómo iba a afrontar esta entrevista, y al final he optado por apearme de mi condición de periodista y hablarle como fan ¿qué le parece?
–(extrañado) Me parece bien.
–Vaya por delante que no le voy a preguntar por el 'secreto de Los Secretos'. No quiero pecar de original...
–(risas) Fíjate qué tontería, pero lo que parecía una pregunta vacía, manida y fácil de hacer, ahora es una de las más relevantes porque en su respuesta reside lo que nos ha mantenido 44 años encima de los escenarios, un público bastante majete con nosotros, muy paciente y que se ha encargado de que nuestra carrera esté donde esté. No somos un subproducto de las listas de éxitos y mucho menos de las listas de ventas.
–Venía hacia la redacción escuchando 'Buena chica'. ¿Qué tiene esta canción que treinta y pico años después hace que esta mañana haya vuelto a emocionarme?
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–Me han preguntado muchas veces qué tipo de música escucho ahora y yo siempre pido perdón por no estar puesto en las novedades. El pasado no es para mí tan pasado. Una canción está viva, fresca y nueva mientras que el que la escucha la disfruta. La música es libre, democrática y atemporal. Pobrecitos Mozart, Mahler o Beethoven, que estarían súper pasados de moda. Quien le pone caducidad a la música no es el músico, ni la canción, ni el público, sino la industria, que se nutre a base de descartar éxitos para poner nuevos y generar beneficios.
–Con todo lo que está cayendo, lo primero es lo primero. ¿Qué tal la salud? Tengo entendido que el batería Santi Fernández se ha tenido que ausentar de alguno de sus últimos conciertos por la covid.
–Sí pero él está bien. No podía venir con nosotros y fue sustituido por un gran profesional como Ezequiel Navas. Los demás, toco madera, estamos sorteando la enfermedad. Y no hemos parado. Tanto en 2020 y 2021 hemos tocado más de la media. 2020, que fue perdido para muchos, hicimos cuarenta conciertos. Y en 2021 cerca de sesenta. Y este año caminamos hacia esas cifras. Hemos tenido la suerte de seguir y dándole de comer a las dieciocho familias que llevamos funcionando como un equipo desde hace veintidós años.
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«Quien pone fecha de caducidad a la música es la industria, que descarta éxitos para poner nuevos»
–¿Y la salud del grupo? Dígame aquello de que seguirán tocando hasta que el cuerpo aguante. Lo digo para mayor tranquilidad de sus seguidores.
–Yo creo que cualquier músico pierde fuerza en directo si no es capaz de decidir cuándo sus facultades están mermadas. No es fácil vivir de esto. La gente es poco previsora, con altibajos. En la historia de Los Secretos hay más años de ruina que de bonanza. El hecho de que conozcan tu música y te reconozcan por la calle hoy día no da de comer. Desde el 82 al 88 estuvimos en una segunda división absoluta. Nos echaron de la discográfica, nos quedamos sin manager, murió nuestro segundo batería... hasta los noventa no volvimos a ser de primera. Todo ello nos hizo humildes y trabajadores.
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–A pesar de un repertorio donde nunca faltan los clásicos, los conciertos de Los Secretos siempre tienen algo que sorprende a sus fieles. Sin ánimo de hacer 'spoiler' ¿qué tienen preparado para Granada?
–El show está funcionando muy bien. Las actuaciones que hemos podido hacer han sido éxito tras éxito. La magia radica en que tenemos tantas canciones, cerca de doscientas, para hacer un concierto de cerca de dos horas con veintinueve temas donde no faltan los éxitos que la gente quiere escuchar, porque así lo dicen las listas de escucha, más las canciones rescatadas del pasado y de los últimos discos, que son muy divertidas de escuchar.
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–¿Qué significado tiene Granada en la trayectoria de Los Secretos? Siempre la incluyen en sus giras y no recuerdo ninguna actuación, y llevo unas cuantas, en que no hayan llenado.
–Granada es maravillosa. Pienso que en Andalucía la gente tiene una sensibilidad especial para la música que, quizá, la llevéis en los genes. Tenéis vuestro propio estilo y arte. No tengo más que buenos recuerdos de Granada. En nuestra primera gira de 1981 ya tocamos allí. Granada siempre ha estado presente en la vida de Los Secretos.
«Hemos tenido lasuerte de no parar y seguir dándole de comer a las 18 familias que dependen de Los Secretos»
–Hábleme de la relación de Los Secretos con Miguel Ríos. Qué gozada escucharlo cantando 'Ojos de gata' con ustedes en el Winzink Center.
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–Miguel tuvo un papel imprescindible en nuestra vida sin que él lo supiera. Cuando éramos muy jovencitos y habíamos hecho la maqueta después del concierto de homenaje a Canito, nos ofrecieron la posibilidad de grabar un disco, coincidiendo con la génesis de la movida. A finales de abril del ochenta nos pusieron encima de la mesa tres o cuatro ofertas de discográficas distintas. Elegimos la que estaba Miguel Ríos, que estaba triunfando. Era nuestro ídolo. Después nuestros caminos se han cruzado unas cuantas veces. Siempre con respeto y admiración mutua. Es una grandísima persona.
–¿Qué relevancia tiene su último disco, 'Desde que no nos vemos', grabado en directo precisamente en el Winzink Center, en la trayectoria de Los Secretos?
–No soy muy amigo de recopilaciones y discos en directo. Pero esto es especial. Es la tercera vez que los amigos y músicos de nuestro entorno colaboran con nosotros para hacer un homenaje a alguien irrepetible, mi hermano Enrique. Primero fue en 2000, después, cuando cumplimos treinta años, en Las Ventas, y en 2019, veinte años después de la muerte de Enrique, hicimos el concierto más bonito porque todo lo que se recaudó fue para dos causas benéficas, 'Cris contra el cáncer' y 'Cirugía en Turcana'. Todo el mundo trabajó de manera altruista y fue una maravilla. Luego vino la pandemia, que pospuso lo inevitable. No es un disco de Los Secretos, sino de mucha gente. La grabación de audio y de vídeo la sacamos a la luz en las mejores condiciones. El bruto me volvía loco y había que currárselo. En la pandemia pudimos teletrabajarlo cada uno por su lado. Ya no era algo benéfico, sino que iba a distribuir una multinacional como la Universal y los derechos estarían devengados para cada participante. Había que hacer todo transparente y legal. Finalmente salió en las navidades pasadas.
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–Yo estuve allí (risas).
–(risas)
–Sesenta conciertos al año por toda la geografía española son muchos conciertos y muchos kilómetros. ¿Cómo lo hacen?
–Intentamos cuidarnos al máximo. Yo, que soy el que canto, hago todo lo que puedo para mantenerme en perfectas condiciones, incluso apurar la técnica en foniatría. Intento salir a pasear con mi perra a hacer diez kilómetros diarios. No cuidarse significa deteriorarse y el cuerpo no encaja igual, según qué excesos. Yo ya salí mucho, bebí mucho, fumé mucho... he hecho mucho de todo. La profesionalidad te obliga. Yo quiero que la gente que vaya a los conciertos diga en qué buena forma está este tío.
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–¿Qué les diría a los que dicen que Los Secretos dejaron de ser Los Secretos cuando falleció Enrique?
–Algo de razón tienen. Si son muy puristas y muy enriquistas, está claro que el talento de mi hermano ha desaparecido y que lo echamos de menos muchísimo. Siempre componía tres o cuatro canciones de cada disco, mientras que el resto las hacíamos Jesús, Ramón y yo. No era muy prolífico, pero esas tres eran maravillosas. Eran gotas de oro puro. El papel que desempeñamos Jesús, Ramón y yo y cada uno de los músicos de Los Secretos era darle forma a esas canciones. En esa transformación se mejoraban aspectos como las estructuras. Esto hacía que una canción aburrida se convirtiera en impactante. Es el caso de 'Pero a tu lado'. Enrique se encontró con la canción montada y solo tuvo que cantarla. Sin nosotros no habrían prosperado esas canciones. Él no sabía usar ni siquiera aparatos de grabación. Sacaba una letra y una melodía, y tenía la tranquilidad de que detrás había gente que iba a maximizar el resultado. Tras su muerte, la forma de sonar de las canciones y el comportamiento del grupo no se alteraron.
–Tras leer 'Siempre hay un precio', la biografía de la banda escrita por usted, uno tiene la sensación de que finalmente se ponen muchas cosas en su sitio. ¿Qué le movió a hacerlo?
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–Me movieron varias cosas. Por un lado, la idea de que me pudiera pasar algo por la covid, que se quedara la información en el aire y el temor a que mi memoria se agotara. Y por otro lado, si alguien iba a hacer algo en torno a la figura de Enrique, que lo hiciera con fundamento y con respeto a la realidad. Por razones que desconozco, la autopsia de mi hermano tardó mucho tiempo en llegar a la familia. Sin embargo, los periódicos daban por sentado cosas que no se correspondían con la realidad. Ese tipo de mal periodismo, que da por hecho cosas que no son, me sentó fatal. Me enfadé mucho. Y me dediqué a trabajar duro para hacer un disco de homenaje y moverlo para que se generaran derechos y ayudar a mi sobrina. Las habladurías se combaten con hechos. Ya me he encargado yo de dejarlo todo bien clarito.
–Podría seguir entrevistándole durante horas y horas, pero todo tiene su fin. Y esta vez quisiera terminar dándole las gracias. Gracias por regalarme tantas lágrimas, tantas emociones y tantos momentos vividos.
–Gracias a ti.
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