Pilar Aranda y Luis García Montero, en el Palacio de Carlos V. A. C. R.

CULTUR_ALH

García Montero y Aranda reflexionan sobre el tiempo y la palabra en la tarde del Carlos V

Juntos hablaron de bares, de aulas, de compañeros de viaje que vienen para quedarse y sobre libertad en el marco del encuentro literario Cultur_ALH

Domingo, 5 de octubre 2025, 19:14

La primera charla de la tarde en la jornada de clausura de cultur_ALH tuvo como protagonistas a dos granadinos, una de adopción y otro ... de nacimiento. La ciudadana adoptiva es Pilar Aranda, quien lo ha sido todo en la Universidad de Granada –incluyendo su papel como primera rectora de la institución– y que ahora trabaja por la consecución de la Capitalidad Cultural en 2031 para Granada, y su colega comisario, director del Instituto Cervantes, catedrático de la Universidad de Granada y amigo, Luis García Montero.

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Que ambos han vivido Granada con sus días y sus noches, a la manera sabiniana, quedó de manifiesto desde el primer momento. Ambos se encontraron en el curso preuniversitario, y repasaron en los prolegómenos de la charla una nómina de garitos y camareros por su nombre, incluyendo a Armando, el de San Remo, recientemente desaparecido y al que muchos granadinos echan de menos. Luego, dejando aparte del tema gastronómico–festivo, se entró en materia sobre el tema que les había colocado sobre el escenario del Carlos V en la calurosa tarde –31 grados marcaba el termómetro a la hora del inicio del encuentro–. Desde la experiencia compartida recientemente en Mondiacult, en Barcelona, Luis García Montero recordó que se ha decretado que la cultura es un derecho humano, más allá de patrias, banderas y orígenes.

El poeta y la exrectora compartieron un pasado de lecturas, escuchas y noches de conversación que cambiaron su vida

Sobre el encuentro en la ciudad condal, hizo referencia el poeta a García Lorca, quien, según afirmó en la última entrevista de la cual fue objeto, se sentía un buen español, un español integral, que odiaba al que era español sólo por serlo, poniendo por encima de todo el patrioterismo barato.

Los primeros contactos con la poesía tuvieron como protagonista libros y discos. Concretamente, el de Serrat en el que ponía música a los versos de Antonio Machado. «Me gustó tanto que ahorré dinero para regalárselo a mi abuelo», recordó. Testigo de la transición tras la muerte de Franco, rememoró aquel primer homenaje a Federico García Lorca en 1976. «Recuerdo la emoción que sentí al dirigirme en el autocar desde el Hospital Real a Fuente Vaqueros, rodeado por los jeeps de la policía, en aquel acto que el Ministerio de Gobernación ocupado entonces por Manuel Fraga redujo a una hora. Igualmente, compartió otro recuerdo de aquel día, cuando se acercó a Blas de Otero, presente en el acto, para mostrarle su admiración y decirle que él había decidido dedicarse a enseñar literatura por él. «Espero que algún día me perdone», fue la respuesta del poeta. Medio siglo después, dijo, no sólo le ha perdonado, sino que le agradece enormemente la inspiración.

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¿Hasta qué punto cuando se habla de cultura se habla del ser humano? Leyendo a Garcilaso descubrió García Montero hasta qué punto era necesario cambiar el paradigma de las palabras y las actitudes. De ahí nació La Otra Sentimentalidad, como respuesta contra el machismo que se había implantado en el país durante la dictadura, una de cuyas víctimas fue su propia madre, quien abandonó sus estudios al casarse con su padre para ser madre de nada menos que seis varones.

Poesía 70

También hubo un momento para recordar el legado de Juan de Loxa a través de su histórico programa de radio 'Poesía 70', en aquella Granada en la que despuntaba un cantautor que respondía al nombre de Carlos Cano y en la que otro que respondía al nombre de Joaquín Sabina acudía a las aulas, aunque no demasiado.

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«Los literatos que no quieren hablar de la vida no es que no sepan de la vida, es que no saben de literatura», dijo García Montero. Referentes como los ya citados como Garcilaso, Lorca o Ayala enseñaron al poeta que estar en el mundo, en la política, no era escribir panfletos ni poner la pluma al servicio de un partido, sino contar lo que ocurre, con todos los matices, con libertad.

Sobre la poesía del presente, dijo que sigue a los autores jóvenes, pero encuentra que los panfletos han sido sustituidos por cierto pensamiento monolítico que dictan las redes sociales, atrapados por la dictadura del 'Me gusta'. «Me interesa la poesía que establece una relación entre el yo y el público, pero que va más allá de ese contexto para comprender la condición humana».

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