Yuja Wang, en un momento de su interpretación. FERMÍN RODRÍGUEZ

Yuja Wang pone boca abajo el Carlos V con un concierto pleno de facultades

La pianista pekinesa se permitió el lujo de ofrecer tres 'bises' y alabó la calidez de un público que se volcó con ella y la elevó a los cielos con su aplauso

Viernes, 7 de julio 2023, 00:33

El de anoche en el Carlos V fue el ambiente de las grandes ocasiones. Sin duda, la presencia de la pianista pekinesa Yuja Wang, una ... de las máximas representantes del 'star system' internacional de la clásica, era el principal atractivo, con permiso de la siempre eficaz Filarmónica de Luxemburgo con su director titular, el valenciano Gustavo Gimeno, uno de los más reconocidos maestros españoles en el extranjero, en el podio. Pero una vez más, siendo claros, el aficionado medio había ido a ver a la Wang, y oyó y vio a la Wang. Creo sinceramente que se debería haber instalado una cámara justo encima de sus manos –no lo habría permitido, estuvo caprichosilla con las fotos–, que proyectara en todo momento para la concurrencia, en una pantalla de dimensiones siderales, el increíble revoloteo de estos apéndices imposibles encima del piano. Pero claro, es que todos habríamos pegado los ojos con cianocrilato a la pantalla y el resto se nos hubiera dado un ardite. En resumen, Wang no es de este planeta. Lo que hizo anoche con la 'Rapsodia sobre un tema de Paganini' de Rajmáninov, no es de este planeta. Créanme. Después de haber visto a Lang Lang encima de este mismo escenario, con Barenboim en el podio, no se pueden establecer comparaciones. Casi nadie recuerda la primera vez que vino al Festival siendo una joven de 22 años, allá por 2009. Entonces, no se había convertido en el fenómeno que es hoy.

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Lo primero que llama la atención de la pianista es su puesta en escena. Dicen que hoy, para triunfar en la clásica, además de ser un buen profesional, hay que pegar bien en las fotos. Y Wang es, también en este aspecto, una bocanada de aire fresco. La hemos visto hacer diabluras con el 'Rondó alla Turca' de Mozart –toques de 'ragtime' incluidos– o con 'El vuelo del moscardón' de Rimsky-Korsakov. La hemos visto epatar con su vestimenta –ayer llevaba un vestido plateado de corte asimétrico, y Louboutin en los pies–. La hemos visto, en resumen, hacer trizas los estándares interpretativos de Richter. En fin, esta crónica se nos va a quedar muy corta para contar lo que anoche observamos, porque Wang es hoy la pianista total, una estrella del rock que encarna un tren al que deberíamos subir a nuestros hijos si queremos que se enganchen a la clásica. Es deslenguada, como lo son a veces ellos. Se ha ciscado en la cara de aquellos que le dijeron un día que por tener las manos pequeñas nunca podría tocar el piano. Y es capaz de transmitir sentimientos. En los 'moderato' se exhibió, en los 'vivo' parecía que la imagen iba a 3x, y los 45 minutos que estuvo en escena –ovaciones, tres propinas con 'Margarita en la rueca' de Schubert, 'Carmen' de Bizet y 'Orfeo y Euridice', de Gluck, y saludos marca de la casa incluidos– debieran haber sido 450. No había concedido propinas en el resto de la gira. Juzguen ustedes mismos.

Gustavo Gimeno cuajó una meritoria labor en el podio. RAMÓN L. PÉREZ

De lo demás, podemos decir, grosso modo, que 'Aqua Cinerea' del valenciano Francisco Coll, es una obra contundente, momentáneamente frenética, industrial, profundamente humana. Fue una buena introducción al resto del concierto. Y de la bellísima, musicalmente hablando, suite de 'El caballero de la rosa' de Richard Strauss, así como de la no menos bella y sentimental 'La valse' de Ravel, es preciso alabar las buenas versiones que Gimeno consiguió de su orquesta.

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