La Orquesta y Coro del Teatro Real, anoche en el Palacio de Carlos V. ARIEL C. ROJAS

Una 'traviata' nada extraviada en el Carlos V

El elenco del Teatro Real desembarca en el Festival con una versión de concierto del clásico de Verdi, con Nadine Sierra como estrella absoluta

Sábado, 12 de julio 2025, 00:16

En enero de 1847, Rose Alphonsine Plessis, conocida en la sociedad parisina como Marie Duplessis, murió sola en una habitación de París. Pobre, lavandera siendo ... una niña, aprendió a ser una cortesana. Entre sus amantes estuvieron el músico Franz Liszt y un escritor llamado Alexandre Dumas, igual que su padre. Este contó parte de su historia cambiándole el nombre. La llamó Margarita Gautier. Sólo seis años después de la muerte de Rose Alphonsine, nació de la pluma de Verdi Violetta Valéry, basada en Margarita. Estas tres mujeres, que son la misma, se encarnaron anoche en la voz y la imponente presencia escénica de la soprano norteamericana Nadine Sierra. Rutilante, plena de gracejo, con un fraseo y una proyección que justifica la fama adquirida en los últimos tiempos, en los que se ha convertido casi en la propietaria de este rol, Sierra apareció en el escenario del Palacio de Carlos V enfundada en un vestido rojo que contrastaba con el negro riguroso de los restantes once solistas del 'cast' traído a Granada por el Teatro Real.

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El Palacio de Carlos V se llenó de un público deseoso de escuchar ópera de la buena. Arrancó el director musical, el húngaro Henrik Nánasi, la obertura con firmeza. Pronto llegó el 'Libiamo ne' lieti calici', obviamente muy aplaudido. Y entró en liza la banda de vientos desplazada a la parte derecha del patio de butacas vista desde atrás. El patio en forma de óvalo de la residencia encargada por el emperador y nunca habitada por él tiene su intríngulis sonoro. Y si bien quien estuvo en el patio no sufrió perturbación alguna, quienes escucharon la ópera desde la platea padecieron, en cierta medida, ese capricho, ya que los vientos se 'comían', en buena parte, a los cantantes. Afortunadamente, la banda participa sólo en momentos muy concretos de la partitura, así que esta circunstancia se quedó en anécdota.

Notas sin fin

Y se quedó en anécdota porque las dos arias de Violetta del primer acto, 'È strano! ... Ah, fors' è lui' y 'Sempre libera', sonaron a música celestial. La respuesta de Xabier Anduaga, Alfredo Germont anoche, tras el escenario, espectacular. Hacía tiempo que no oíamos un dueto de tan alto voltaje. Los agudos que pusieron fin al primer acto, y ese último Mi transformado en trino pareció que no iban a terminar nunca.

Demurova y Sierra, en un momento de su actuación. A. C. R.

No es de extrañar, por ello, que Anduaga entonara con suma convicción su aria del inicio del segundo acto, ese 'De' miei bollenti spiriti'. Muy fino el donostiarra. El público fue muy generoso con el esfuerzo de todo el reparto, y con razón. Tanto la mezzosoprano Karina Demurova, muy vinculada con Granada por su condición de ganadora del Concurso Mozart que impulsara en su día Andrea Marcon y del que desafortunadamente nunca más se supo, en su rol de Flora Bervoix, confidente de Violetta, como Gemma Coma-Alabert, en el papel de la doncella Annina, aportaron grandes momentos al éxito de este montaje. Los solistas salvaron la rigidez de la versión de concierto moviéndose con libertad sobre el escenario, singularmente Sierra, capaz de dar agudos o sostener notas mientras caminaba con total desparpajo. Anoche, el amor de Violetta por Alfredo fue el de todos, su sufrimiento fue el de todos y su muerte –sonoramente perfecta– fue un poco la de todos. Dios salve a Verdi y a Nadine Sierra.

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