Maria Joao Pires, durante la interpretación del 'Concierto número 3 para piano y orquesta', con John Eliot Gardiner a la derecha. FERMÍN RODRÍGUEZ

Pires desata la fiebre en el Carlos V

La portuguesa, afectada por un enfriamiento que la tuvo postrada en los últimos días, excelsa en la ejecución del 'Concierto número 3' de Beethoven

Domingo, 10 de julio 2022, 09:29

Muchas veces hemos hablado de qué hace excepcional a un festival. Y las respuestas son varias, y complementarias. Uno de los elementos son los escenarios, ... y Granada, es obvio, los tiene. El más emblemático, el de las grandes ocasiones, es el Palacio de Carlos V. Otro elemento son los programas. No hay nada más descorazonador que ver a una orquesta tocando algo que no está disfrutando, o que no comparte. El tercero, ese 'plus' que convierte a un ciclo musical en un auténtico festival como es el de Granada, son los artistas. Y ver anoche sentado tranquilamente a sir John Eliot Gardiner en la última fila de platea, mientras quien no le conoce observaba solo a un señor vestido de negro de edad provecta, esperando a que se apagaran las luces para dirigirse al podio, lo reconcilia a uno con la raza humana. El señorío es algo que se tiene, o no se tiene. Igual que el genio. Y de ambos anda sobrado el maestro inglés.

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Y si ese maestro levanta la batuta con el vigor con el que dirigió la 'Obertura Leonore II', la primera de las obras beethovenianas de la noche, uno sabe que merece la pena dedicarse a contar cómo los artistas de raza son capaces de transmitir con una mirada, con un gesto. O cómo alguien, como Maria Joao Pires, es capaz de sobreponerse a un enfriamiento que la ha tenido en cama varios días para venir a Granada y tocar con auténtica maestría el 'Concierto para piano y orquesta número 3 en do menor' del genio de Bonn, el cual, por cierto, escuchamos por última vez en las manos de Krystian Zimerman en este mismo festival, en 2020, el año del vértigo.

Cuando, tras la introducción orquestal del número 3, Pires fijó su vista en las teclas, la temperatura emocional subió instantáneamente en el patio de butacas. Nos cuentan que, durante la tarde, en la prueba de sonido, la máxima preocupación de la intérprete portuguesa era que las manos, muy débiles tras sus días de postración, fueran capaces de percutir con la fuerza suficiente para que la melodía llegara al último rincón del patio. Y llegó, vaya sí llegó.

El público, sabedor de sus circunstancias excepcionales por boca del director del Festival, Antonio Moral, recibió a la Pires con un caluroso aplauso, extensivo a la London Symphony Orchestra, que ayer celebró el 38 aniversario de su primera comparecencia en España, con la interpretación de 'El pájaro de fuego' de Stravinsky. Y a partir de ahí, quienes llenaron el Palacio de Carlos V –pagando la linda suma de 110 euros en el caso de que tuvieran asiento en el patio de butacas, pues son los conciertos más caros del ciclo– disfrutaron de una artista que siempre retiene, por más que las circunstancias de salud le afectaran. Algo que apenas se notó, si acaso en la contundencia de algunas escalas complejas.

Gardiner, esperando el inicio del concierto en la platea. FERMÍN RODRÍGUEZ

La batuta de ese señor que esperaba sentado a que se iniciara el concierto, y su capacidad para que la orquesta 'protegiera' sonoramente a la solista, también tuvo mucho que ver en el éxito del primero de los dos conciertos que la LSO ofrece en este festival. También, claro, como decíamos antes, que lo que oímos anoche fue Beethoven. Un Beethoven muy bien tocado. Desde las escalas en do menor con que entró en escena la Pires en el inicial 'Allegro con brio', hasta la tenue ductilidad con que atacó ese diálogo en torno al tema del 'Largo' y la salida con el 'Rondó. Molto allegro' final, todo sonó como debía. Y tras el descanso, la interpretación de la 'Cuarta sinfonía' hizo que nos alegremos de tener a este excepcional grupo de músicos entre nosotros.

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