Un momento del concierto en el Salvador ALFREDO AGUILAR

Noche de espejos y un programa complicado en la iglesia del Salvador

Los alumnos del curso de Dirección Coral de los Manuel de Falla y parte del coro de la OCG aprobaron con nota alta el examen final

Viernes, 2 de julio 2021, 00:41

En una iglesia del Salvador que luce espléndida y que ayer no completó su aforo tuvo lugar, dentro del FEX, el ya tradicional concierto del ... Curso de Dirección Coral. En esta ocasión, con una atractiva premisa: colocar frente a frente versiones renacentistas y contemporáneas de polifonías litúrgicas, unidas por el 'pie de espejo' de Brahms. Hasta cinco alumnos del curso pudieron ayer dirigir piezas en un concierto que respondió a las expectativas. No en vano, el coro que cantó estuvo formado por parte de los integrantes del de la OCG.

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Dos visiones, pues, contrapuestas de un mismo repertorio literario. El inicial 'Timor et tremor' de Orlando di Lasso sonó como una invitación al recogimiento de la mano de Tomeu Quetgles, mientras que el 'Ave virgo sanctissima' de Guerrero quedó en manos de Pablo Camblor. Luego, dos jóvenes directoras, Amelia Marín y Laura Russin, se hicieron cargo, respectivamente, del 'O magnum mysterium' de Tomás Luis de Victoria, y del 'Cantate Domino' de Monteverdi, mientras que Cornelia Rupert dirigió el 'Sanctus–Benedictus' de di Lasso. Tras el cambio en la disposición del Coro, se afrontó el 'O Heiland, reiss die Himmel auf', de Brahms, donde las sopranos brillaron con especial fulgor en las complicadas notas altas y las entradas fueron siempre a tiempo. Reto superado.

Relieve

Ya en la parte contemporánea, el 'Timor et tremor' de Poulenc fue complejo, con los pianos dando relieve a los pasajes más recogidos y apelando al perdón divino con humildad. Muy bien sostenida esa larga última nota. Lidia Fernández dirigió el 'Ave virgo sanctissima' de David Azurza, menos limpio en su partitura, complejo, con mucho texto en pocas notas, lo que dificultó su interpretación sin duda, con el hándicap de las mascarillas, lo que hizo comprensibles algunos pasajes más difíciles de entender. Muy distinto el 'O magnum Mysterium' de Poulenc, aprovechando las delicadas notas escritas por el francés y obteniendo el máximo resultado.

Gozoso el 'Cantate domino' del esloveno Ambroz Çopi, con Rupert dirigiendo y una salida un tanto precipitada. Para finalizar, el 'Sanctus Benedictus de Vila', más sobrio, con claro protagonismo de los varones, pero igualmente bello, dio fin a 45 minutos de buena música coral bien interpretada.

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