Ton Koopman | Director de orquesta
«La música barroca y el jazz están emparentados por la improvisación»Como artista residente, se ha reencontrado con una ciudad que conoció en 1979 y que aprecia su profundo conocimiento de la obra de Bach
El director de orquesta, organista y clavecinista neerlandés Ton Koopman (Zwolle, Países Bajos, 1944) ha sido el gran protagonista de la semana en el Festival ... Internacional de Música y Danza. Ha ofrecido nada menos que tres conciertos, dos en el programa principal del ciclo, y uno en el FEX, en los últimos tres días, y hoy impartirá una clase magistral a la que acudirán un selecto grupo de organistas, interesados en profundizar en la obra de Bach y en el modo de interpretar de este auténtico sabio. Además, el jueves por la noche, al término de su concierto en el Hospital Real, recibió la Medalla de Oro del Festival. Esta entrevista se realizó antes de uno de los ensayos que realizó en el Auditorio Falla.
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–Regresa usted al Festival de Granada para recoger el cariño de un público que le vio aquí por primera vez en 1979. ¿Quién era ese Ton Koopman que vino a Granada en aquel momento?
–(Risas) Pienso que era el mismo queha venido esta vez... Sólo soy un poco más viejo en lo físico, pero no me siento más viejo. Creo que soy el mismo, un músico ilusionado con transmitir al público la maravilla que es la música barroca y en particular, la música de Bach. Creo que el público español, ahora el granadino, tiene los oídos y la mente muy abierta para oír maravillas como la 'Pasión según San Juan'. La acogida ha sido muy cálida, y muy cariñosa, porque supieron los problemas que tuvimos para llegar a Granada el pasado miércoles (su avión sufrió un retraso de más de diez horas) y nos sentimos muy felices por el largo aplauso del público.
–Es un músico clásico, gran especialista en el periodo barroco, 'atrapado' entre dos generaciones de músicos de jazz. ¿Su 'epifanía' ante la música de los siglos XVII y XVIII fue la misma que, se dice, sienten quienes descubren el jazz?
–Desde luego. Para mí, la música barroca suena siempre fresca, siempre nueva. Tiene en su interior un ritmo muy particular. Está unida con el jazz por ciertos elementos de improvisación. Mi padre era músico de jazz, y mi hija Marieke es músico de jazz. Ella ha venido a Granada para actuar conmigo en el espectáculo 'Cecilia', que hicimos para el público más joven en el marco del FEX. Es una gran cantante y bailarina, y estoy muy orgulloso de su trabajo. Tiene ya un disco en el mercado, y me encanta trabajar con ella, entre otras razones, porque nunca pensé que lo haría. ¡Creo que hacemos una buena pareja artística! (sonríe). Además, ambos disfrutamos mucho con lo que hacemos.
–¿Qué diferencia a Bach del resto de los compositores, además de su increíble capacidad de trabajo y su amplia producción?
–La gran diferencia de Bach con el resto de compositores es el hecho de que es, sencillamente, el mejor compositor que jamás haya existido, al menos para mí. Es capaz de provocar la emoción como nadie, y al mismo tiempo, es igualmente capaz de excitar la inteligencia como nadie. Esto es increíble, cómo equilibra las reacciones que emanan de la naturaleza humana. Por ello, es un compositor al que apetece escuchar y tocar una y otra vez.
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–Es curioso, sin embargo, que la inmensa mayoría de las orquestas programan mucho más a otros autores, como Mozart y Beethoven, que a él. ¿A qué cree que se debe esta circunstancia?
–Muchas orquestas han descubierto a lo largo del tiempo que no pueden interpretar a Bach como a otros, porque es más difícil para ellos. Además, cuando se le interpreta de forma incorrecta, queda una especie de marca que el público aprecia y que supone un riesgo que no todos están dispuestos a asumir.
El entorno
–¿Cómo era el ambiente musical en que usted creció en los Países Bajos?
–Era interesante, estaba en continua ebullición. Comencé en formaciones de jóvenes en las que interpretábamos a Palestrina y a otros compositores, mientras que Bach era un autor a cuyo repertorio sólo se acudía en fiestas señaladas, como Navidad o Semana Santa. Le descubrí siendo muy joven a través de sus obras para órgano, y quedé maravillado.
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–Usted toca en solitario y dirige conjuntos. ¿Cuándo disfruta más la música? Porque cada modalidad tiene ventajas e inconvenientes...
–Así es. Pero siempre disfruto. Cuando estás solo, sabes que toda la responsabilidad recae en ti, pero siento esa misma responsabilidad, ese deseo de contribuir al trabajo común, cuando dirijo orquestas. Cuando trabajo con otros músicos durante tres o cuatro semanas, se crea una conexión humana muy interesante. La música es mi vida, es mi credo, y siempre es para mí un motivo de regocijo, en cualquier momento, hacer lo que hago.
«Bach es capaz de provocar la emoción mejor que nadie, y al mismo tiempo, apelar a la inteligencia»
–En España tenemos a Jordi Savall, con quien ha trabajado, como referencia en la investigación musical. ¿Ha sentido usted, como él ha dicho de sí mismo en alguna ocasión, cierta incomprensión hacia su trabajo?
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–Creo que quienes toman las decisiones a nivel gubernamental deben apoyar siempre la buena música, y la investigación musical ayuda a descubrirla. Creo que ciertos responsables públicos deberían emplear menos dinero en apoyar cosas estúpidas y apoyar el arte, porque el arte es lo que, realmente, hace crecer a los países.
–¿Qué va a transmitir a sus alumnos en la clase que les brindará hoy sábado?
–Mis alumnos van a ser organistas españoles de muy dilatada trayectoria, y que han aprendido muy bien. Creo que la educación musical española es muy buena. Trataré de transmitirles mis sentimientos como intérprete, la importancia de la improvisación, de ir más allá de la grandilocuencia del sonido para quedarse en los detalles que hicieron de Buxtehude o Bach los grandes autores que han perdurado.
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–¿Orgulloso de haber recibido la medalla del Festival?
–Profundamente. Es importante que un festival como este, que se celebra en un país distinto al mío, reconozca mi labor, así que mi felicidad es total.
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