«El momento histórico que estamos atravesando es oscuro y crítico»

–Ha pasado un año desde que el Malandain Ballet Biarritz estuvo programado en Granada y la pandemia impidió que pudiera participar en la anterior edición del Festival. ¿Qué ha ocurrido durante este año pasado con su ballet?

–Durante esta temporada 2020-21 hemos bailado muy poco en Francia, pero más en España, donde los teatros permanecieron abiertos. En este periodo, creamos 'Sinfonía' con música de Luciano Berio, en San Sebastián. Al mismo tiempo, pusimos en pie 'L'Oiseau de feu', y Martin Harriague, coreógrafo asociado del Ballet, preparó 'La consagración de la primavera'. Presentaremos estos ballets de Igor Stravinsky en septiembre en Biarritz, y luego en París en noviembre, si todo va bien.

–Beethoven no es el primer músico que le viene a la mente a un aficionado cuando se trata de ballet. Sin embargo, su sexta y séptima sinfonías se prestan bien a la coreografía. ¿Cuál es la particularidad de esta 'Pastoral' que presenta en el Festival?

–Siguiendo los pasos de un joven, una especie de héroe romántico, 'La Pastorale' evoca la antigüedad helénica, como un lugar de nostalgia y perfección artística. El ballet utiliza tres partituras de Beethoven. Se abre con 'Las ruinas de Atenas', que ilustran la vida real, pero también la destrucción de un ideal llevado por la antigüedad helénica. Rodeado de cuatro personajes, que pueden entenderse como guías espirituales, de la 'Sinfonía Pastoral', el joven alcanza entonces este ideal en forma de sueño antiguo. Luego, muere y llega al cielo, en la 'Cantata op 112', titulada: 'Mar en calma y feliz viaje'.

–Como coreógrafo, usted ha derribado algunas barreras a la hora de elegir a los autores para coreografiar. ¿Qué le aporta un clásico como el genio de Bonn?

–(Sonríe) No sé si rompí barreras, pero realmente aprecio a Beethoven por su poder y humanidad, y ya previamente había coreografiado 'Las criaturas de Prometeo', así que es un autor con el que me gusta trabajar.

–La 'Pastorale' aboga por el regreso a los orígenes. Desde el punto de vista coreográfico, ¿cómo se expresa este deseo de permanecer en lo importante?

–En varios momentos de nuestra historia, la creación artística se ha inspirado en la antigua Grecia, a menudo idealizada y supuestamente creadora de la belleza como concepto abstracto. El momento que estamos atravesando es oscuro y crítico, y he intentado sumergirme en esta época dorada, en esa búsqueda de lo verdaderamente necesario.

–¿Qué valores aprendió como bailarín principal que luego transportó a esta compañía que lleva tu nombre?

–Sobre todo, aprendí que hay que trabajar y que nada se obtiene sin esfuerzo, por eso mis bailarines trabajan, pero con franca humanidad y un ambiente propicio para la creación artística.

–Hay coreógrafos que optan por una sencillez casi minimalista o un escenario desnudo. Otros confían en el juego de luces y proyecciones. ¿Cuál es tu filosofía escénica?

–Por elección estética, pero también por motivos económicos, apuesto por la sencillez de las escenografías, y por la luz. Nunca usé proyecciones, distrae al público, que ya no disfruta del baile en su integridad.

–Ya conoce las peculiaridades del Teatro del Generalife. ¿Cuál es el mayor desafío para usted en este escenario?

–Nos vamos a adaptar a este nuevo marco tan especial, tan particular, y François Menou, el creador de las luces, estará presente para ayudarnos a hacerlo lo mejor posible. Esperamos que el resultado guste al público.

–¿Qué le gustaría que recordara el espectador en casa después de ver 'La Pastorale'?

–'La Pastorale' es un ballet que cultiva la belleza, después de un año tan difícil, espero que el público se sienta más ligero, menos agobiado por los problemas diarios.

–Lo que conoce de Granada, ¿le motiva a actuar en este Festival, que el año pasado fue el primero en Europa?

–Por supuesto. Por su historia, sus múltiples culturas, Granada es una ciudad fascinante y estoy realmente encantado de poder actuar en este Festival.