Liñán muere de amor en el Generalife
El bailaor granadino triunfa en el Festival con su último montaje, que funde copla y flamenco para reflexionar sobre los estados del enamoramiento
Jorge Pastor
Miércoles, 25 de junio 2025, 00:40
Pocos teatros, muy pocos, han acogido a lo largo de la historia a leyendas de la danza como Margot Fonteyn, la reina del Royal Ballet ... de Londres; Maya Plisetskaya, la primera bailarina del Teatro Bolshoi; Rudolf Nureyev, el mito que interpretó como nadie 'El Lago de los Cisnes'; Antonio Gades, que recorrió medio mundo y luego el otro medio con 'El amor brujo' o 'Bodas de sangre'; Tamara Rojo, la 'number one' del English National Ballet; o nuestras paisanas Blanca Li o Patricia Guerrero, dos referentes del baile contemporáneo. Ese teatro tiene nombre y apellidos y está en Granada. Se llama Teatro del Generalife y anoche acogió el último espectáculo que ha salido de la cabecita de Manuel Liñán, un artista que, como Fonteyn, Gades o Li, va dejando su impronta por todos los escenarios donde taconea. Ayer jugaba en casa, en Graná, donde ya compareció por pagos alhambreños en 2020. Y eso se notó. Complicidad a raudales durante la hora y tres cuartos que duró la función.
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¿Qué es el amor? Platón decía que era la fuerza que buscaba la belleza, que trascendía lo físico y conectaba con lo eterno. No sé si Manuel Liñán tenía en su mente este aforismo cuando parió 'Muerta de amor', el espectáculo de hora y media con el que compareció este martes en el Festival de Música y Danza. Pero lo cierto es que los 1.600 espectadores que llenaron el Teatro del Generalife vieron un extraordinario montaje sustentado en tres pilares: belleza, corporeidad y eternidad. Y todo con esa forma tan emocional de entender el arte de Liñán, que funde orgánicamente lo tradicional con lo actual y que rompe las barreras de género para mayor desgracia de las mentes estrechas –cómo aúllan los 'haters' cuando lo ven danzar con bata de cola y mantón de manila–.
La escenografía de 'Muerta de amor' es minimalista y simbolista, todo es rosa y todo es negro
Una noche muy agradable en la Alhambra. Por el 'Muerta de amor' de Liñán, pura pasión, y por esa vivificante brisilla que corrió durante toda la noche en la Colina Roja, con los últimos amarillos crepusculares apagándose en el horizonte de la Vega a las 22.30 horas, cuando empezó la función. Qué evocador el jirriar de los vencejos y el croar de los batracios.
Programa para hoy
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La semilla de los tiempos El Ballet Flamenco de Andalucía y la Accademia Piacere presentan 'Origen, la semilla de los tiempos', con la dirección artística de Patricia Guerrero y la musical de Fahmi Alqhai, en el Palacio de Carlos V (22.00 horas).
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Arbor Quartet El cuarteto de cuerda ofrece un concierto en el Jardín Arqueológico de los Alixares (Cementerio de Granada). A las 21.00 horas dentro de la programación del Festival Extensión.
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Phasmes Circo y danza en el Parque del Molino de los Aragoneses de Monachil. A las 21.00 horas dentro de la programación del Fex.
'Muerta de amor' es una fusión de flamenco y copla. El flamenco por ser el medio natural en el que se ha desenvuelto el talento de Liñán, curtido en sus comienzos en los tablaos y las cuevas del Sacromonte, y la canción andaluza porque, como él mismo ha reconocido, es la banda sonora de su vida y de sus relaciones, esas que moldean las emociones y las reflexiones. Porque eso es, básicamente, 'Muerta de amor', una reflexión sobre los estados del enamoramiento: deseo, sexo, miedo, decepción, frustración, alegría, tristeza… Todos esos sentimientos, a veces encontrados, subyacen y emanan en esta creación con la que Manuel Liñán, Premio Nacional de Danza en 2017, lleva girando dos años por toda España y con la que está cosechando un éxito detrás de otro. Con 'Muerta de amor' ha obtenido galardones tan prestigiosos como el Premio del Público en el Festival de Jerez.
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Minismalismo y simbolismo
La escenografía de 'Muerta de amor' es minimalista y simbolista a la par. Todo es rosa, el color de las niñas y los estigmas. Todo es negro, elegante y misterioso. Y todos visten trajes oscuros como la noche modelados por Ernesto Artillo. Tanto el cuerpo de bailarines, formado por Manuel Liñán, José Maldonado, Juan Tomás de Molía, Miguel Heredia, José Ángel Capel, David Acero y Ángel Reyes, como los músicos. Impresionante, por cierto, la voz poderosa de Mara Rey y qué estilazo tocada con esa elegante peineta que por momentos recordaba a la emperatriz de Montijo. Juan de la María al cante, Francisco Vinuesa a la guitarra, Víctor Guadiana al violín y Javier Teruel a la percusión completan el elenco de lujo que acompaña en esta aventura a Manuel Liñán, que ejerce la dirección artística y el cuidado diseño de la coreografías. Muy interesantes, por cierto, la inclusión de los micros y los pies de micro en las escenas y los hipnóticos juegos de sombras.
Los siete bailarines no solo ofician como tales, sino como cantantes. Canciones como 'Un clavel' o 'Me muero, me muero' arañan el corazón. Y más cuando las entona Mara Rey –los pelos como escarpias–. Una atmósfera coplera con norte flamenco. No faltaron las alegrías ni las soleás, pero tampoco los palos del folclore más español. Arte aderezado con una pizquita de humor –que no falte– y sobre todo mucha libertad y mucha 'locura'. Un cóctel que embriaga al público. Por eso la ovación fue tan atronadora.
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El Festival continúa hoy con el Ballet Flamenco de Andalucía y la Accademia del Piacere en el Palacio de Carlos V.
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