Un momento del recital de anoche con Juan Carlos Garvayo en el Centro Lorca. PEPE MARÍN

Juan Carlos Garvayo, un experto ante toda una generación sonora

El intérprete motrileño se lució con un programa que domina y ofreció una lección de fuerza y concentración en el piano de Rubinstein

Jueves, 30 de junio 2022, 00:04

Pocos homenajes musicales hay en la historia que hayan tenido el recorrido del que se dispensó a Debussy con ocasión de su muerte en 1918. ... Falla fue gran amigo de este, y al igual que ocurriera con Dukas, quiso recordar a su deudo con un recordatorio de su obra. En la tarde de ayer, Juan Carlos Garvayo abordó en el Centro Lorca un recital corto pero intenso, en el que el motrileño y Premio Nacional de Música hizo un recorrido por una época de la creación para piano o arreglada para piano, con honda raigambre en nuestro propio tiempo, ya que también se reestrenó 'Entra el alba en la Alhambra', obra de Mauricio Sotelo, encargada al madrileño, compositor residente del Festival, por el Centro Nacional de Difusión Musical, y publicada este mismo año.

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Garvayo se labró hace ya décadas un sólido prestigio como intérprete privilegiado de la música del siglo XX, esa que a veces exige ir más allá de la partitura y valorar la intención de su creador, así que el repertorio que ejecutó significaba para él, usando un término futbolístico, jugar en casa.

La poco más de media entrada que registró anoche el auditorio del edificio de la Romanilla asistió, no solo a un recital estupendo, sino a una lección musical. Garvayo no se resistió a ejercer su faceta pedagógica –la misma que desempeña en el Real Conservatorio de Madrid– y aprovechó el momento posterior a la ejecución de 'Homenaje 'Le tombeau de Debussy' para explicar cómo el francés escribió 'La Puerta del Vino', la siguiente obra que interpretó, tras observar una postal coloreada en sepia de dicha puerta que Falla le envió a París. «Los franceses escribían sobre España a ritmo de habanera, pero esto me suena a tiento», dijo muy gráficamente. Y aunque Debussy jamás 'vino' a Granada, lo cierto es que el caldo le salió redondo. Al igual que la bellísima 'Lindaraja', esa obra originalmente escrita para dos pianos, que Garvayo interpretó incidiendo en sus pasajes más líricos, y susurrando casi las transiciones.

Piano con solera

Los avances de la técnica –ya los pasapáginas solo los usan los muy clásicos–permitieron a Garvayo –de negro y gris– no perder ripio de la partitura. Con aire muy concentrado, solemne, interpretó en el mismo piano «algo afónico» que un día usara Rubinstein, el homenaje a Dukas de Falla, y luego 'El llanto lejano del fauno', el tributo del propio Dukas tras la muerte de Debussy, una pieza tan oscura como enigmática, con la cita del 'Preludio', retocada, marcándola.

El reestreno de Sotelo resultó ser un aflamencado divertimento con cambios de 'tempo' y escalas a veces vertiginosas, evocadoras del bullicio diurno y la serenidad del amanecer en la fortaleza roja. Y en la fase final del recital, Garvayo primero interpretó el homenaje de Joaquín Nin Castellanos a 'Claudio' Debussy tras su muerte –con un perfume colonial de habanera y guajira–, luego la chispeante 'L'espagnolade' de Ernesto Halffter, casi un compendio no solo de la música del sur, sino de la del norte, y las 'Tres canciones y danzas españolas' de Suriñach para cerrar.

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