Concierto matinal en el Hospital Real. Lleno total y es que el público está respondiendo admirablemente a la buena propuesta realizada por la dirección del ... Festival. Y se advierte en estos conciertos cómo acude un público muy interesado en los programas ofrecidos y cómo se nota que hay una cultura musical entre los asistentes. En estos conciertos no solemos padecer esos murmullos, esas toses fuertes en las pequeñas pausas. El silencio, el recogimiento y la atención suelen ser las características de un público que, además, responde con entusiasmo a la oferta musical planteada.
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El Quartet Gerhard ha sabido responder sobradamente a las expectativas creadas. Está constituído por Lluís Castán Cochs como violín; Joel Badolet Vilaró, violín; Miquel Jordá Saún, viola y Jesús Miralles Roger, violonchelo. La composición inicial del cuarteto se ha visto alterada por la indisposición de Judith Bardolet que ha tenido que ser sustituida por su hermano, el también violinista Joel Bardolet.
Lo primero que encontramos en este cuarteto es la calidad instrumenta de cada uno de sus miembros. Sonido perfecto, afinación diez. Verdadero virtuosismo sin recurrir a alardes extemporáneos, ofreciendo un trabajo, una seriedad, un rigor interpretativo, fruto de una gran preparación y de un continuo trabajo. Pienso que ha sido un gran acierto programar a este excelente conjunto de cuerda.
Programa con dos partes muy diferenciadas. El tributo a la música contemporánea encarnado en el cuarteto 'Arquitecturas de la memoria' de José María Sánchez-Verdú y en el Quartet Tardoral, de Antoni Ros Marbá, tantas veces protagonista de las sesiones del Festival desde el podio de la dirección orquestal y que hoy llegaba a la muestra granadina en su calidad de muy buen compositor. La segunda parte protagonizada por el gran Schubert del que se ha ofrecido el Cuarteto de Cuerda nº 15.
La obra de Sánchez-Verdú exige una altísima calidad interpretativa. No es fácil, con una estética propia de lo que ha sido y sigue siendo en buena medida la música actual. Obra muy elaborada, de difícil ejecución. Obra intensa que requiere una gran concentración tanto en los intérpretes como en el público para poder asimilar positivamente una creación muy intensa y muy personal, y no demasiado asequible para muchos.
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La faceta compositiva de Ros Marbá es muy positiva. Una obra donde aprovecha su gran conocimiento de las posibilidades de los instrumentos, de la cuerda, para sacar el mayor provecho, para obtener la mayor riqueza tímbrica. Tiene una estética contemporánea pero no renuncia a la tradición. Es un cuarteto de belleza y de dificultad interpretativa. Es una obra hermosa y muy bien elaborada.
Y la belleza, la excepcional calidad del Cuarteto schubertiano donde se ha puesto muy de manifiesto la capacidad interpetativa. Una calidad puesta al servicio del mejor Schubert.
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