El hermosísimo y sugerente escenario del Corral del Carbón, con Garvayo como protagonista. RAMÓN L. PÉREZ

Garvayo se impone a la Quinta

El pianista motrileño ofreció una buena versión de la difícil sinfonía de Beethoven transcrita por Liszt

josé antonio lacárcel

Granada

Miércoles, 22 de julio 2020, 01:18

El otro día alguien me preguntaba por qué razón prefería ir a los conciertos que se daban en el Corral del Carbón en vez de ... asistir más a los de los escenarios alhambreños. No se trata de preferencia, la música es maravillosa en cualquiera de los sitios en que sea ofrecida, siempre que haya calidad interpretativa y exista también un programa que tenga el suficiente atractivo. Pero sinceramente se ha presentado este año una ocasión única de poder saborear algo tan hermoso y que no se escucha frecuentemente en las programaciones habituales de nuestra ciudad. Me estoy refiriendo a la posibilidad de asistir a la oferta que supone dar la versión integral de las nueve sinfonías de Beethoven, con la transcripción genial que supo hacer Franz Liszt. En los muchos años que llevo escribiendo en torno al festival granadino –ahí es nada desde el año 1968– nunca se me ha presentado esta oportunidad y como a la Fortuna, que describe Quevedo, hay que agarrar esta oportunidad por los cabellos y disfrutar al máximo.

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Las circunstancias tan anómalas que estamos viviendo este año han obligado a presentar una programación de excepción y en medio de la misma han tenido cabida estas geniales obras maestras que debemos al talento de Beethoven y de Liszt en un maridaje realmente excepcional. Al Corral del Carbón vamos a saborear Música, sí, con mayúscula, pudiendo deleitarnos en la expresividad de un instrumento tan hermoso y de tantas infinitas posibilidades como es el piano. Y compensa, vaya si compensa, porque además se ha seleccionado un grupo de jóvenes intérpretes, muy buenos, excelentes, con una gran preparación, que han afrontado un reto nada fácil de superar y lo están haciendo con creces. Así que allí en el Corral del Carbón, hermosísimo y sugerente escenario al que sólo le pongo el inconveniente del terrible calor que almacena en sus nobles piedras, en ese precioso escenario Beethovenn suena en toda su intensidad, en toda su profunda belleza, tamizada con la elegancia natural de Liszt. Pues sí, me declaro fanático rendido de estos hermosos y gratificantes conciertos. Que además resulta que están constituyendo un gran acierto porque los intérpretes están dando la talla superando las enormes dificultades que tienen estas obras, vertidas al piano por quien era un virtuoso de este instrumento.

El motrileño Juan Carlos Garvayo ha tenido que enfrentarse a uno de los platos fuertes más intensos y difíciles de interpretar como es la versión Liszt de la Quinta Sinfonía. La complejidad de la obra orquestal se traslada al piano que, a su vez, se vuelve tremendamente complejo haciendo que la dificultad interpretativa sea grande. Hay que tener muy trabajada esta sinfonía para afrontarla con garantías de éxito. Juan Carlos Garvayo ha demostrado el por qué de la fama que le precede. Su labor ha sido francamente buena en esta obra, luchando y saliendo triunfante del cúmulo de dificultades que presenta la interpretación de una obra tan compleja, tan intensa y encima conocidísima del público. Convincente en el allegro con brio inicial, muy concentrado en el andante con moto que presenta uno de los temas más solemnes y grandiosos de Beethoven, elegante en el scherzo y finalmente ha ofrecido un allegro final de gran brillantez, y aquí no valen las medias tintas. Garvayo ha puesto el alma en la interpretación y el público ha respondido generosamente a la generosidad del pianista.

Que inició el concierto con la interpretación de la deliciosa Sinfonía nº 2 del compositor alemán. Muy volcado en el movimiento inicial, ha sido elegantísimo en el larghetto donde ha sabido destacar ese mundo de delicadeza, ese mundo que surge de la bellísima melodía beethoveniana y que se desarrolla a lo largo de todo un movimiento de exquisita belleza. Y a buena altura los dos movimientos siguientes, gracioso, lleno de encanto en el scherzo y mostrando toda la belleza que encierra el final del allegro molto, donde el piano ha hablado con toda la fuerza de la que es capaz, supliendo al cromatismo de la orquesta. Bien el pianista que ha tenido una noche grata llena de dificultad pero que ha sabido solventar con sobrada soltura.

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