Festival de Música y Danza de Granada
La fría princesa se derrite ante el amor y los instrumentos de 225 artistasLa Orquesta y Coro del Teatro Real migran por un día a Granada para mostrar una 'Turandot' potente y clara, con unos solistas de alto nivel
La fecha del 12 de julio estaba marcada en rojo en el calendario de los aficionados granadinos al 'bel canto'. Y por eso, el patio ... de butacas y la galería del Palacio de Carlos V se llenaron para asistir a la representación de 'Turandot', el montaje que ahora mismo está en cartel en el Teatro Real y cuyos 225 componentes bajaron a Granada –haciendo, por cierto, un intercambio sonoro con la OCG y Camarena, que actuaron anoche en el coliseo de la plaza de Isabel II–, sin la, para muchos, muy particular y estática –casi extática– escenografía de Robert Wilson. El juego de luces en rojo y negro se quedó anoche en el negro de los intervinientes, en mangas de camisa por los 32 grados que marcaba el mercurio en el momento en que Nicola Luisotti –el sí en frac, sin concesión alguna–, levantó la batuta por primera vez.
Publicidad
La presencia escénica de Orquesta, Coro y solistas fue estupenda. Después de un inicio lleno de vigor, con un Jorge de León (Calaf) pletórico y una delicadísima Salome Jicia (Liú), dándole la réplica, la georgiana se llevó el primer aplauso de la noche tras el aria 'Signore, ascolta!'. Con Ping (Germán Olvera), Pang (el granadino Moisés Marín) y Pong (Mikeldi Atxalandabaso) saliendo y entrando del escenario, el primer acto se desarrolló entre exhibiciones vocales del coro, con ese gran final de mal augurio 'La fossa già scaviam per te'. Un gran aplauso del público, que se estaba divirtiendo, recompensó el esfuerzo de todos, incluyendo el Coro Infantil de Elena Peinado, cuyos componentes cumplieron a la perfección el papel asignado.
Con apenas unos segundos de ajuste de instrumentos (la maquinaria del Real funciona a la perfección), la audiencia se introdujo en el segundo acto. En el primer tramo de este, los ministros encargados del funeral tienen su momento de gloria, y respondieron plenamente a las expectativas. Estupendo el barítono Germán Olvera y muy limpia la voz del granadino Marín en los subrayados. Tuvo mucho mérito transmitir sin ese báculo que supone el vestuario y la escenografía, haciendo partícipe al respetable de su condición de servidores públicos, obligados 'velis nolis' a hacerse cargo de los despojos amorosos masacrados por Turandot. Su historia, contada no sin ciertas dosis de sardónico humor, fue seguida con atención por el público. Por encontrar un pero, quizá hubiera sido más interesante poner los sobretítulos en italiano y español, ya que ingleses en el patio de butacas, creemos, no hubo muchos.
Réplicas brillantes
Calaf mantuvo su nivel durante todo el primer y segundo actos. Lleno de dramatismo estuvo ese mano a mano entre de León y Vicenç Esteve en el papel del Emperador, con el «loco» y enamorado príncipe manteniéndose en sus trece de jugarse la vida. El contrapunto del narrador y apoyo de la historia fue ejercido con una contención destacable por el coro, y la orquesta no hizo ni una sola entrada a destiempo. Luisotti es uno de los grandes especialistas mundiales en dirección operística. Verdi no tiene secretos para él, y Puccini, tampoco. En cuanto a la gran protagonista –a pesar de que su presencia en escena no es mucha–, Turandot (Anna Pirozzi), muy elegante con un vestido negro de hombros asimétricos y rematado con strass, es preciso decir que desde 'In questa reggia' se mostró sobrada de voz, proyectando los agudos con suficiencia y con un fraseo excelente. El dueto con Calaf, redondo. Qué pena, una vez más, no tener un teatro de ópera.
Publicidad
En cuanto al tercer acto, el pabellón artístico siguió en todo lo alto. Sugestivos los pasajes orientalistas por parte de la orquesta, excelsa Jicia en 'Tu che di gel sei cinta', y excelente el criterio de Luisotti cortando de raíz el aplauso de los néofitos tras el 'Nessun dorma' -bueno, sin alardes, Jorge de León-. Porque 'Turandot' es mucho más que esa fantástica aria que popularizara Pavarotti. Es una historia que nos enseña, como dijo la Pirozzi a IDEAL, que no hay que rendirse a la primera. Por eso, si queremos ser Capital Cultural en 2031, no sería mala idea el ir pensando en construir un buen teatro para la lírica. Espectáculos como el de anoche merecen un espacio acorde, y en Granada -'parvenus' aparte- hay afición, y buenos artistas.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión