El Festival arranca con una llamada a la reconciliación en forma de 'Misa' de Bach
La obra, interpretada por La Cetra y usada tanto por católicos como por luteranos, enfervorizó a un público que llenó el Palacio de Carlos V
Dijo ayer Andrea Marcon en la entrevista concedida en exclusiva a IDEAL que si los responsables de los gobiernos oyeran más a Bach habría menos ... guerras. Teniendo en cuenta la evolución reciente de los acontecimientos, no podemos estar más de acuerdo con la afirmación. Desde luego, la 'Misa en si menor' de Bach que interpretaron anoche La Cetra y el Vokalensemble Basel sería capaz de operar una tregua de dos horas en cualquier conflicto. El trevisano volvió a Granada tras dos años, desde su concierto en 2023 con esta misma orquesta y la mezzo checa Magdalena Koczena, la señora de sir Simon Rattle. Si entonces arrancó aplausos de entusiasmo del público, lo ocurrido anoche en el patio del Palacio de Carlos V justificó la elección de Paolo Pinamonti para la apertura del Festival de este año. Una apertura muy especial, teniendo en cuenta que la cita constituyó un homenaje más que justo a la figura del compositor y director de orquesta granadino Miguel Ángel Gómez Martínez, el más importante de la historia de la música en nuestra tierra, fallecido prematuramente el pasado verano. Entre el público se encontraba su viuda, la también granadina Alessandra Ruiz-Zúñiga Macías, quien recibió antes del espectáculo los saludos de los numerosos amigos que el autor de la 'Sinfonía del agua' dejó en su ciudad natal.
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La tarde estuvo amenazando lluvia, pero cuando el sol –suponemos, dado lo encapotado del cielo– se ocultó, el suelo y las sillas del Palacio estaban totalmente secas. La presencia del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, tanto en el cóctel inaugural como en el concierto en sí añadió cierto caché a la velada. También estuvieron la consejera de Cultura, Patricia del Pozo, y la viceconsejera Macarena O'Neill, además de la alcaldesa, Marifrán Carazo, y el concejal del ramo, Juan Ramón Ferreira. Y aunque el público ya no viste de etiqueta, ni siquiera de media etiqueta, cuando acude a eventos clásicos como este, sí que se respiraba cierto aire de solemnidad, quizá favorecido por el hecho de que, en la más pura tradición original de este ciclo de conciertos, el director eligió el día del Corpus para comenzar.
Con los breves minutos de cortesía habituales en esta fiesta de la música y la danza, comenzó la 'Misa'. Como antes comentábamos, Bach nunca defrauda, y como también afirmara Marcon en la entrevista publicada en IDEAL en el día de ayer, la música barroca está de moda porque por fin se le presta la atención debida y se la ejecuta como se debe. Tuvimos la oportunidad de escuchar con calma tanto la grabación que Marcon y La Cetra hicieron de esta obra el pasado 2024 –publicada por el sello Arcana– como la que hiciera en su día Karl Richter con la Orquesta y el Coro Bach de Múnich. Ciertamente, la interpretación que han hecho el trevisano y el conjunto que dirige de esta 'Misa' le otorga cierta 'alma'. Ya desde el inicial 'Kyrie eleison' (perfecta entrada del coro y la orquesta, sin preámbulos), se pudo comprobar que la construcción de la ejecución por parte de Marcon y los suyos era más que sólida. Plena solemnidad en este acto de contricción en sus tres partes, la primera y tercera a cargo del coro y la segunda interpretada por las dos cantantes femeninas, en este caso la joven soprano vasca Jone Martínez y la 'mezzo' austríaca Lea Elisabeth Müller, las dos no incluidas en la grabación del disco, como sí lo estuvieron los tres solistas varones de anoche, el contratenor español Carlos Mena –una de las felices presencias constantes del ciclo–, el tenor formado en Suiza Jakob Pilgrim y el barítono berlinés Tobias Berndt.
Tras la solemnidad de la contricción, llegó el momento del exultante inicio del 'Gloria', testimonio de la extraordinaria capacidad musical del genio de Eisenach. El autor fue suficientemente generoso para construir una partitura –reciclada, en parte– que aprovecha la capacidad de transmisión del coro, alternándola con la intervención de los solistas, con duraciones, incluso, ponderadas entre ambos grupos. Los nueve números del 'Gloria' se fueron en un suspiro, y con su final, entramos, sin descanso, en el 'Credo', con nueve números también. En él brillaron especialmente los solistas masculinos, aunque en general todos estuvieron a la altura. Y así, se fue deslizando la velada hasta pasada la medianoche, cuando el jubiloso 'Dona nobis pacem' nos introdujo mansamente en el viernes de Corpus.
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