El eterno mito de Carmen se hace música bajo los cipreses del Generalife
Las dos caras de la historia de la gitana cigarrera se proyectaron anoche en el teatro del conjunto en la primera cita de 'Ópera y Cine' del Festival
José Antonio Muñoz
Miércoles, 2 de julio 2025, 00:54
Carmen, la cigarrera, la perdición de los hombres, un arquetipo de mujer tan atrayente para los contemporáneos de Próspero de Merimée como poco justa con ... las mujeres españolas de la época. Carmen, esa mujer a la que anoche observaron desde sus dos caras cinematográficas quienes acudieron al Teatro del Generalife para disfrutar de una velada cuyo contenido forma parte del nuevo proyecto de Paolo Pinamonti para el Festival de Música y Danza y que une dos de sus grandes pasiones: la música y el cine. La respuesta del público demuestra bien a las claras que fue una apuesta acertada del veneciano.
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La protagonista musical de la velada fue la Orquesta Ciudad de Granada, cuyos profesores, bajo la dirección de Timothy Brock, ocuparon ese abandonado foso que debiera ser utilizado con mayor frecuencia –aunque seamos conscientes de las dificultades que ello comporta, habría que buscar una solución– sobre el cual se colocó una pantalla gigante para disfrutar de dos películas en torno al mismo personaje, pero completamente antagónicas en su planteamiento: la 'Carmen' de Cecil B. DeMille, filmada en 1915, aún lejos de las grandes superproducciones bíblicas como 'Los diez mandamientos', una visión trágica del personaje, y 'A burlesque on Carmen' ('Una parodia de Carmen', en román paladino), filmada un año después por el inefable Charles Chaplin, una comedia donde los personajes que integran la trama –esencialmente, el triángulo formado por Darn Hosiery (Chaplin), Escamillo y la propia Carmen– se ven envueltos en una serie de peripecias con una escena culminante en forma de duelo que es más bien un número de circo.
Sobre las partituras, cabe destacar que la primera de las dos películas –prácticamente una hora de duración– es un acertado 'medley' con los temas más importantes de la ópera compuesta por Bizet –de cuyo fallecimiento se cumple este año siglo y medio–, hilados con pericia y perfectamente acompasados con la filmación. Estos días de ensayos en el Auditorio Falla han servido para engrasar una maquinaria que funcionó, en general, bien ajustada. Desde la conocida obertura en la que aparecen temas como el que luego servirá de sostén melódico a la 'Canción del toreador', cuyo título real es 'Votre toast, je peux vous le rendre', hasta la 'Habanera', titulada realmente 'L'amour est un oiseau rebelle', que sonaron claras y llegaron sin problemas al público, en parte gracias al discreto y eficaz sistema de sonorización instalado. Por poner una pega –seguro que no hubo manera de hacerlo– habría sido interesante que se colocaran subtítulos en español para las cartelas en las que normalmente se siguen argumento y diálogos en las películas mudas, como las de anoche.
La orquesta cosechó un caluroso aplauso por el esfuerzo desplegado en la interpretación de la 'Carmen' de DeMille. En cuanto a la segunda propuesta –la de Chaplin, un chiste de los buenos–, Brock no quiso hacer una parodia musical, sino que, a tenor de lo oído anoche, pretendió que el protagonismo de la comicidad recayera en la propia acción. El resultado es una música que invita a la sonrisa inteligente, pero sin ser el agente provocador.
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