El concierto inicial de la mañana en la Fundación Rodríguez Acosta. PEPE MARÍN

FESTIVAL DE MÚSICA Y DANZA

Cuatro recitales con pájaros para una jornada inédita en la Alhambra

El pianista francés Pierre Laurent Aimard tocó el ciclo completo de Messiaen en la Fundación Rodríguez Acosta, Carmen de los Mártires, Parador y Patio de los Arrayanes

Martes, 8 de julio 2025, 00:39

Pájaros. Compañeros inseparables de la vida. Cuando no están, esta desaparece. Despertarse oyéndolos es el sueño de todo 'bon vivant' que se precie. Es difícil ... saber si a las diez de la mañana de un lunes, estar en el jardín del Carmen de la Fundación Rodríguez Acosta para escuchar el primero de los cuatro recitales dedicados a la serie 'Catálogo de aves' que escribiera Olivier Messiaen es propio de diletantes o simplemente de aficionados. El caso es que ya la primera de las cuatro citas de la serie casi estaba llena. Ciertamente, era una apuesta arriesgada del Festival de este año este ciclo. No es música 'mainstream', sin duda. Pero lo que sí es, quizá sea lo más importante: una panoplia de sonidos profundamente evocadores. Tanto que, dicen, no son pocos los ornitólogos que los consideran como la mejor pieza musical jamás escrita para reflejar no sólo el canto, sino la vida, de los ejemplares que se imitan.

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Pareciera que los pájaros que trinaban en los jardines del Carmen a la temprana hora de la mañana en que tuvo lugar el primer recital quisieran dejar espacio a sus inesperados invitados, ya que en cuanto comenzó a tocar el veterano pianista francés Pierre Laurent Aimard dejaron de cantar. No así algún que otro camión de reparto ni alguna que otra radial de alguna construcción vecina, que siguieron con su 'canto'. La vida seguía en el resto de la ciudad, mientras en el piano instalado en el Patio de Venus sonó, en primera instancia, la recreación de la vida de la 'Oenanthe hispanica', Collalba rubia en la lengua de Cervantes.

El recital de mediodía en el entorno del Carmen de los Mártires. J. A. M.

Si el riesgo del Festival al programar este ciclo de esta manera era grande, el de Aimard al ejecutarlo no era pequeño. Tocar a 30 grados de temperatura, ya desde primera hora de la mañana, no es una tarea fácil. Mucho más cuando la partitura tampoco lo es. Este catálogo de Messiaen exige dedos ágiles y mucha concentración, ya que se trata de mostrar la vida, y la vida une momentos absolutamente febriles con otros de extrema tranquilidad. Precisamente, el autor retrata con igual precisión el acto de dar de comer a los polluelos en el nido (usando para ello las notas más agudas) y la lucha por la vida cuando es el depredador el que hace acto de presencia. Estos últimos momentos, particularmente dramáticos, tuvieron un aliado expresivo en la estancia inmediatamente posterior al punto donde se colocó el piano, que ejerció como eficaz caja de resonancia.

Un gran aplauso coronó el primer esfuerzo del francés, quien en el día de ayer hizo su particular 'etapa reina' con cuatro puertos absolutamente distintos. En la Fundación Rodríguez Acosta, el recital finalizó justo cuando los primeros rayos de sol llegaban al patio interior, lo cual fue muy de agradecer.

El primer recital vespertino en el Parador. J. A. M.

A las 12.30 tuvo lugar la segunda cita del periplo del pianista de la mano de Messiaen. Esta vez fueron pájaros de interior los que sonaron, pues se escogió el palacete del Carmen de los Mártires (en lugar de la inicialmente prevista iglesia de Santa María de la Alhambra) para hacerlo, con un aire acondicionado que mitigó el rigor de las temperaturas exteriores. Quizá este programa era el más 'rocoso' de los cuatro para el oyente, pero es igualmente interesante. Aquí se escucharon las piezas dedicadas al ratonero común, la terrera común, la oropéndola y el roquero solitario (muy descriptiva del agreste paisaje esta última). No hay que perder de vista el hecho de que aunque sean 13 los protagonistas de este ciclo musical, son casi 80 los pájaros representados, bien en el papel de convecinos de hábitat, bien en el ya citado papel de depredadores.

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Aimard era discípulo de Messiaen, y como recuerda Luis Gago en el programa de mano, alguien que en su tarjeta de visita se autodefinía como ornitólogo y fabricante de ritmos, como el compositor francés, tenía que dedicar a sus compañeros de vida favoritos un ciclo de homenaje como este, en el que, incluso, tilda su esfuerzo musical como un pálido reflejo de la realidad creada por ese Dios al que veneró de forma militante durante toda su vida.

Lleno en la confrencia de Joaquín Araújo. J. A. M.

La convocatoria de las siete de la tarde en el patio del Parador también registró un lleno. Aquí se interpretaron los números 1,10 y 13 de la serie. Los responsables del Festival se mostraron impactados por el éxito de la iniciativa, un éxito que se extendió a la conferencia ofrecida a las 20.30 horas en la sala habilitada para tal efecto en el Palacio de Carlos V, la cual giró en torno a los pájaros, su morfología y su papel de «altavoces de la vida», a cargo del experto Joaquín Araújo, muy aplaudido.

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El recital de Arrayanes puso punto y final a la jornada. FERMÍN RODRÍGUEZ / FESTIVAL DE GRANADA

Caída ya la noche, el Patio de los Arrayanes acogió el último concierto de este ciclo. Muy apropiadamente, uno de los pájaros descritos fue el cárabo, una especie noctuna. Se escucharon los números 5, 6 y 7 de este ciclo para dar fin a una jornada particular, parafraseando el filme de Scola.

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