El Cuarteto Diotima, en la interpretación de 'Cuatro danzas', de Pedro Osuna. PEPE MARÍN

El Cuarteto Diotima se luce en la primera de las noches de Arrayanes

El complejo programa, abierto por el granadino Pedro Osuna y rematado por Bartók, invitó a cerrar los ojos y descubrir las sugerencias sonoras

Martes, 27 de junio 2023, 00:27

En los primeros días del Festival, todos los ciclos se ponen en marcha. Ayer tuvo lugar el primero de los conciertos que acoge el marco ... del Patio de los Arrayanes, probablemente el más exclusivo del Festival por el limitado número de butacas disponibles –volvió a llenarse– y por el muy especial ambiente que en él se respira. Y el primero también del ciclo dedicado al centenario del nacimiento del compositor húngaro György Ligeti, que conforman cuatro conciertos y un espectáculo de ballet.

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La noche fue muy calurosa, aunque tenemos cada vez más claro que esta va a ser la constante en un festival que abre las puertas al verano. Quien tuvo un abanico lo empleó, y quien no lo tuvo, usó el propio programa para mover un poco siquiera el aire en derredor suyo. Sobre el podio que se instala en la zona norte del patio, anoche hubo unos viejos conocidos: el Cuarteto Diotima. Y si son conocidos por estos lares y por los buenos aficionados es porque han sido invitados recurrentes al Festival Música Sur, que durante la última década ha dirigido el pianista motrileño Juan Carlos Garvayo. Muy mal se tenía que dar para que esta primera velada con la música contemporánea como gran protagonista no fuera una interesante propuesta.

Estreno granadino

Y claro, no se dio nada mal. Una de las grandes noticias del concierto de anoche fue el estreno de las 'Cuatro danzas, para cuarteto de cuerda' del joven compositor granadino Pedro Osuna (1997). Con apenas 26 años, Osuna se ha convertido en una auténtica referencia para la música de cine en el marco hispano, tras haber ejecutado, por orden de Michael Giacchino, la composición de la banda sonora de 'Argentina 1985', la película sobre el mayor juicio a los responsables de la sanguinaria dictadura de aquel país del Cono Sur, y que tantos premios internacionales (nominación al Oscar incluida) ha acaparado. Obviamente, no hay grabaciones de referencia, por lo que nos encontrábamos ante una página en blanco como oyentes. Y lo que oímos nos conectó directamente con el más profundo ser granadino, incluso mediterráneo. Con Falla y Rodrigo por testigos, y el casi obsesivo ritmo de la música electrónica como fondo, una coherencia interna más que destacable para este estreno del granadino, que recibió un muy cariñoso aplauso.

El impresionante marco del patio de los Arrayanes, anoche. P. M.

Luego, llegó el momento del homenaje a Ligeti, con su 'Cuarteto de cuerdas número 2', que comienza con un silencio que a algunos les pudo parecer algo desconcertante, roto por una nota corta y directa, que introduce una primera parte frenética (en tempo llamado 'Allegro nervoso'), matizada en el segundo movimiento (un 'Sostenuto molto calmo'), que no llega a dar respiro. El tercero, 'Come un mecanismo di precisione', tiene en su sonido algo de reloj o de metrónomo, o incluso referencias meteorológicas, con la técnica del 'pizzicato' como conductor. El cuarto, 'Presto furioso, brutale, tumultuoso', se describe por sí mismo, y exigió un gran esfuerzo por parte del cuarteto, mientras que el quinto, 'Allegro con delicatezza', sirvió para que el público recapitulara la idea general que tiñe la obra. Es Ligeti, no es música fácil, pero sí que encarna buena parte del espíritu contemporáneo. Los tiempos se extienden y los sonidos expanden su caja de resonancia.

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La segunda mitad del programa la protagonizó, en primera instancia, el 'Cuarteto número 6, «Gaia Song»', de Tomás Marco, compositor residente y presente en el concierto. Este es un curioso recorrido por sonidos que evocan desde el Womad hasta la música popular más remota, teñido todo él de un aura casi mística. Y para finalizar, entre las ondas que el viento y los peces en movimiento provocaban en la alberca, escuchamos el 'Cuarteto número 4' de Bartók, que es rock and roll en estado puro. Una noche para cerrar los ojos y dejarse llevar.

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