La OCG, con Lucas Macías al frente, anoche en el Palacio de Carlos V. RAMÓN L. PÉREZ

Canónico y regio comienzo del Festival

La reina doña Sofía presidió el concierto de la OCG con Lucas Macías a beneficio de la fundación que lleva su nombre

Viernes, 9 de junio 2023, 23:52

El Festival Internacional de Música y Danza de este año tiene dos prólogos, uno canónico y otro que lo es menos. Anoche tocó disfrutar del ... canónico. Canónico y regio, ya que el patio de butacas contó con una invitada de excepción: la reina emérita de España, doña Sofía. La visita, que recupera una antigua tradición perdida como tantas otras, vino esta vez motivada por el hecho de que el concierto que abrió el ciclo en la velada de ayer dedicó su recaudación a las ayudas que la fundación que lleva el nombre de doña Sofía presta a los damnificados por los terremotos de Turquía y Siria. El público recibió a la reina con el cariño que siempre le ha profesado, y ella en todo momento agradeció con emoción las muestras de cariño recibidas. A su llegada al Palacio de Carlos V, saludó de forma oficial –el clásico besamanos– a casi una treintena de autoridades antes de ocupar su silla. Muy bueno también el detalle del Festival, que proyectó la imagen corporativa de la fundación en el escenario y explicó en el programa de mano los fines de esta y su labor.

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En lo musical, el elenco de anoche repetía el que ya formara parte de la programación de la Orquesta Ciudad de Granada el pasado mes de octubre. Entonces, la cantante madrileña Clara Montes –anoche con un bello vestido verde agua con transparencias– acompañó sobre el escenario a la formación granadina dirigida, igualmente, por Lucas Macías. Interpretaron la misma obra: 'El amor brujo', de Falla. Y como ya ocurriera en la ocasión anterior, la madrileña puso lo mejor de sí misma –que es mucho–, para poner una alta nota a la historia de la gitanilla que, impaciente, busca el concurso del amado entre las sombras de la noche, sin esperar a la mañana. La muy interesante grabación de la discográfica granadina IBS del año pasado –con María Toledo como solista– nos había recordado la complejidad, ya desde su primera versión de 1915, de una obra que anoche, con el inevitable embrujo del Carlos V, volvió a sonar rotunda en manos de una orquesta que la tiene entre sus 'must'.

Pero antes de llegar a España, la OCG nos dio un paseo por Alemania, Beethoven y su 'Octava', que ya había ejecutado también hace dos temporadas en el Festival de Baeza en un tórrido viernes de julio, y que antes interpretara con Rubén Gimeno en el podio en la temporada 2017/2018. Ciertamente, como primera obra del Festival de este año, fue una excelente introducción. Y lo fue por dos motivos. El primero, porque desde la anacrusa inicial no da tregua, ni a los músicos ni al espectador. Es un esfuerzo considerable que engaña a quien se acerca excesivamente confiado a su partitura, quizá influido por la creencia errónea de que las sinfonías más contundentes del compositor de Bonn son aquellas que tienen numeración impar. El segundo, porque desde el 'Allegro vivace con brio' inicial, el más largo de sus cuatro movimientos, la OCG estuvo precisa, con Peter Biely como concertino de circunstancias, atenta a la batuta de Macías, relajada, casi divertida, como en su día estuvo el genio sordo al escribirla, salpicándola con toques casi de humor.

La reina Doña Sofía, en el besamanos. R. L. P.

El puente para una velada agradable estaba ya, pues, tendido. Sólo fue necesario completarlo. Y la mucho más solemne 'La oración del torero' de Turina, ese instante de recogimiento musical que el compositor sevillano alumbrara en el emblemático año 1927, sonó, tras el descanso en su pequeñez comparada con la magna obra del alemán, como un pequeño pero delicado entremés que preparó el ánimo de los presentes ante la obra de Falla. Diez minutos de emoción que arrancaron, no obstante, un general aplauso. Buen inicio para el Festival.

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