El grupo Al Aire Español, ayer, en el monasterio de San Jerónimo. Ramón L. Pérez
Crítica

Viejos y nuevos amigos, en San Jerónimo

Andrés Molinari

Sábado, 8 de julio 2023, 23:47

Nueva cita matinal con la música antigua en el monasterio de San Jerónimo y, de nuevo, un grupo asiduo al Festival, cual es Al Aire ... Español, que dirige Eduardo López Banzo. El cual llega con su impedimenta cargada con obras de repertorio trufadas con otras de recuperación e investigación. En el programa, un viejo conocido, el germano-británico George Frideric Haendel, con dos de sus sonatas para clave y cuerda, ambas en la tonalidad de sol, que para algo estamos en julio. Y un nuevo amigo, José de Torres, coetáneo del anterior, maestro en la Real Capilla de Madrid y más atento a lo vocal para sus cantadas litúrgicas. La misma gran sonoridad del templo, la presencia anual de duque inglés en primera fila, la cara conocida de un amigo de la OCG en el violín primero y, en el ambiente, la buena música fluyendo con denuedo y corrección.

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Para las piezas de Torres el grupo contó con la presencia de Maite Beaumont, una soprano con interesante registro grave y elegante afinación, muy expresiva en el gesto y más dotada de color vocal que de ecos nasales. La agilidad mandibular le permite fenestrar ampliamente los labios para que emerjan vigorosas las descripciones, las citas, las cavilaciones. Ataviada con una amplia capa cardenal sobre negro talar, juguetea con los melismas lo justo para no escorarse hasta el lucimiento innecesario. Con las manos muy abiertas, sus ojos danzarines, apartados del público sólo para ojear la partitura, y su gesto acorde con lo cantado, sugiere ambientes en los que la cantada se acerca a la ópera rococó. Añoro aquellos años en los que el programa de mano imprimía los textos que se cantaban en el presbiterio de esta iglesia. Porque Maite, nueva amiga, entre viejos conocidos, orilla en todo momento el bel canto para acercarse más a la mística propiciada por el Nacimiento o el Santísimo Sacramento.

Arropándola, el grupo de Banzo, con su director sentado al clave, en silla frailuna, y de espaldas al público. Diestro al teclear, ampuloso al dirigir, autoritario al convencer. Con el gesto equilibrado entre el mandato y la complicidad. Su mirada recorre ambos violines, los de Alexis Aguado y Kepa Arteche, muy expresivos y ayer esforzados en afinar sus díscolos instrumentos; el oboe de Pedro López, solo presente en las piezas de Torres; las cuerdas bajas de Aldo Mata y Xisco Aguilló, tan necesarias; y a Juan Carlos de Mulder con un instante precioso al archilaúd.

De nuevo el gran templo de San Jerónimo lleno de melómanos granadinos, ya sin las colas de antaño, gracias al nuevo sistema de distribución de entradas: un acierto. Y esta vez con el 'Ayre Español' venteando su contrastada calidad lo mismo sobre el conocido compositor de Halle que sobre un músico madrileño, casi nuevo en esta plaza, porque la música es la mejor forma de hacer de nuevos amigos.

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