Ilustración de 'Poeta en Nueva York', de Ricardo Cavolo. F. P.

Federico García Lorca: negros, pasión, cemento y muerte en la Gran Manzana

Carles Esquembre relata las circunstancias de la composición de 'Poeta en Nueva York' y Ricardo Cavolo ilustra una nueva edición del poemario

Miércoles, 29 de marzo 2023, 00:22

Si la vega del Genil fue la luz para Federico García Lorca, Nueva York fue su cruz. Una cruz, además, llevada en silencio, ya que ... en las cartas que remitía a su familia, se ocupaba especialmente de ocultar todo el dolor que la vida allí le estaba produciendo. Fue el purgatorio que pasó antes de los 98 días más felices en su existencia, los de su estancia en Cuba. Hay que reconocer que el fuenterino no llegó a la Gran Manzana en el mejor momento: una ciudad en crisis, donde los oficinistas se tiraban por los rascacielos ante la perspectiva de la ruina; un fantasma de cemento y hierro que, sin saberlo, enterraba los postreros restos de su humanidad para convertirse en lo que continúa siendo un siglo después, un lugar donde sólo el dinero es importante.

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Dos nuevos libros analizan, con el poder evocador de la imagen que acompaña a la letra, al Federico García Lorca que llegó a la 'capital del imperio'. Por un lado, el valenciano Carles Esquembre ha dado a luz la novela gráfica 'Lorca, un poeta en Nueva York' (Planeta Cómic), biografía apócrifa aunque muy documentada de aquel periodo. Y por otro, el ilustrador salmantino Ricardo Cavolo ha convertido a su edición ilustrada de 'Poeta en Nueva York' (Lunwerg) en el número uno entre los libros de poesía más vendidos de nuestro país. «Aunque el mérito es todo de Lorca», dice con modestia. «Ya me ocurrió con el 'Romancero gitano'. Cuando pensé en escribir este libro, que he hecho básicamente, como el otro, porque adoro al poeta, no pensaba en que el éxito se repetiría».

El ilustrador salmantino Ricardo Cavolo.

Los versos sugieren a un Lorca en uno de los peores momentos de su vida. «Está destrozado. Justo antes de partir, termina su relación con el escultor Emilio Aladrén. Cuando se te vira la vida y el corazón se te pone del revés, todo se vuelve oscuro», dice Cavolo, que aunque impregna con su personal tratamiento del color esta edición, utiliza tonos mucho más apagados que en el 'Romancero'. En su obra, todos los protagonistas, incluido Lorca y la propia muerte, tienen los ojos dobles. «Es un modo de dar una profundidad de visión mayor a los personajes, y un guiño a mi padrastro gitano, quien siempre me decía que cuanto más ves, más sabes».

A Nueva York se la retrata como un lugar de muerte, atractivo y repulsivo a la vez. «Es una ciudad–jungla, donde, tal y como afirma Federico en más de una ocasión, pueden más los números que las personas, donde la segregación entre negros y blancos crece y se mata por muy poco. El poeta retrata una ciudad maloliente, donde todo lo malo se acentúa». Para conseguirlo, los colores cálidos de 'Romancero' dejan paso a otros más fríos, como ese omnipresente azul grisáceo, o gris levemente azulado, que encarna el paisaje dentado del 'skyline' que acabaría engullendo al literato.

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Una fauna distinta

Más allá de la fauna humana, hay un reino animal muy especial, donde el esquematismo se transforma en un elemento dramático que refuerza la sensación de desolación. Cocodrilos, iguanas, lechuzas, monos, caballos, mariposas e incluso animales fantásticos miran por igual al poeta y al lector preguntándose el porqué de su sacrificio. «Trato de buscar lo naïf en esta plasmación, con un toque casi infantil, como de pinturas rupestres, que me interesa mucho porque también a Lorca le atraía la relación entre las culturas milenarias y el momento en el que vivió». De nuevo aparece, además, el guiño a Goya: si en 'Romancero' había recuerdos de 'Los fusilamientos' o de 'Duelo a garrotazos', aquí aparece su interpretación de 'Saturno devorando a sus hijos', perfecta metáfora de esa ciudad que fagocita almas a diario. «Me gustan las mitologías como alimento para mis creaciones», destaca Cavolo. Más allá de la presencia de la religión en la vida de Federico, insoslayable y a la vez enigmática, en este 'Poeta en Nueva York', está también el mito negro y judío, con todas las connotaciones negativas que le acompañan.

Una de las páginas de 'Lorca, un poeta en Nueva YOrk', de Carles Esquembre. F. P.

Y frente al universo onírico que emana de la letra de 'Poeta en Nueva York', está la historia que subyace tras la creación de la obra, que retrata Carles Esquembre en su novela gráfica. «La obra es una reedición de la que fuera mi primera creación como 'autor completo', es decir, con la responsabilidad del guion y las ilustraciones», comenta. En 2016, al no estar libre de derechos la obra lorquiana, no pudo reproducir e ilustrar como apéndice algunos números del poemario que sí aparecen en esta nueva edición, completando así el universo en que se desenvuelve Federico. «Me llamó la atención el profundo contraste entre la alegría que se desprende del epistolario que publicó Galaxia Gutenberg y la realidad oscura que emana de los versos que integran 'Poeta en Nueva York'», afirma. «Todo es críptico, supera el lenguaje surrealista para pintar una ciudad terrible, alejada de la jovialidad de las cartas».

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El ilustrador valenciano Carles Esquembre. Miguel González Shooting.

Esquembre juega, pues, con la cotidianidad de un chico que va a EEUUa estudiar un curso de inglés, quien, sin embargo, revela allí su condición de hombre del sur, despechado con algunos de sus pretendidos amigos y con el hombre con el que acaba de romper. «Potencio con mis ilustraciones la dimensión metafísica del momento, con la muerte de la civilización que supone el dominio del cemento». El uso del blanco y negro y la ilustración casi fotográfica es, según el autor, «un homenaje al propio Lorca y a las vanguardias. El autor quiso que 'Poeta en Nueva York' se acompañara de fotografías. De ahí la influencia de autores como Man Ray o Nicolás de Lekuona, maestros del 'collage' fotográfico».

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