'El Fandi', Manuel Escribano e Iván Rejas se reparten ocho orejas en la corrida mixta celebrada ayer noche en Atarfe
Maria Dolores Martínez
Atarfe
Sábado, 26 de julio 2025, 09:50
La corrida mixta celebrada ayer noche en el Coliseo de Atarfe con motivo de las fiestas patronales en honor de Santa Ana acabó con la ... salida a hombros de los diestros David Fandila 'El Fandi' y Manuel Escribano y del novillero granadino Iván Rejas tras repartirse un total de ocho orejas. El festejo contaba con tres grandes reclamos para hacer de la cita algo muy especial: la celebración del vigésimo aniversario de la inauguración del coso, el retorno de David Fandila 'El Fandi' a Atarfe en la campaña de sus bodas de plata como matador de toros y el debut con picadores de Iván Rejas ante sus paisanos. Sólo faltaron dos cosas para el mayor lucimiento del festejo, una mejor respuesta por parte de los aficionados, con sólo la mitad del aforo cubierto, y que el encierro de Julio de la Puerta hubiese sido más rotundo en cuanto a raza y empuje. Pese a estas carencias, la corrida deparó gratas sorpresas y momentos de lucimiento y mucho mérito por parte de la terna.
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Lo más ilusionante, ver la actitud del debutante Iván Rejas en sus dos novillos y la capacidad e improvisación demostradas desde que se fue a portagayola para recibir al primero de ellos. Si casta y motor tuvo el astado, premiado con la vuelta al ruedo, más raza tuvo aún el novillero de la tierra. Para su ídolo y maestro David Fandila 'El Fandi' fue el emotivo brindis de esta actuación, seguida con gran entusiasmo por toda la plaza. Deleitó su rabia, su forma de encararse y su seguridad, hasta para poner banderillas. De ley las dos orejas que paseó en medio del cariño del público tras una estocada entrando a ley. La misma disposición mostró con el que cerró plaza, pero en esta ocasión la bravura brilló por su ausencia. Tras protagonizar una primera fase vibrante, con hasta cuatro pares de banderillas, no le quedó otra que irse continuamente detrás del astado y buscarle las vueltas junto a tablas para redondear su gran cita. En la suerte suprema tampoco se desplazó el novillo y tuvo que hacerlo todo él para enterrar una estocada casi entera. Sumó un nuevo apéndice tras aviso y, lo que es más importante, mucho crédito para esta nueva etapa con los del castoreño.
Y si feliz se mostró el debutante Iván Rejas, tampoco ocultaba su satisfacción por este gran logro su maestro David Fandila 'El Fandi', parte fundamental en la formación del joven espada. Le dedicó el segundo de sus toros, cuya mayor duración le permitió colocar hasta cuatro pares y cuajar una labor poderosa prologada con un espectacular redondo rodillas en tierra. Pese a que su oponente no rompió hacia adelante y acabó encogido, el diestro granadino tuvo la virtud de alargar los muletazos en un palmo de terreno y sacar de donde no había. En esta ocasión sí llegó el doble trofeo tras enterrar todo el estoque. El primero de su lote, al que cortó un apéndice, fue un ejemplar deslucido y su falta de entrega le obligó a pulsear y medir en la muleta para que no se le viniera abajo. Prometía bastante más el astado cuando salió con muchos pies para recibirlo con una larga cambiada y en los primeros compases de la lidia. Tras el lucido tercio de banderillas protagonizado con Manuel Escribano las opciones se diluyeron como la espuma.
Algo muy parecido le ocurrió al diestro de Gerena en sus dos actuaciones, la segunda de ellas brindada a los dos hijas pequeñas del matador granadino Jesús Fernández 'Yiyo', que ya apuntan maneras de buenas aficionadas. El primero de su lote acusó la voltereta del recibo capotero y un encontronazo en tablas en los primeros compases muleta en mano. Junto a los rehiletes compartidos con 'El Fandi' el mérito de esta faena estuvo en aguantar en el sitio y apelar a su capacidad y recursos para poder justificarse y acabar rematándolo con una estocada de rápido efecto. Logró una oreja y otra más en el quinto. Parecía que en esta ocasión podría aflorar la mejor dimensión del sevillano, pero la actuación cayó en picado tras un espectacular quiebro al violín junto a tablas. El toro desarrolló feo estilo y se puso a la defensiva y a Escribano no quedó otra que tragar y apelar a su oficio y veteranía para que la puerta grande no se le escapara.
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