Hay que estar muy segura de sí misma para comenzar un espectáculo bailando el silencio. Este jueves, el teatro Isabel la Católica, con un mínimo ... atrezo (una maleta, vestidos en un perchero, una bombilla pelada y más humo del deseado) recibió a la bailaora granadina Eva Esquivel ataviada con bata de cola negra y descalza abordando un baile sin siquiera taconeo tras escuchar sus palabra en off que dan sentido a la obra: «La riqueza del flamenco reside en la mezcolanza de sentires, colores, vivencias y diferentes culturas… de aquí y de allá». Poco a poco van saliendo sus alumnas de la Escuela Municipal de Música y Danza de Ogíjares, también de negro, que la van secundando en ese delicado sigilo. Porque más que nada Eva Esquivel es maestra y sabe que se predica más con el ejemplo que con mil palabras volando.
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La voz grabada va anunciando el programa mientras se impone la percusión exacta de Miguel 'el Cheyenne', que desemboca en la colombiana de Morente, 'Tiro tiré', del disco 'Sacromonte', de 1982, interpretada a capela por dos de nuestros mejores cantaores del momento: Alicia Morales y Sergio Gómez 'el Colorao', y bailada por tres de las alumnas más veteranas ('Las Bamberas'). Un diálogo de castañuelas fuera del escenario da paso a la milonga con aires de granaína y concesiones al tango argentino, que abordan en un paso a dos pasional la protagonista de la noche y su artista invitado: Antonio González.
'De aquí y de allá'
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Músicos: Eva Esquivel y Antonio González (baile); Sergio Gómez 'el Colorao' y Alicia Morales (cante); José Fernández Hijo (guitarra); Miguel Rodríguez 'el Cheyenne' (percusión).
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Lugar: Teatro Isabel la Católica.
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Fecha: Jueves, 10 de marzo de 2022
La siguiente pieza es la farruca (versión Colorao), que afrontan las tres discípulas antedichas con pantalón y sombrero cordobés rojo; y acto seguido, con el resto de las alumnas ('Las Tonás'), la guajira, rica en tercios y décima cubana, bailando el abanico, como dictan los cánones. Entre las niñas hay tensión, inseguridades y puntualmente pasos descoordinados, pero también (se aprecia más en unas que en otras) soltura y disfrute, que es la base para continuar. La maestra sustituye a sus seguidoras y remata el cante de ida y vuelta con gracia y estilo y un final polifónico.
La eficacia de un espectáculo radica, cómo no, en sus intérpretes, pero se hacen imprescindibles los músicos que los arropan y la calidad del sonido. Contar con un cuadro de lujo es una tranquilidad y una garantía. Aparte de los cantaores y el percusionista referidos más arriba, hay que hacer mención de José Fernández a la guitarra, que mantiene exacto el latido continuo de la obra con su toque canoro y flamenquísimo.
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Un ritmo africano grabado se impone para que las chicas lo dancen con malla negra. Es una de las sorpresas de la noche, superada por los tanguillos tañidos tan solo por el cajón del Cheyenne y el taconeo de Eva (deliciosos). El mantón fue preciso en la mariana, para recibir seguidamente a Antonio González, grande por soleares y gracioso en las bulerías, como se impone, que se imbrica nuevamente con Esquivel por jaleos extremeños, rematando la faena, 'De aquí y de allá', a compás y guitarra sorda, asomados a la boca del escenario.
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