La escalera al cielo de Robert Plant en Granada
El legendario cantante de Led Zeppelin presentó anoche en el Palacio de Congresos el proyecto Saving Grace, anclado en añejos sonidos acústicos
Eduardo Tébar
Sábado, 26 de julio 2025
La imagen reciente de Robert Plant que el público tenía en la retina antes de entrar este sábado en el Palacio de Congresos de Granada ... era la del legendario cantante de Led Zeppelin visitando la Alhambra el viernes. Como un guiri cualquiera. Un turista más. Con la coleta recogida, camiseta, bermudas y zapatillas de deporte de última generación. Y ayudado de un bastón para caminar. En agosto cumplirá 77 años. Es una estampa del vocalista británico en las antípodas del recuerdo de su hiperventilada manera de desenvolverse en los escenarios, de la que anoche dejó muestras con ese leve balanceo.
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El concierto empezó tarde, a las 22.20 horas. Y ahí ya nos topamos con un Plant con pantalones de cuero oscuros, melena al aire y el mercurial agudo de su voz intacto. Y una humildad chocante en una figura de su dimensión. Porque cuando se habla de dinosaurios del rock, de mitos de la música del siglo XX, de todos los tópicos del estrellato de una banda, ahí Led Zeppelin fueron pioneros. En Granada, sin embargo, don Robert se presentó con sus Saving Grace como un humilde explorador del folk, el blues, el góspel y la música norteamericana desde un rinconcito de Inglaterra. Chapurreando, por cierto, algo de castellano para comunicarse con el auditorio, donde resultaba meritorio reconocer caras nacidas después de 1980 (año de defunción de Led Zeppelin y de su batería, John Bonham).
Se percibía cierta conexión especial de Robert Plant con Granada, ciudad en la que gravitan los ecos de Oriente con Occidente. Y sus letras siempre han reflejado inquietudes místicas, filosóficas y espirituales. La formación de Saving Grace, con un sonido acústico y añejo, estaba integrada por la cantante portuguesa Suzi Dian (aportando en ocasiones un delicioso acordeón), Oli Jefferson en la batería, Tony Kelsey a la guitarra, Matt Worley como multiinstrumentista y Barney Morse-Brown al violonchelo. Abrieron con una pieza de folk tradicional, 'The cuckoo', poniendo las cartas sobre la mesa, para seguir con el 'Angel dance' que grabó con Los Lobos hace tres lustros.
Para los fanáticos
Los fanáticos de Led Zep no tuvieron que esperar para toparse con un reinventado 'Ramble on'. Y con 'Four sticks' a mediados del espectáculo. O 'Friends', ya al final. De ahí a versiones variopintas, ajustadas a su dúctil espectro de tonalidades. Pasando de Levon Helm a Low en 'Everybody's song'. Y esto sí que es para flipar: el mismísimo Robert Plant, adaptando una gema del proyecto de Alan Sparhawk y la fallecida Mimi Parker, abanderados del 'slowcore' que irradiaban un ascetismo no compartido por otros raritos del movimiento en Estados Unidos a través del sello Sub Pop. Ahí estaba el caballero de perilla y edad provecta, releyendo los preceptos de Brian Eno desde el tuétano mismo del 'indie' rock de los noventa. Vivir para ver. Claro, que alguna camiseta de Radiohead pululaba por el Palacio.
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Todo esto a la espera de la mágica 'The rain song', reflexión sobre el amor fugaz cosecha 'zeppeliniana' del 73, que en el inconsciente colectivo traslada a las cinco portadas diseñadas por el equipo de Hipgnosis para el totémico grupo desde aquel año. Fue otro tipo de escalera hasta el cielo.
Pero nos conformamos con el recuerdo de aquellos Led Zeppelin que absorbían el legado popular en 'Gallows pole' para el cierre sin bises. Ahí sí que ofreció una mínima concesión a su pasado de gemidos hipnóticos, deslizando un guiño a 'Black dog'. Del aullido a la introspección, el de West Bromwich alcanza la vejez con extraordinaria coherencia: el folk en su caso siempre estuvo ahí, y a Moby Grape ya los versionaba antes de crear la mina con Jimmy Page. No se puede pedir mucho más.
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