Óscar Huertas posa con un cerebro en la sala del Parque de las Ciencias donde se prepara la muestra 'Mens Sana'. J. E. C.

Granada

Una dosis de esa luz mental

El Parque de las Ciencias inaugura el martes 11 'Mens Sana', una muestra que el bioquímico granadino Óscar Huertas organizó mientras afrontaba su propia depresión: «Ha sido muy raro hacer una exposición sobre la salud mental mientras descubría lo mal que lo había hecho yo»

Sábado, 8 de julio 2023, 00:42

Óscar Huertas (Granada, 1986) reordena las paredes del Parque de las Ciencias como si fueran neuronas buscando nuevas salidas. La sala, una suerte de ... cerebro en construcción, acogerá desde el próximo martes 11 'Mens Sana', una exposición en la que podremos experimentar con nuestros propios sentidos qué siente alguien que padece trastorno autista, esquizofrenia, trastorno bipolar o bullying. «En este habitáculo, por ejemplo, te pones unos cascos y ves un vídeo en el que se te intenta trasladar un mensaje –explica Huertas–. Pero, entre medias, hay luces que molestan muchísimo y ruido incómodo. Así se siente una persona con autismo con unos niveles de luz y de ruido normales, por eso no son capaces de centrar la atención, se ponen nerviosos y empiezas las estereotipias (movimientos involuntarios y rítmicos)».

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La exposición forma parte de un proyecto más grande sobre salud mental, 'MenteScopia', especialmente dirigido a adolescentes. «Hace tres años comencé a trabajar con el grupo de investigación de Psiquiatría del Hospital Virgen del Rocío, de Sevilla. Resulta que el 70% de los casos de esquizofrenia o trastorno bipolar debutan en la adolescencia, pero muchas veces se diagnostican tarde porque no les damos importancia». Huertas, bioquímico por la UGR y experto en divulgación, inició una batería de actividades en las que se contemplaba 'Mens Sana', aquí, en el Parque de las Ciencias. «Lo gracioso es que la expo va de salud mental, de prevención, de no agobiarse, de cuidar el estrés… y coincide que me puse a organizarla en plena depresión. Y, encima, yo sufrí bullying de niño». Huertas resopla y se fuerza a sonreír. «Para mí ha sido muy raro hacer una exposición sobre la salud mental mientras descubría lo mal que lo había hecho yo, lo mal que lo hacemos todos».

Huertas, en la sala donde se está montando la exposición. J. E. C.

En noviembre del año pasado, Óscar Huertas llevaba siete años con su empresa de comunicación científica, Laniakea. «El hecho de ser autónomo en España ya es bastante estresante», bromea. «Me surgió la oportunidad de irme a la Universidad de Coruña y tuve que tomar decisiones muy rápido: si me iba, si me llevaba a la familia, qué hacía con la empresa… Intenté llevarlo todo, pero no era factible». Al final, Huertas vendió Laniakea a la agencia Terceto Comunicación y se quedó como socio minoritario, pero, entre medias, estando en Coruña, empezó a sufrir ataques de ansiedad diarios. «Fui a la sanidad pública y me dieron pastillas. Esa no es la solución –aguanta un momento en silencio–. Necesitaba terapia y me la dieron, sí. La pedí en enero y me dieron cita en septiembre. Te quedas desprovisto de herramientas… Caí en depresión».

¿Qué se siente?

Y aquí, en una exposición que busca hacer sentir a los demás lo que significa tener un problema de salud mental, Huertas mira al frente, a nosotros, e intenta arrojar luz a la depresión. «Tenía una depresión altamente funcional, se llama. Yo me duchaba, iba a trabajar, volvía a casa... Y cuando terminaba estaba físicamente derrotado, como si hubiera hecho una maratón. La cabeza, en un ataque de ansiedad, provoca una respiración agitada, necesitas moverte, como si te estuvieras preparando para pegarle una paliza a alguien, te entra calor, ira, necesitas romper algo... pero visto desde fuera lo único que tienes es un momento de agobio. Estás estresado. Es una pelea mental. Estás desbordado».

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Cartel promocional de Mens Sana

«Me quedaba enganchando a un pensamiento. Por ejemplo: no he contestado a tal correo. Y ya solo podía pensar en eso, en los problemas que podía acarrear, en que alguien se iba a enfadar… Y cuando te das cuenta llevas tres horas pensando en las consecuencias de algo que no ha pasado. Terminas no durmiendo, incapaz de salir del bucle, estás enganchado… Y, en mi tiempo libre, era incapaz de leer un libro o ir al cine. Solo quería tumbarme y llorar y llorar y llorar y llorar durante horas. No hacía nada que no fuera obligatorio. Yo me levantaba, iba a trabajar y nadie sabía nada. Era una vida normal. Pero cuando llegaba a casa, me encerraba y lloraba».

Tras ese silencio, apoyado por familiares y amigos, Huertas entró en terapia y comenzó a cambiar dinámicas. «Es raro, como poco, preparar una exposición en la que no hacía más que leer sobre la depresión, sobre todo lo que hacía mal y, a la vez, de cómo hacer las cosas bien. Y, al mismo tiempo, viendo lo que no funciona en el sistema: nueve meses de lista de espera, pocos terapeutas en la sanidad pública, exceso de medicación…».

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Óscar Huertas, en el Parque de las Ciencias. J. E. C.

Todo esto sucedía mientras Huertas, precisamente, desarrollaba 'Mens Sana'. «Hablar de salud mental es el camino para darle importancia, para prevenir entre los jóvenes: el suicidio es la segunda razón de muerte en personas de 15 a 30 años, detrás de los accidentes de tráfico. Hay que quitar estigmas. Hay que advertir de que el cánnabis y el alcohol pueden ser terribles…Hay tanto que contar...». La exposición del Parque de las Ciencias se inaugura el martes 11 y estará abierta durante seis meses, por lo que coincidirá con el Congreso IBRO (International Brain Research Organization), que reunirá a más de 5.000 especialistas en neurociencia en el Palacio de Congresos, del 9 al 13 de septiembre. «Nuestra exposición, junto a 'Las mariposas del alma' (dibujos originales de Ramón y Cajal, en la Madraza), confluirán en un septiembre en Granada lleno de salud mental».

La salud mental parece muy presente en la sociedad.

–Sí, hay más consciencia. Hay protocolos de bullying, de suicidio… Pero faltan medios. ¿Un aula de 45 alumnos y un profesor? Hay cosas que fallan. Ir a terapia no es estar loco y, si estás loco, no pasa nada. Las enfermedades mentales, como las físicas, tienen solución, se pueden tratar y, sobre todo, prevenir.

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Huertas sufrió bullying, de los 8 a los 16 años. «Era el niño gordito, con gafas y empollón. Iba al colegio sabiendo que me iban a insultar. Todo eso forja el carácter. Es muy duro». Sin embargo, con trabajo y esfuerzo personal, Huertas vuelve aquí a cerrar heridas. «Entré en el Parque de las Ciencias hace 16 años, como monitor. Empecé a divulgar y a contar la ciencia aquí, un puesto que conseguí porque era el empollón –ríe–. Volver al Parque con una exposición que hable de esto es mi manera de cerrar el círculo».

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