El diseñador Colin Bertholet recoge la belleza del suelo
Salobreña. ·
Hoy presenta 'Mirando hacia abajo', un libro y una exposición fotográfica, en el Paseo de la Iglesia, todo amenizado con una sesión musical de Dj TonnerJuan Jesús García
Jueves, 17 de julio 2025, 23:37
El casco antiguo de Salobreña es un laberinto árabe al que para acceder hay que tener, entre otras cosas, buenas piernas. Y haber dejado de ... fumar. Allí, en una esquina semi escondida de la parte alta vive Colin Bertholet. Al entrar en su casa te recibe Tintín. Sí, el periodista belga, como Colin, a tamaño natural. Acodado en una barra del jardín con su tupé eterno, uno se acuerda de la canción 'One for my baby', y se imagina a Sinatra pidiendo «una copa más por ella, y otra para el camino» al personaje de Hergé, ejerciendo de paciente camarero confidente. Es una casa-refugio primorosamente cuidada donde la música no se detiene ni de día ni de noche, es su pasión. Ahí es donde Colin da a luz a sus continuos proyectos, los laborables que le llevan habitualmente un día a Barcelona y al siguiente a Ciudad de Panamá, y los artísticos. El último es un libro de imágenes titulado 'Mirando hacia abajo', un título explícito y con truco, porque desde su casa todo el mundo está a sus pies.
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En estas mismas páginas, hace unos días, Juan Aguirre decía que Eva Amaral había aprendido a mirar hacia arriba y que les había enseñado a todos a levantar la vista. Cuando éramos niños, por el contrario, todo mirábamos al suelo, un pozo sin fondo de tesoros y algún 'duro' perdido incluso. El diseñador y agitador cultural salobreñero ha recuperado en esta obra esos 'tesoros' que ha localizado volviendo a la mirada infantil. «Mirar de frente tiene más lógica, sin embargo mirar hacia abajo te permite encontrar bellezas inusuales, que es justo lo que he pretendido», comenta Colin, que sigue: «Sí, he encontrado todo tipo de composiciones, colores, contrastes e influencias que luego aplico en mi oficio de diseñador/interiorista en forma de murales y texturas. Es otro ángulo, otra visión, otra mirada. Me encuentro 'performances' y obras que me recuerdan a Miguel Barceló, a Tapies, a Chillida… Sombras chinescas y otras alucinaciones».
Dos años ha invertido rastreando a ras de suela esas pequeñas obras de arte que ha fotografiado pacientemente hasta dar forma al proyecto, que presenta con una acción dentro de las actividades del inminente ciclo Nuevas Tendencias. Su radar cenital ha ido detectando indicios de belleza pisada. «Me muevo mejor en las bajuras, soy más underground», asegura entre sonrisas. «En las bajuras siempre encuentras algo que la gente no quiere». Deshechos y hechos que ha ido recolectando sin pausa con herramientas tan escasamente sofisticadas como la cámara de su teléfono: «Antes, en el siglo pasado, salir a la calle con la idea de hacer fotos era toda una odisea: trípode, objetivos de todo tipo, carretes… Había que ir preparado técnica y físicamente. Ahora para los observadores y mirones, como yo, con un 'smartphone' vas cumpliendo tus propósitos. Algo impensable entonces».
Amigos en la agenda
Una colección de instantáneas y dibujos que ha llamado la atención de numerosas personalidades de la sociedad cultural: músicos, cineastas, literatos y hasta políticos han puesto textos a su propuesta visual. ¿Buena agenda? «Ya soy mayor, y mi agenda también. Conozco a mucha gente, son muchos años viajando y conociendo a todo tipo de tribus. Siempre que hago un libro/objeto colaborativo voy tirando de amistades sensibles con el proyecto, y este es ya el quinto». Así ha encontrado compañeros de viaje en creadores como Isabel Coixet, Kiko Veneno, El Niño de Elche, Luis García Montero o Eduardo Madina entre medio centenar de firmas. «Algunas fotos comencé ofreciéndolas, pero después pensé que era más interesante y creativo dejarlo libre, que cada uno/a escribiera lo que le diera la gana, luego yo elegía la imagen que más correlación tuviera, y si no encontraba ninguna, le daba a lápiz e inventaba alguna a propósito».
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Como dice Jesús Lens en el prólogo, este libro corresponde a «la filosofía del amor por el detalle, por el hallazgo y el descubrimiento a través de una mirada atenta a lo tantas veces invisible, a lo ignorado, a lo imprevisto, a lo sorprendente y a lo enigmático».
El fotógrafo Benito Román, que realizó un premiado trabajo sobre 'El Bombero Torero', cuando expuso sus instantáneas las colocó a dos metros de altura, para que el observador tuviera el punto de vista de los acondroplásicos retratados. Colin también será coherente con sus pretensiones: «Cuando estudiaba en la escuela de arte, un profesor me dijo: para saber si un dibujo o apunte está terminado, tienes que dejarlo caer al suelo, ahí veras perfectamente todos los fallos». Por lo visto es una medida perfecta. Dicho y hecho. La exposición, con 50 fotografías en formato 70×70 que estarán colocadas directamente en el suelo, se inaugura hoy 18 de julio a las 21.30 horas en el Paseo de la Iglesia, y contará con una sesión musical de Dj Tonner. Siempre la música a su lado, porque «es lo que más me gusta, soy un melómano y me lo voy a tener que mirar…».
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