«Se dirige con el corazón, no importa ser hombre o mujer»

–Nació en Linares, cuna de grandes compositores e intérpretes. Lo de la pasión por la música, ¿lo da la tierra?

–Parece que ya un tataratío mío fue director de la Banda Escuela de Linares. El gusto por la música está presente, pues, en mi familia desde hace generaciones. Y en mí ha tomado un nuevo rumbo,

–Usted atesora ya una importante trayectoria a ambos lados del Atlántico, compartiendo música con los más jóvenes. ¿Qué halla en sus rostros?

–Concretamente, en estas últimas semanas de trabajo con la OJA, lo que he encontrado es una grandísima dosis de talento. Además, una grandísima capacidad de entrega y de trabajo en los ensayos y en los dos conciertos que hemos ofrecido, tanto en el Gran Teatro de Córdoba como en el conjunto monumental de Itálica, en Sevilla. Tengo el corazón lleno de orgullo y felicidad, porque hay futuro para las orquestas profesionales de Andalucía, España y el mundo con unos jóvenes como los que integran esta orquesta.

–Su trabajo en Kentucky (EE UU), ¿hasta qué punto le ha sido útil en su formación?

–Mucho, ya que allí existe una filosofía de trabajo y de vida muy práctica, muy orientada a objetivos y resultados. Mi trabajo como Teaching Assistant y directora asistente de las orquestas y de la ópera me dio las 'horas de vuelo' necesarias para afrontar la carrera que ahora desarrollo en España. Me siento muy afortunada, porque mi estancia en EE UU mejoró mi formación académica tras mi paso por Sevilla y el Musikene.

–¿Cómo se lidia emocionalmente con el poder que otorga estar en el podio?

–Al margen de lo que se proyecta al exterior, lo que el público ve, para poder dirigir hay que tener un conocimiento de la partitura muy profundo. Esa capacidad solo la otorga un componente de compromiso emocional a la altura de la dimensión técnica. Los directores de orquesta nos debemos a nuestros colectivos, con los que debemos derrochar empatía y conexión para comunicar con ellos.

–¿Existe una forma de dirigir 'en femenino'?

–Pienso que no, solo hay una forma de dirigir, que es hacerlo con el corazón. Aparte de eso, sí que es cierto que tanto hombres como mujeres podemos llegar a tener visiones o dimensiones distintas de la música. Creo, sin embargo, que en el siglo XXI estamos preparados para romper con los estereotipos. Lo más importante es ser fiel al deseo del compositor y estar al servicio de la música. Y finalmente, cada uno dirige según su personalidad y su manera de ser, desde lo que nace de su mundo interior.

–¿Cómo es el programa que ofrecerá esta noche en el Palacio de Carlos V?

–Es maravilloso. Tiene como eje conductor el destino, que en Verdi aparece como fatalidad, como drama, pero que en Chaikoski se expresa de forma más romántica. El héroe se enfrenta a sus miedos para luchar contra ese futuro incierto, y celebrar la vida. En la 'Quinta' del compositor ruso, a esa pregunta sobre el destino de la vida se contesta con la felicidad. Sin embargo, en 'La Patética' se contesta con una despedida. Y luego, haremos un homenaje a la guitarra clásica española, que tiene su cuna en Andalucía. Y poder hacer una música tan importante como la de Rodrigo, dedicada a ese gentilhombre que fue mi ilustre paisano Andrés Segovia, y con una profesional de la guitarra como María Esther Guzmán, heredera directa de las enseñanzas de Segovia y de Rodrigo, es un auténtico lujo.

–¿Qué le parece la evolución que ha tenido el Festival Internacional de la Guitarra de Granada desde su creación?

–Me parece que, muy rápidamente, se ha convertido en el mejor del mundo en su género, por la calidad de sus intérpretes y sus programas. Además, me enorgullezco de con'ocer a su director, el guitarrista y gestor cultural Vicente Coves, desde hace años, ya que somos paisanos y compartimos estudios. Inaugurar este Festival hoy es un honor.