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Araceli, durante su actuación en la Plaza de las Pasiegas. PEPE MARÍN

Granada

La danza de las Pasiegas

Alumnos del Conservatorio Reina Sofía sorprende con un espectáculo a los pies de la Catedral de Granada, para celebar el Día Internacional de la Danza

Viernes, 28 de abril 2023, 14:08

Suena un tic y un tac lejano. Una señora abre el balcón, sobre la cuchillería de las Pasiegas, y asoma tímidamente la mitad de la ... cabeza. Otra familia, visiblemente inglesa, se queda con las tazas a medio camino, entre la mesa y la boca, sentados con el cuerpo totalmente torcido hacia el centro de la plaza. En las escaleras no queda ni una butaca libre: hay niños, adolescentes, jóvenes, mayores y ancianos; y hasta churros con chocolate. El tic y el tac se hace más fuerte. Cuatro chicas vestidas de negro con faldas de fuego clavan los pies en la tarima y dejan caer las caderas tic, a tac, tic, a tac. El sonido acompasado de los móviles desenfundando de bolsos y bolsillos rebota por los muros de la catedral. «Qué bonito. ¿Por qué bailan?», preguntan. «El sábado -responde una señora-, que es el Día Internacional de la Danza».

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Este viernes, medio centenar de alumnos del Conservatorio de Danza Reina Sofía, sorprendieron a Granada con un espectáculo arrebatador. Ocho piezas de baile español, contemporáneo y clásico. Treinta y cinco minutos de respiro en una mañana de luz esquiva y cielos pesados que necesitaba remover el aire. Antes de empezar, Patricia, Carmen y el resto de profesoras de la escuela saltaban entre sus estudiantes para repasar los pasos y, sobre todo, recordarles lo importante: «A disfrutar, disfrutar, disfrutar», les repetían.

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Eso hizo Araceli, que salió sola a la palestra para retar a la mismísima Catedral de Granada. Su mantón, negro azabache, acarició la fachada divina mientras su figura se reflejaba en la ristra de gafas de sol de la primera fila. «Estamos aquí para celebrar este día internacional con los alumnos del Reina Sofía, con los que llevamos muchos años colaborando», dijo Elena Cazorla, gerente del Festival de Música y Danza, cita que impulsa este encuentro en la calle. «Es importante sacar la danza a la calle y que se vea el trabajo tan intenso que lo jóvenes hacen día a día en el centro», apuntó Mar Andrés, vicedirectora del conservatorio, muy «orgullosa» de sus alumnos, todos de 4º, 5º y 6º de enseñanzas profesionales. «Hay piezas hechas por ello mismos y otras son coreografías creadas por sus profesores», añadió Andrés.

El grupo de danza contemporánea se adentra en el escenario como si fueran desconocidos en una estación de tren. Caminaban caóticos y sin rumbo hasta que, de repente, se reconocen. «Son extraños que se reconocen», explica una madre a su hija. «Como los enamorados», responde la niña, absorta e inspiradísima. La música de la pieza recuerda a alguna banda sonora de Clint Mansell para Darren Aronofsky, una de esas melodías que apremian las horas en busca de la fuente de la vida. ¿Cómo se titula?, le preguntan a Carmen Martínez, profesora del grupo sobre el escenario. «'Nunca el tiempo es perdido'», dice ella.

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Las muñecas y los tobillos ingrávidos pasan del flamenco al ballet, de las castañuelas sonrientes a cisnes de tela. Al terminar, 35 minutos después, el aplauso es sincero y compartido en la plaza. El café se quedó frío, los churros duros y el balcón abierto. Pero las manos y los pies van solos.

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