La dama pintora del XVII granadino en el Museo del Prado
La pinacoteca compró uno de los cuadros de Mariana de la Cueva en octubre de 2017. IDEAL ha dado con el paradero del otro en Granada, que lleva su firma
Domingo, 23 de mayo 2021, 01:01
El pasado 22 de marzo, el Museo del Prado presentó la exposición temporal que agrupa las obras adquiridas con el legado de la profesora Carmen ... Sánchez, benefactora de la pinacoteca. Entre las 15 piezas que lo integran, está una de la pintora accitana Mariana de la Cueva Benavides y Barradas (1623-1688). Concretamente, una 'versión' –no una copia, más adelante explicamos por qué– de un cuadro de El Greco, un 'San Francisco arrodillado en meditación'. Dicha obra, de 137 por 100 centímetros de tamaño, la adquirió la pinacoteca nacional en una subasta organizada por la casa Abalarte los días 3 y 4 de octubre de 2017. El precio oficial de la adquisición fue de menos de 1.900 euros, incluyendo IVA y comisiones, y el precio de salida en aquella subasta, 1.200.
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El Museo del Prado destacó en la nota publicada en torno a la colección que este 'San Francisco arrodillado en meditación' era la única obra conocida de la pintora nacida en Guadix y fallecida en Granada. Sin embargo, tanto Gómez Moreno en su 'Guía de Granada', publicada en 1892, como Gallego Burín, citan la existencia de un tríptico con un 'Cristo muerto', 'San Francisco de Asís' y 'San Francisco de Paula' que a primera vista, podrían atribuirse a la pintora accitana, tanto por la factura como por el periodo de su realización, y por algo que, según los expertos consultados por IDEAL, es simple pero palmario: no existe otro artista operativo en ese momento, ni ninguna otra obra firmada con ese nombre, al menos que sea conocida o aparezca en algún tratado a día de hoy.
En el caso de la obra de Gómez Moreno, en la página 317, al referirse al Hospital de la Caridad y Refugio, alude a «tres (obras) que representan el Señor muerto y los santos San Francisco de Asís y de Paula, firmadas por Cueva». La ficha del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico no aporta imagen del tríptico y lo sitúa erróneamente en el Monasterio de San Jerónimo, donde debió estar cuando la vio Gallego Burín. Sin embargo, donde lo ha hallado IDEAL es en la residencia de mayores El Refugio, heredera de la fundación original de finales del siglo XV. La parte central del tríptico se sitúa en uno de los pasillos que llevan a la capilla. En ella se aprecia claramente, aunque con dificultad por los barnices, la firma 'Cueva' en letra de molde, un recurso de firma perfectamente válido según comentan tanto la restauradora Lola Blanca como el experto y profesor José Antonio Díaz.
Faltaba la confirmación, siempre rodeada de cautelas, del Museo del Prado, con respecto a la posible autoría de la obra que se expone en El Refugio. Tras enviar IDEAL las imágenes tomadas de esta, una de las cuales ilustra el reportaje, a Javier Portús, jefe de Conservación de Pintura Española hasta 1800 dentro del organigrama de la pinacoteca nacional, este comentó, en primer lugar, que la autoría de la pintora granadina sobre la obra tiene poca discusión, por lo que estaríamos ante la confirmación de un segundo trabajo de la artista. «Como en el caso del cuadro adquirido por el Museo del Prado, esta es una copia, o más bien una versión, de un cuadro, en este caso, de José de Ribera, 'El Españoleto', de la cual no se conoce a ciencia cierta el original, aunque se sabe de varias copias más en España».
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Ello comienza a dibujar, según Portús, un retrato de la pintora. «Es muy interesante, en el caso del cuadro de El Greco, cómo se explicita esa naturaleza de versión, ya que la autora replica la composición, pero no tanto el estilo». En cuanto al título, el tema, según el experto, suele describirse como 'Lamentación ante Cristo muerto', porque no es exactamente una 'Piedad'. Con el título de 'Lamentación...', se permite la aparición de más personajes, como en el caso de este cuadro.
Otro de los enigmas que pone de manifiesto la existencia de este cuadro en Granada es dónde y cómo pudo ver Mariana de la Cueva el original. Sobre ello, el experto del Prado asegura que «de él existen varias copias y es probable que alguna llegara a Granada. No es infrecuente que quienes hacen versiones de los cuadros las hagan tomando copias como punto de partida». En el caso del cuadro de El Greco, hay una obra similar documentada en Granada a principios del siglo XX, propiedad de los jesuitas, pero a la que no se ha podido seguir el rastro más allá de la constatación de su existencia. En cualquier caso, comenta Portús, de este 'San Francisco', cuya existencia rubrica el hecho de que fue expuesto a principios del siglo pasado, hay casi una veintena de copias, entre las que llevan la firma del cretense, las salidas de su taller y las copias de esas versiones. «Resulta muy interesante el hallazgo de esta segunda obra, porque nos ayuda a hacer un perfil de la artista», afirma. En cuanto a su aprendizaje, Portús afirma que «siendo hija de su tiempo, es probable que tuviera algún maestro, aunque también es muy probable que tuviera mucho de autodidacta».
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Una vida de novela
En el Archivo Histórico Diocesano de Guadix, la investigadora y escritora Carmen Hernández ha reconstruido buena parte de la vida de Mariana de la Cueva. Su familia materna, los Barradas, construyó el actual Palacio de Peñaflor. El primer Barradas llegó a Guadix con los Reyes Católicos, y Mariana era sobrina biznieta de Lope de Figueroa, uno de los héroes de Lepanto. Fue bautizada el 24 de febrero de 1623, y allí vivió hasta 1639, depositada en el Convento de Santiago, es decir, que residía allí con su madre, pero no ejercía como monja. En aquel año, cuando contaba solo 16, se casó por poderes con Pedro Ostos de Zayas, caballero de la Orden de Calatrava, en la parroquia de San Pedro y San Pablo, de Granada. «Es probable que se formara como pintora en el marco de una vida cómoda, en que las damas aprendían habilidades artísticas como el dibujo o la música», asegura Carmen Hernández.
Hija de los señores de Cortes y Graena, heredó también el mayorazgo de su padre, Don Pedro de la Cueva. Su hermana Catalina fue monja profesa, ella sí, en el citado Convento de Santiago, siguiendo una tradición que vinculaba a las mujeres de la familia al cenobio, donde algunas de ellas ejercieron como abadesas. Debió ser, pues, durante su estancia en Granada cuando desarrolló su afición por la pintura. No se conocen las circunstancias en que realizó la obra adquirida por El Prado ni la que se le puede atribuir con mucha probabilidad y que se encuentra en El Refugio. Su pista, de hecho, se pierde documentalmente hasta el año 1688, cuando mantuvo un pleito bastante desagradable con Diego Pérez Merino, subdiácono, hijo de un administrador de los cortijos Sillar Baja y Monforte. Según el pleito, el eclesiástico había sisado carbón por lo que la pintora –Mariana Polonia de la Cueva y Benavides, según consta– pidió directamente la censura de excomunión del clérigo, la peor pena posible. En ese momento, la artista tiene 65 años, vive en Granada y es viuda. El mismo año, según el registro de la Parroquia de San Gil, muere en la capital el 16 de septiembre. Hernández afirma que Asenjo Sedano, en su 'Nobleza y heráldica de Guadix' cita a la familia, señalando a su abuelo como posible envenenador de su abuela. Una historia que, sin duda, abre las puertas a futuras investigaciones.
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