La cruz que no debió marcharse de Albondón
Patrimonio ·
El coleccionista Pérez de Rada dona al pueblo una cruz de plata que adquirió en una subasta en Madrid, que fue escondida durante la Guerra por una vecina y que perteneció a la parroquia de San Luis de esta localidadCorría el año 1936. España sufría uno de los episodios más trágicos de su Historia. Ningún pueblo, por pequeño que fuera, se libró de la ... lucha fratricida entre los defensores del gobierno de la República y los sublevados. Tampoco Albondón. Ahí, en ese municipio alpujarreño, dos mujeres, Emilia Lardón Rodríguez y Enriqueta Bonilla Puerta, se jugaron la vida entrando en la parroquia de San Luis para salvar algunos enseres de enorme valor antes de que el templo fuera pasto de las llamas. Accedieron a hurtadillas, cogieron una cruz de plata, dos tallas pequeñas de un Niño Resucitado y una Virgen Inmaculada y una banda de oro que vestía la imagen de San Luis. Las guardaron en sus casas hasta que terminó la Guerra Civil. Este domingo, ochenta y cinco años después, los nombres de las heroínas Emilia y Enriqueta fueron recordados con mucha emoción en Albondón.
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Aquella cruz que escondieron en sus domicilios, y de la que se perdió la pista años después por circunstancias que aún se desconocen –se especula con la posibilidad de que se vendiera para hacer arreglos en la iglesia–, retornó en una jornada inolvidable gracias a la generosidad de Íñigo Pérez de Rada, un coleccionista de arte que la adquirió en julio de 2019 por 1.800 euros en la casa de subastas Ansorena de Madrid. Desde que descubrió que aquel objeto provenía de Albondón, Íñigo tenía clarísimo que en cuanto fuera posible, la donaría al mismo lugar de donde nunca debió de salir. Y eso fue exactamente lo que ocurrió anteayer.
Después de la misa
Después de la misa de las doce, Íñigo Pérez de Rada, acompañado de su esposa Ana y su madre Covadonga, hacía entrega de esa hermosísima cruz de 67 centímetros de altura y seis kilogramos de peso, con marcas del platero granadino Martínez y contraste de Manuel López, que desde ya vuelve a pertenecer a Albondón. Como testigos actuaron el albondonero más longevo, Francisco Estévez, de 96 años, a la sazón nieto de mismísima Enriqueta Bonilla, maestro de Albondón y responsable durante muchos años de la caja de ahorros, y Antonio del Castillo y Lourdes del Castillo, miembros de la junta económica de la parroquia de San Luis, de Albondón. Un acto entrañable al que siguió otro no menos emocionante. Una copa de vino donde los setecientos habitantes de Albondón tuvieron la oportunidad de charlar distendidamente con Íñigo Pérez de Rada y donde no faltaron las lágrimas, las risas y los recuerdos.
«Desde que compré la cruz en la subasta y vi la inscripción, tenía claro que tenía que devolverla a Albondón»
Íñigo Pérez de Rada, Donante de la cruz
Alejando Pablo Anguis, Párroco de San Luis
Íñigo Pérez de Rada mostró su «enorme satisfacción por la demostración de afecto y cariño de Albondón». «Cada obra de arte –señaló– testimonia el devenir histórico;no es la simple acumulación de objetos, sino que su significado nos remonta a tiempos pretéritos», señaló Pérez de Rada en referencia a la trascendencia de esta cruz. «En cuanto llegó a mis manos y leí la inscripción trasera, tenía muy claro que aunque el título de propiedad fuera mío, a quien realmente pertenecía era a Albondón», asegura. Pérez de Rada no olvidará jamás momentos vividos este domingo. Como ese repique de campanas que «representa la alegría de los vecinos». «Me llevo un montón de amigos», confesó emocionado.
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«Mi intención inicial era dejarlo escrito en mi testamento, pero es muchísimo mejor que sea ahora porque así Albondón la recupera antes y porque yo he podido disfrutar de este momento tan bonito estando vivo», bromeó Pérez de Rada, quien destacó el valor artístico de una pieza de finales de siglo XVIII, cuyas formas evidencian la transición entre el Neoclasicismo y el Barroco.
El párroco de San Luis, Alejandro Pablo Anguis, comentó que fue «un día maravilloso». «Fue un regalo no solo por el gesto, la importancia y la belleza de esta cruz, sino por todos los sentimientos que afloraron». «Esta cruz –señaló– representa la historia tres veces centenaria de esta parroquia, ya que llevaba entre nosotros desde 1779 y nuestros orígenes se remontan a 1709».
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