El polifacético cantante y compositor granadino Néstor Melguizo. Jaime Walfish

«Creo firmemente en lo que hago por cómo lo vivo»

El músico Nestior acaba de sacar el disco 'Reversible' en el que toca todos los instrumentos y todas las pistas de la grabación

Juan Jesús García

Granada

Viernes, 5 de febrero 2021, 01:16

Nestior es Néstor Melguizo, miembro que fuera de La Contra del Bando y luego de Sonido Vegetal, los Kings of Gitano Fusion Punk, conocidos como ... Los 7 de Dúrcal. Con la marca colectiva en stand by, Nestior se ha recorrido medio mundo, desde Sudamérica a Canadá, para volver con muchas ganas.

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Personaje polifacético e imparable, toca todos los instrumentos y todas las pistas de la grabación del disco que acaba de sacar: 'Reversible'; como antes de un cassette USB que bautizó como 'Vida moderna'. También tiene otro cedé ya en la recámara, y es que como tarden mucho en volver los conciertos y se entretenga, va a agotar el vinilo del planeta.

–¿Ha dejado de ser vegetariano?

–Amo la 'yerba', soy un rumiante nato… Pero qué tal pasar al segundo plato, algo como unos calamaritos a la plancha. El pescado tiene mucho fósforo y Omega 3, dicen. Y bueno, agárrate cuando llegue el postre, porque ya lo tengo decidido. Aunque todavía faltan unos añitos. No sé si me entiendes, o más bien, no sé si me explico.

– Pero para hacérselo todo solo…

–Yo me lo guiso yo me lo como. Me encanta cocinar. Piensa que como el punto que le da uno a las cosas no se lo da nadie. Además, ahora con lo de los virus malignos, mejor quedarse en casita y tirar de imaginación.

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– Se nota que le gusta la cocina, el laboratorio, el estudio, y jugar…

–Y qué quieres que haga si los escenarios están prácticamente desmontados y la gente consumiendo megas a 'cascoporro'. Hay tres cosas en la vida que me pierden: Subirme a un escenario, encerrarme en un estudio rodeado de instrumentos y cacharros electrónicos que emitan ruidos, y una tapilla de aceitunas rellenas de pimientos rojos.

– En directo ya sí habrá compañía, imagino.

–Últimamente, también me gusta cenar solo. Con esto de las medidas y las distancias para qué correr riesgos. Ya vendrán tiempos mejores. Y bueno, hablando de música, en un momento dado: qué fantásticos tiempos aquellos donde los músicos se subían a un escenario y había gente que acudía. Espero que también salga alguna vacuna contra el miedo y la ignorancia, porque si no, mi niña se va a perder una gran clase de humanidades al más puro estilo andaluz: guitarra, palmas y taconeo.

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–Rubén Blades exige que para ser rumbero hay que «haber llorado y haber reído, haber vivido y haber soñado y ser del barrio los pulmones»… ¿cumple los items?

–También amar a la esquina y amar a la gente… Y es que a Blades le faltó puntualizar que sin arte no hay rumba, y como dice Carlos Cano: a la rumba hay que echarle azúcar de caña, limón y aguacate, papaya y canela, guayaba y tomate con agüita fresca. Qué maravilla… Como siga la cosa así voy a tener que montar mi propio restaurante.

–De la bullanga gypsy de antes se me ha convertido en un artesano de dance electrónica latina… con su puntillo de flamencotrap y todo… ¡una buena metamorfosis!

–Si es que me han dejado solo en la cocina y mira la que he liado. Tenía ganas ya de encerrarme y dar rienda suelta sin prejuicios ni moldes. En realidad el niño que hay dentro sigue siendo el mismo, pero sí que me gusta mucho cambiar de disfraz antes de que acabe la fiesta.

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Tengo ganas de bailar, de gritar a los micros, de darle volumen a la música, de hacer un poco lo que me plazca siempre que la vida me lo permita. Pues más o menos como venía haciendo con Sonido Vegetal. Algo que me planteaba en estos cambios era si realmente estaba siendo fiel a mis principios. Por un momento pensé que la farándula ya había terminado, pero retomé mi libreta donde enmarco todos estos principios, uno por uno, para no perderme entre el barullo de las ideas, y me di cuenta que lo más profundo y espiritual que podía hacer por la vida era vivirla en primera persona y en presente. Creo firmemente en lo que hago no por lo que hago si no por cómo lo vivo.

– Desde el Granada de Agustín Lara y el Vuelvo a Granada de Miguel Ríos a su Malafollá ¿hay un mundo?

– Sí, bueno… qué más da como lo digas. Granada ya sabemos lo que significa: son nuestros abuelos, nuestros pueblos, la multiculturalidad, el arte, los bares, las calles, las plazas, la Vega, el flamenco… infinidad de sensaciones que te llevan al enamoramiento de esta ciudad. La verdad, me considero un tipo con suerte de haber nacido aquí. Amo mi tierra. Y es que tiene un 'yo que sé', que quita el sentío.

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–¿Esa fue la sensación de añoranza viajando por el mundo?

–Sólo hay que salir un ratito fuera para verlo aún más claro o tener perspectiva.

– ¿Qué se trajo de Colombia o USA?

–Recuperé la chispa. Me recuperé a mí mismo. Sí que planifiqué una huida en toda regla y al final lo que sucedió fue un maravilloso reencuentro con mi tierra. Estoy muy contento de haber podido viajar, perderme por el mundo y tocar las profundidades más oscuras de un Nestior que no conocía.

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