El cómic de Granada cumple 50 años

José Tito Rojo es uno de esos protagonistas, que hace mucho tiempo mudó su rumbo, pero que esta tarde, a partir de las 19.00 horas, en el canal Zoom del Ateneo de Granada (ID 665 785 8476, código 370763), va a hacer memoria acompañado por Álvaro Salvador, en la conferencia 'Granada dibujada hace 50 años: rara memoria de raros tebeos', enmarcada dentro del ciclo 'La Granada dibujada: los cómics desde 1950'.

«Granada exportó a grandes dibujantes como López Rubio o López Sancho, que no tuvieron cabida aquí pero sí en otras publicaciones de mayor calado», recuerda Tito. Quedaron en Granada otros artistas como Miranda, quien más allá de las tiras cómicas con mensaje pegado al terreno fue capaz de desarrollar pequeñas historias de índole costumbrista, reflejo del genuino carácter granadino. También hubo tiempo para reflejar arquetipos como 'Candelito er gitano', quien compartía páginas en el periódico con tiras seriadas americanas de segunda fila y realizaciones de autores como Víctor Mora –padre de 'El capitán Trueno'– firmadas con seudónimo.

La primera gran obra de aquellos aficionados fue '81 viñetas para Federico García Lorca', creada con ocasión del primer 'Cinco a las cinco', que tuvo lugar, con la intrahistoria ya conocida por todos, el 5 de junio de 1976. «En el acto que tuvo lugar por la mañana en el Hospital Real, distribuimos aquel cómic, bastante irregular, pero que constituyó una parte imborrable de aquel homenaje. Para mí, siempre quedará el recuerdo de la cadena humana que formamos entre la imprenta universitaria, que estaba en uno de los patios del Hospital Real, y el lugar donde se celebraba el homenaje, para hacer llegar los ejemplares recién impresos a los asistentes».

Fueron 3.000 los ejemplares que se tiraron de aquella, hoy, codiciada obra. En aquella cadena humana de distribución urgente estuvieron Blas de Otero y Lola Gaos. «Los autores respondíamos al nombre críptico de 'Un equipo andaluz de tebeos (f. d.)' en parte porque era un esfuerzo conjunto y en parte para burlar a la censura, aún presente», asegura José Tito. A partir de ahí, los integrantes del grupo, entre los que estaban el propio Tito y Fernando Guijarro, quien había organizado en 1974 una conferencia en torno a la industria del cómic que supuso el punto de encuentro de muchos comiqueros granadinos.

A espaldas de este grupo toma cuerpo un género, el del cómic que podríamos denominar 'colaborativo', de tirada muy limitada y carácter finalista, creado de forma conjunta por miembros de colectivos como asociaciones de vecinos y viñetistas para reivindicar y señalar situaciones carenciales de carácter educativo (falta de colegios en el Zaidín)o social (la alta tasa de paro que asolaba ya entonces al Polígono de Cartuja).

El gran salto cualitativo se produce con la llegada de 'la granada de papel' (sic), curioso título que juega al equívoco desde la cabecera y que denuncia la especulación inmobiliaria que crecía paralela a la desigualdad. Personajes como 'Don José Especulador, de profesión constructor' retratan una ciudad de la que aún permanece el funesto recuerdo. De esta publicación se llegaron a hacer una docena de números, y constituyó el puente hacia una nueva generación de autores en los que ya empezaban a brillar Enrique Bonet, Sergio García y un jovencísimo Juanjo Guarnido.

«El cómic granadino tuvo una base literaria más clara que la que tenían sus coetéaneos de otras ciudades», asegura José Tito. Bebe en las fuentes de autores como Umberto Eco, quien en 'Apocalípticos e integrados' construye las bases de los mitos modernos, y Hugo Pratt, autor de 'Corto maltés', así como en publicaciones italianas como la revista Linus, donde firmaban Guido Crepax y otros autores europeos de primer nivel, o el grupo de cineastas Medvedkine. En aquel grupo estaban desde el fotógrafo Juan Ferreras –autor de una fotonovela formalmente vitriólica–, Rubén Garrido, Carlos Hernández Arcos, Julián Garrido...

Desde el punto de vista formal, aquel cómic era audaz, y mezclaba dibujos esquemáticos con otros más elaborados. Aquellas primeras publicaciones fueron la plataforma para que aquellos jóvenes autores que participaron en la emblemática exposición 'Historietistas e ilustradores granadinos' y también para cabeceras posteriores, como Jarabe de Palo, Qué Mal te Veo, Ale-Hop o Nova, que marcaron las siguientes décadas del noveno arte en Granada.