El cazador de aviones de Granada

Ramón Martín es un 'spotter'. No, no es ningún insulto. Es el palabro inglés con el que se denomina a los fotógrafos especializados en capturar aeronaves en el suelo, pero sobre todo en vuelo. Cuando se aproximan o se alejan de las instalaciones aeroportuarias y pasan a una altura lo suficientemente baja para ser congelados con la nitidez y la maestría que lo hace Ramón. «Me conozco el perímetro del García Lorca como la palma de mi mano», comenta Ramón Martín. Posiciones estratégicas para 'apretar el gatillo' en las mejores condiciones lumínicas posibles. «El modelo de avión y el encuadre son importantes, pero la clave es la luz», subraya. «Sé donde tengo que ponerme en cada momento del día». Subido a una banqueta para sortear la valla o incluso, si es preciso, apostado en el techo de su Fiat Panda. Lo importante es estar ahí. En el lugar adecuado en el momento preciso. Como dijo Galileo.

La afición de Ramón Martín por el 'spotter' viene desde el mismo día en que lo jubilaron en 2014. Diez años en los que suma más de 2.000 instantáneas de aeroplanos.La inmensa mayoría en España, pero también en Francia, Italia, Portugal y Suiza.

Ahí, en Suiza, donde se desplazó por carretera en su Fiat Panda –más de cuatro mil kilómetros entre la ida y la vuelta–, tomó la que el mismo considera su imagen más espectacular. Un F18 sobrevolando los Alpes mientras lanzaba contramedidas –bengalas que sueltan los cazas para despistar el seguimiento de calor de los misiles y no ser alcanzados–. «Fue hace un año por estas fechas», explica mientras enseña su 'presa' –todo un espectáculo, por cierto–. «Nos trasladaron desde la base de Meiringen en un helicóptero Súper Puma del ejército suizo hasta Tschingel, donde hay una torre ideal para seguir las exhibiciones». Allí sucedió todo. El F18 hizo una pasada a pocos metros, con el pico hacia arriba y enseñando la panza. El disparo perfecto.

«En España nos lo ponen muy difícil, los cercados están muy altos y en las infraestructuras militares siempre nos están llamando la atención pese a estar, lógicamente, fuera de los recintos y no suponer ningún peligro para la aviación», asegura Ramón Martín. En otros países, como Suiza, todo es más sencillo. A pesar de ello, Ramón no duda en montarse en su Fiat Panda e ir donde haga falta. Y lo hace, además, acreditado por revistas como Aircomment o BSA (Best Short Aircraft). Su fiabilidad es máxima;su profesionalidad también.

Lo que hace Ramón no es ninguna rareza ni ninguna 'frikada'. Hay miles y miles de aficionados a esta disciplina fotográfica en toda España. Se mueven en clubes y asociaciones donde manejan información de todos los eventos aéreos que pueden dar juego. Siempre respetando la legislación y las reglas del juego. Ramón disfrutó de lo lindo durante la cumbre europea de Granada. También, recientemente, en Torrejón y Cuatro Vientos, con motivo del desfile del Día de la Hispanidad en Madrid. «Pillamos de todo, F5, F18, Harriers, A 330, A 310, el Falcon... aunque lo más alucinante fue un Eurofighter que pasó a menos de cincuenta metros de nosotros; el efecto de las turbulencias fue tal que arrastró incluso algunas de nuestras mochilas», recuerda.

A pesar del escaso tráfico, el Federico GarcíaLorca Granada-Jaén es uno de sus grandes referentes. «Veo la aplicación y si hay algo interesante, tardo diez minutos desde casa». «Las aerolíneas comerciales, que operan normalmente con Airbus 320 y Boeing 737, no son ninguna novedad para nosotros, pero en Granada hay bastante trasiego de privados y medicalizados que sí son interesantes», afirma. No son las piezas más apreciadas, pero tienen valor para un 'spotter'.

Lo más de lo más, además de los cazabombarderos en acción, son los aparatos con librea. Es decir, customizados por algún motivo especial. «Los conmemorativos están muy cotizados y también otros con motivos singulares como el de los Pitufos de Bruselas Airlines, el de la inscripción 'Amor en el mundo' de Vueling o el gigantesco de tres plantas de Emirates». Todos están en el porfolio de Ramón Martín.

«La fotografía y la familia son mi ilusión y mi vida», confiesa el bueno de Ramón mientras que, cámara en ristre, aguarda a que aterrice el próximo avión.