Un momento del recital de María Esther Guzmán, anoche en la Casa de los Pisa. ALFREDO AGUILAR

La casa del 'Santo de los Pobres' se abre a la maestría de María Esther Guzmán

En un recital dedicado a la memoria de la periodista Angelita Barrios, la artista sevillana ofreció un amplio repertorio, que incluyó de Ponce a Ennio Morricone

Miércoles, 2 de agosto 2023, 00:10

María Esther Guzmán, sevillana de nacimiento, puso anoche el patio del Archivo Museo de San Juan de Dios, el lugar donde expiró el 'Santo de ... los Pobres', a sus pies, a base de sensibilidad y talento. A nuestro pequeño acervo musical pertenece algún concierto que Guzmán 'salvó', como Juan Ciudad salvó a tantos menesterosos de morir en la calle. Y anoche, a pesar del calor que, inmisericorde, machaca a los instrumentos de cuerda, ofreció un inspiradísimo recital, vestida con un elegante vestido verde oscuro con encaje, brillos y transparencias.

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La historia de María Esther Guzmán es la de una niña prodigio, mal que le pese, pero con final feliz en este caso. No es un juguete roto, es una mujer que ha crecido con un don en las manos y ha sabido aprovecharlo a la perfección. No se equivocó aquel jurado que, presidido por Joaquín Rodrigo, la premió en TVE siendo apenas una niña. Como tampoco se equivocó la viuda de Regino Sáinz de la Maza, entrañable amigo de Federico García Lorca, cuando le regaló la guitarra de Santos Hernández con la que su marido estrenó el 'Concierto de Aranjuez', también de Rodrigo. La que tocó anoche, del maestro Arcángel Fernández, es 'nieta' de la de Regino, ya que Fernández es discípulo de Marcelo Barbero, quien a su vez fue pupilo de Hernández. Tres grandes nombres de la guitarra unidos por las manos de Guzmán.

Recuerdo

Y claro, con estos mimbres, muy mal se tenía que dar para que no saliera un gran cesto. Las manos de la solista no dudaron en tejerlo. Comenzó con un homenaje directísimo a Angelita, tocando dos piezas de su padre: 'Pregón de las flores' y 'Guajira', muestras de la profunda imbricación en el ser granadino del maestro, heredero de una tradición compositiva conectada directamente con ese gran amigo de su padre 'El Polinario', Manuel de Falla. Tras ese sentido homenaje, muy aplaudido por el público, llegaron otras dos piezas muy distintas. Precisamente, de Regino Sáinz de la Maza: 'Rondeña' y 'Zapateado'. Ambas inciden en ese concertismo, esa capacidad evocadora y a la vez renovadora de que hizo gala el autor, deudora en gran medida de los modos de pulsar la cuerda heredados del Barroco: a veces contundentes, a veces delicados, siempre exigentes para el instrumentista. De ambas piezas, Guzmán salió airosa.

Continuó el recital, con el calor subiendo por momentos y ella bromeando con dicha circunstancia –le ofrecieron pañuelos para secarse, y agua– con la 'Sonata III' del mexicano Manuel María Ponce, uno de los representantes del nacionalismo musical latinoamericano. Sus tres movimientos, 'Allegro moderato', 'Chanson' y 'Allegro ma non troppo', fueron ejecutados como se requería. El primero, con esa indicación de tempo tan recurrente en el autor, midiendo con pulcritud que la prisa no la alcanzara. La 'chanson', introspectiva y lenta, contrastando con el primero y con el tercero, muy exigente, con esa estructura de rondó que repite el tema, festivo por otra parte.

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La segunda parte del recital fue un paseo desde las imágenes: primero, las 'Impresiones levantinas' de Oscar Esplá; luego, 'Otoño en Cazorla', de Delgado Llopart, presente en el recital y que la introdujo, para regocijo de los presentes. Y finalmente, 'Eterna saudade', ese 'echar de menos' las calles donde Reis, su autor, fue feliz. Y tras 'El Misachico' y 'Variaciones camperas' de Anido, una excelente guinda final, la transcripción para guitarra de la 'Suite' de 'La Misión', de Ennio Morricone.

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