Uno para todos y todos para Béznar
La fiesta de los Mosqueteros ·
Los vecinos de Béznar llevan pasándose el mosquete de padres a hijos desde hace casi 450 años. El primer sábado de septiembre celebran, con flores y disparos, una de las mayores gestas que protagonizó el puebloPrimer sábado de septiembre. Seis de la mañana. En Béznar siempre se duerme bien, con sabanita y ese silencio natural que corre por el Valle ... de Lecrín con... ¡PUM! Una tremenda descarga retumba en la calle. ¡PUM! Los vecinos, legañosos, cómplices y sonrientes, se asoman a la calle para ver a sus mosqueteros, con el tradicional uniforme rojo y el carismático gorro de flores. ¡PUM! Tras el último disparo, la banda de música toca la diana y el pueblo se da por avisado. Es día de fiesta. Una fiesta que se repite desde hace casi 450 años, cuando el pueblo protagonizó una hazaña largamente recordada...
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1566. Poco antes del levantamiento de las Alpujarras, un grupo de moriscos atacó Béznar, secuestró a María Trinidad, hija de un conocido agricultor, y robó las hostias consagradas del sagrario parroquial. Los vecinos se concentraron en la plaza de San Antón y pidieron justicia. El alférez Martín Alonso de Frías organizó una hermandad que, armada con mosquetes y arcabuces, partió en busca de los asaltantes. Los encontraron. Los vencieron. Y rescataron a María Trinidad, que llevó de vuelta en sus propias manos las hostias robadas. Cuando la hazaña llegó a los oídos de Don Juan de Austria, concedió a los mosqueteros el privilegio de que cada año pudieran desfilar por las calles de Béznar, entre disparos de arcabuces, en memoria de aquellos valerosos hechos. Desde entonces, los mosquetes pasan de padres a hijos en una tradición que hoy se atesora como Bien de Interés Cultural.
Los mosquetazos de la mañana terminan a las ocho. A partir de ahí comienza la recogida: el cabo parará en la primera casa que se encuentre donde viva uno de los mosqueteros del municipio, disparará y acto seguido los dos continuarán casa por casa, hasta reunir a toda la hermandad. Luego, pasarán revista en la plaza de San Antón, donde se congrega todo el pueblo. Y, más tarde, todos juntos visitarán una a una las casas de los mayordomos, esto es, las casas de los vecinos que colaboran con las fiestas del municipio. Allí, frente a sus puertas, dispararán en su honor.
En la misa, la hermandad de mosqueteros escoltan las hostias consagradas y, al terminar la liturgia, desfilan por las calles de Béznar con la imagen de San Antón a hombros y una enorme bandera bailando a un lado y otro. Al llegar a la plaza de la ermita, donde está instalado el monumento al mosquetero, se realiza la ofrenda floral, la banda toca la Marcha Real y los mosqueteros permanecen en formación, regios y orgullosos, como sus padres y sus abuelos hicieron antes.
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