La sonoridad del lugar fue casi la idónea, con los instrumentistas muy cerca del público. Yolanda Girón

El barroco como punto final

Las violas de gamba cerraron la quinta edición del Festival de Música Antigua de Granada

andrés molinari

Lunes, 31 de mayo 2021, 00:07

Un consort de violas de gamba cerró anoche el Festival de Música Antigua en la Basílica de San Juan de Dios. Concordancia perfecta entre la ... época evocada mediante la música de cuerda y la decoración rococó que ideó el padre Ortega para este enorme y rico catafalco, ataujerado alrededor de los restos mortales del padre de los pobres. Obras en su mayoría para trío de violas, a veces un dúo y al final un cuarteto, pero siempre ese sonido lánguido y sobrio que produce un instrumento de antaño, pero siempre renovado.

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Y nombrar la palabra renovación, en la viola de gamba, es hablar de José Vázquez, el maestro cubano indiscutible, el mayor coleccionista de estos instrumentos y su incansable difusor a través de conciertos por todo el mundo. A él y a su recuerdo estuvo dedicado este recital de clausura de un festival variopinto que ha luchado y vencido a los elementos. Sobre los atriles obras escritas en Italia, Francia, Inglaterra… todas con un son muy similar, todas convictas de melancolía y confesas de introspección.

La sonoridad del lugar fue casi la idónea, con los instrumentistas muy cerca del público de las primeras filas y su sonido tan cercano que casi se podía paladear. Más atrás siempre quedaba la vista de tan impresionante templo. Entre los músicos una complicidad envidiable que se notó en la perfecta conjunción de sones y la diminuta variedad de matices, haciendo que la enorme igualdad a sí mismas de todas las piezas no rayase cerca del aburrimiento ni del hartazgo.

Elegancia también en la forma de tañer, con el grueso instrumento apresado con delicadeza entre las piernas, de ahí su nombre, y el arco agarrado por abajo con la sutileza con la que se arranca una flor, transverberando con el dedo corazón su espacio entre la madera acastañada y la crin blanca, para dejarlo que pasee sobre las seis o las siete cuerdas, que de ambos tipos de violas de gamba hubo cara al público.

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Toda la tradición europea de aquellas pelucas empolvadas y talles apretados, llegada hasta nosotros en alas de la música, en una noche con apariencia de lujo versallesco en la decoración basilical, pero empapada de sencillez en la ejecución musical y de cariñosa añoranza del maestro ausente.

Noche para los adioses: recuerdo al gran violagambista cubano que ayer estuvo aún vivo en nuestro recuerdo. Y un hasta siempre a la cita musical que dirige Aziz y que ya florece con denuedo en Granada, dejando tras de sí una estela de encanto y calidez similar a nuestro adiós a este veraniego mes de mayo.

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