Ver fotos
El Auditorio Falla se abre a los ritmos del mundo ante 2.200 niños
En la jornada del jueves, colegios de Granada y Almería se acercaron a disfrutar del progama 'Ritmos'
JOSÉ ANTONIO MUÑOZ
GRANADA
Jueves, 31 de enero 2019, 20:04
Enseñar cultura no es tarea fácil. Inculcarla a una generación que vive encajada en cinco o seis pulgadas, es más complicado aún. Por ello, transformar ... los fingidos gritos histéricos que saludaron el 'fuera luces' en el inicio del concierto didáctico de ayer en un largo aplauso al final, fue una excelente noticia.
Publicidad
Más de 2.200 niños pasaron en la mañana de ayer por el patio de butacas del Falla en el segundo concierto didáctico del ciclo de la OCG, patrocinado por Fundación Unicaja. La propuesta, que se repite este viernes y se reproducirá también en el concierto familiar del próximo domingo, fue el programa titulado 'Ritmo', y con tal denominación, lo lógico es que la percusión tuviera un papel preponderante en el programa. Durante una hora, los percusionistas Jaume Esteve y Noelia Arco compartieron con Zen del Sur –Carlos López y Noemí Pareja–, los jóvenes percusionistas Pedro Berbel e Irene Rodríguez, músicas amparadas por el denominador común del único golpe que sólo golpea el corazón, el producido por una baqueta, una mano sobre un bongó o un teclado, o las mazas de la marimba.
Precisamente, a golpe de marimba se inició el concierto, para luego entrar en ritmos más contundentes. África fue la primera parada del periplo, con piezas como el enérgico 'Akadinda', con el que se abrió el recital. Siguió una pieza llamada 'Ritmo', y el 'Atia de menye' de Ghana, que los chicos –algunos– habían preparado con sus profesores en el colegio, por lo que pudieron dar la réplica a los músicos, formando un dinámico e improvisado coro.
De un extremo a otro
De Australia sonó la 'Omphalo Centric Lecture' de Westlake, para dar un salto a Brasil con su 'Batucada &Cadê', y luego a América del Norte, y de ahí a Asia, para llegar a esa Europa de la que forman parte España y su flamenco, y también el coro de hip-hop con el que finalizó todo. El público hizo suyo el planteamiento desde el minuto uno, y el sonido no cesó.
Sobre el suelo, a la derecha, descansó durante la primera media hora, esperando el momento de ponerse en pie, un aro metálico gigante. En el momento justo, bajo hipnóticos ritmos de xilófono, y entre exclamaciones contenidas de asombro, el aro fue uno con el bailarín Carlos López. Giraba y giraba con el rostro pegado a tierra, rompiendo esos límites entre lo posible y lo soñado. La música fluyó alrededor en la intensidad justa, dejando el protagonismo justo al aro y su ocupante. Al final, siguió el ritmo del objeto en su caída. Gritos de entusiasmo y bravos.
Publicidad
A renglón seguido, la percusión de la vida. El martillo sobre el yunque. Y la expectación del 'a ver qué viene ahora'. Y lo que vino fue una boleadora, acompañada de cajones flamencos, y de nuevo, la marimba. La bailarina danza sobre la tarima mientras el vuelo de las manos es acompañado en bandada por el del resto de instrumentistas. Y aparece el flamenco, claro, la más rítmica de las artes patrias. Seducción, miradas, desplantes, con la misma fuerza que el instrumento golpeado, y que acaba en palmas.
A la salida, se impuso hablar con los jóvenes coprotagonistas. Rafael del Barrio, del Instituto Acci de Guadix, quedó encantado con el concierto, y particularmente con las evoluciones del bailarín, lo mismo que Juan de Dios García, su compañero. Venían bien preparados desde el instituto por sus profesores. Desde un poquito más lejos, desde el IES Manuel de Góngora de Tabernas (Almería) y con un viaje de dos horas a sus espaldas, llegaron Lucía González y Lucía Plaza, quienes se fueron encantadas tanto por la amenidad y ritmo que escondían las piezas de percusión o el flamenco, como por las coreografías.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión