Isidro Toro, director del Museo Arqueológico, y Belén Ruiz, restauradora, junto al pedestal de la estatua que Publio Cornelio Anulino debió tener en el foro de Ilíberis. ALFREDO AGUILAR

Anulino, el granadino más poderoso de la historia

La mano derecha del emperador Septimio Severo. Vástago de una familia de comerciantes enriquecidos, llegó a lo más alto del 'cursus honorum' romano

Lunes, 28 de diciembre 2020, 00:48

El Museo Arqueológico de Granada es, y será mucho más cuando esté abierto por completo, el gran baúl donde se guardan testimonios casi secretos de ... los granadinos que hicieron historia. De esos que usaron los enseres que pueblan sus vitrinas, y que poblaron aquellos poblados prehistóricos, la Florentia Iliberritana romana o la Garnata musulmana. La mayoría pasaron sin dejar huella en los libros. Pero otros sí que la dejaron. Y cómo. Tal es el caso de Publio Cornelio Anulino, a quien podemos denominar sin temor a equivocarnos como el granadino más poderoso de la historia, con permiso de Natalio Rivas, el de 'Natalico, colócanos a tós'.

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En uno de los pasillos del Museo, se halla una inscripción honoraria de 80x50x50 centímetros. Su número de inventario es el 219. Tras ella, se esconde, a grandes rasgos, la historia de nuestro personaje. Reza así: «A Publio Cornelio Anulino, hijo de Publio, de la tribu Galeria, iliberritano, prefecto de la ciudad, cónsul, procónsul de la provincia de África, pretor, tribuno de la plebe, cuestor, legado de la provincia Narbonense, procónsul de la provincia Bética, legado de la Legio VII Gemina, Pía y Felix, legado de Augusto, propretor de la provincia de (Raetia), encargado de la custodia del cauce y de las márgenes del Tíber...». La lápida fue recuperada en 1754, durante las excavaciones practicadas bajo el actual Carmen de la Concepción, en la Alcazaba, en la que se descubrieron parte de los restos del foro. Al parecer, estaba sobre el enlosado de la plaza pública.

Es difícil superar el 'cursus honorum' (la carrera política) del iliberritano. Y lo que no dice esa inscripción que tanto cuesta leer es lo más importante: Anulino fue la mano derecha de Septimio Severo, uno de los últimos grandes emperadores. El investigador José Soto destaca que hubo varios granadinos que llegaron a altos niveles de responsabilidad dentro de la administración romana, pero fue él, con diferencia, quien más poder tuvo. «Le defino como el segundo hombre en Roma y el último en Granada, desgraciadamente, porque en su época, la de Septimio Severo, ahora tan popular por las novelas de Santiago Posteguillo –quien le obvia, por cierto–, gobernaba efectivamente el Imperio por delegación de su amigo de juventud, el emperador». El cargo de prefecto de Roma equivalía a ejercer el poder imperial cuando Septimio se ausentaba.

Detalle del arco de triunfo de Septimio Severo, erigido por Anulino

Nacido en Ilíberis, una ciudad pequeña de no más de 5.000 habitantes, de una familia que había llegado al municipio generaciones atrás, Anulino creció en un entorno económico próspero: «Aquí había oro, se criaban caballos muy apreciados por el ejército, y la agricultura era muy productiva». Cornelios, Valerios y Papirios eran las tres grandes familias de esa Ilíberis que llegaron a tener poder más allá incluso de la Bética, provincia en que se asentaba. La formación que recibió nuestro protagonista fue mixta:civil y militar. Las artes le debieron ser enseñadas por profesores que tenían categoría de poco menos que esclavos, como era usual, pero que le dotaron de una gran amplitud de conocimientos.

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Con esta base, tal y como afirma José Soto, «lo que aupó al granadino a la cúspide del poder imperial fue que todos los encargos que se le encomendaron los desempeñó con brillantez, desde cuando, siendo un jovencito, era el encargado de que el río Tíber estuviera en buen estado, hasta ponerse al mando de legiones –cada una de ellas constaba de 10.000 hombres–, hasta gobernador en Hispania, en Retia (la actual Suiza), y en la provincia africana que hoy correspondería a Túnez».

Desde Marco Aurelio

Anulino cimentó su poder ya en época de Marco Aurelio, quien le encarga expulsar a unos 'mauri' que habían entrado en Hispania y estaban saqueando los municipios del sur de la Bética, derrotándoles en las proximidades de la actual Antequera. Luego, acompañaría al emperador en las guerras danubianas, con lo que «podemos decir que el personaje que luego interpretara Russell Crowe en 'Gladiator' está directamente inspirado en su figura, excluyendo una caída en desgracia que no se produjo en su caso», comenta Soto.

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«El hispano que es el protagonista de 'Gladiator' está inspirado en la figura de Anulino»

jOSÉ sOTO | INVESTIGADOR

En ese ascenso hacia el poder es cuando se encuentra con el joven africano llamado Septimio. El destino de ambos estará irremisiblemente unido. Septimio se levantó para tomar el poder y su hombre de confianza en la rebelión fue Anulino. «Ambos consiguieron recuperar la ciudad tras una epidemia terrible, la peste de Marco Aurelio, que probablemente supuso la llegada de la viruela a Europa, y devolverle el brillo a la cabeza del mundo conocido». Fue el granadino quien construyó el arco de triunfo de Septimio, donde aparecía representado a su derecha, aunque hoy, por desgracia, las estatuas que coronaban el monumento han desaparecido.

Anulino nunca olvidó a su patria chica. Asus expensas se construyó el foro, y la lápida que se conserva en el Museo Arqueológico pudo ser el pie de una estatua que perpetuara su recuerdo. Su hijo, homónimo, tuvo una carrera también importante, llegando a ser cónsul. Durante dos generaciones, los Anulino ocuparon la cúspide del poder en Roma junto a los Severos. «Solo Córdoba fue capaz de generar hispanos tan influyentes como Ilíberis, siendo un municipio más pequeño. Grandes ciudades como Emérita Augusta o Híspalis no consiguieron tal honor. Esto es muy llamativo», asegura Soto. Así, miembros de la familia Valeria fueron cónsules en años como 91, 112, 160 o 200, y de los Papirios, en 132 y 184.

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«Anulino es un personaje clave en el momento de mayor esplendor del municipio de Ilíberis, en el siglo II»

mARGARITA ORFILA | PROFESORA

La profesora jubilada de la UGR, Margarita Orfila, autora de 'Florentina Iliberritana', volumen en torno a la Granada romana, recuerda la importancia de los granadinos en el comercio del aceite que se incluía en los 'kits de subsistencia' que repartía la Annona, u oficina contra el hambre de la capital del imperio. De hecho, granadinos fueron los responsables de que ese aceite llegara de los productores a Roma y de que Roma pagara a esos productores, creando una entidad fiduciaria que se puede considerar antecedente de los actuales bancos. La Ilíberis de Anulino fue, así, un municipio relativamente pequeño, pero influyente. «Las estructuras educativas imitaban las romanas, y permitieron que los pudientes pudieran ilustrarse y progresar». La condición de municipio la tuvo, según estimaciones de Orfila, entre los tiempos de César y Augusto, justo antes del cambio de era. «Lo más importante no era la ciudad en sí, sino las prósperas tierras de alrededor. Ilíberis era una potencia agrícola», asegura. Además, añade la condición de productores de alfarería de calidad. «En Cartuja se ha hallado un gran alfar de la época, con una alta capacidad de fabricación», acota. «No solo se producían enseres para la casa, sino materiales de construcción de arcilla cocida». Publio Cornelio Anulino representa, a juicio de Orfila, un personaje granadino clave en el momento de más alto esplendor de Ilíberis. La Granada de hoy valoraría mucho contar con alguien como él.

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