Antonio da comida a uno de los machos de pavo real que mora en el Carmen de los Mártires. JORGE PASTOR

Treinta años de pavos reales en el Carmen de los Mártires

Fauna ·

«Son inteligentes y territoriales», asegura Antonio Manzazo, que acude dos veces por semana con comida para estas singulares aves, uno de los reclamos del Carmen

Jorge Pastor

Granada

Miércoles, 21 de octubre 2020, 01:05

Son las diez y media de la mañana de un viernes cualquiera de septiembre. El Carmen de los Mártires lleva ya media hora abierto. Los ... primeros visitantes lo recorren. Junto a la puerta del palacete, en uno de los poyetes, está sentado Antonio Manzano con un polo de color turquesa, pantalones claros y gorra. El bueno de Antonio saca un paquete de bollitos de un bolso de mano. Lo abre y desmenuza lo que hay en el interior. En pocos segundos, dos de los pavos reales que viven en el Carmen de los Mártires se aproximan raudos. La hora del desayuno. «Éstos deben de tener unos dos años», estima Antonio, que conoce a la perfección el comportamiento de los tres ejemplares de esta especie que moran en el Carmen y que fue introducida en este espacio tan emblemático para los granadinos hace más de treinta años. Desde entonces no han parado de reproducirse.

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«Éstos deben de corresponder a la huevada del año 2018; hubo más de cinco correteando durante un tiempo por aquí, pero yo ahora sólo veo estos tres», comenta Antonio mientras que una de estas aves gallináceas se acerca lentamente, coge un trozito de dulce y sale corriendo a toda velocidad para evitar que su compañero de fatigas le arrebate el suculento bocado que lleva en el pico.

Los colores de los machos son espectaculares. JORGE PASTOR

«Son inteligentes y muy territoriales; los que hay abajo nunca se juntan con los de arriba, y los de arriba no quieren cuentas con los de abajo», refiere Antonio, un mecánico de coches y aviación jubilado hace una década –suma setenta y cinco losas bien llevadas–. «Vengo aquí desde los quince años, cuando aún no tenía novia», recuerda. Ahora lo hace un par de veces por semana para seguir alimentando a los animalicos y respirar aire fresco y un poco de tranquilidad. Conoce el Carmen de los Mártires como la palma de su hermano. También su historia. «Aquí hubo incluso unos ciervos donados por el rey Alfonso XIII y doña Victoria Eugenia en 1904 como muestra de gratitud por el tiempo que residieron en esta finca», comenta Antonio mientras le sigue dando migajas a uno de los pavos.

Lo normal es que bichos se puedan ver deambulando por las paratas del Jardín Francés cercanas al palacete, aunque también suelen frecuentar el patio nazarí y la propia explanada, donde desarrollan sus espectaculares cortejos que forman parte de los atractivos turísticos de este conjunto histórico monumental. También pasean por las inmediaciones del lago romántico e incluso bajan al huerto monacal, ahora cultivado.

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Otra de las personas que más sabe sobre el Carmen de los Mártires y su fauna es la jefa de sección de Jardines del Ayuntamiento de Granada, Adolfina Muñoz. «El origen de los pavos reales en el Carmen –dice Adolfina– se remonta a la restauración de los jardines en la segunda mitad de los años ochenta, con la adquisición de la propiedad por parte del Consistorio, y probablemente en recuerdo de sus antiguos habitantes alados del corral». Cuenta la tradición popular que este lugar fue conocido como el Carmen de los Gallos en 1884, cuando pasó de titularidad del general carlista Carlos Calderón, en el que se inspiró Valle Inclán para el personaje del Marqués de Badromín, al ingeniero de minas belga Hubers Meersmans. Los 'quiquiriquíes' se escuchaban en el Realejo.

Dos mujeres observan de cerca a uno de los pavos reales macho que hay en el Carmen. JORGE PASTOR

Se dice, según relata Adolfina Muñoz, que el millonario y coleccionista Meersmans compraba a excelente precio todos los gallos existentes porque tenía afición a comer las crestas crudas con un tenedor cuajado de esmeraldas sentado en una silla de oro macizo. A Hubers Meersmans se refería el propio Federico García Lorca en su divertida e irónica 'Historia de este gallo'. «Los jardines de los Mártires estaban llenos de gallos. Eran un paraíso terrenal de Brueghel donde resaltaba la única gloria de estas aves cantarinas», escribió Lorca. «Por los cedros, cipreses y rosales asomaban alas de bronce, alas negras, alas empavonadas, vivos puños de bastón o cabezas de pipa».

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Fauna ornamental

El pavo real común (Pavo cristatus) es un ave galliforme de la familia de los fasiánicos (Phasianidae). Es ampliamente conocido como fauna ornamental de parques de todo el mundo debido al precioso abanico policromado de la cola de los machos, cuyo aspecto es realmente impresionante, con una librea de péñolas brillantes de color azul cobalto iridiscente que le recubre la cabeza, el cuello y la zona pectoral. Aunque lo que más llama la atención es su cola formada por unas ciento cincuenta plumas que pueden llegar a medir hasta dos metros cada una y que abren a distintos niveles. Un 'abanico' que usan como reclamo sexual. El macho retrocede lentamente en dirección a su posible compañera para mostrar con un giro la esplendorosa corona que agita delante de ella.

Estallido de color. JORGE PASTOR

Acompaña el 'display' luciendo en su cabeza un curioso copete plumífero con las puntas azul verdoso. Por el contrario, con un dimorfismo sexual muy marcado, las hembras son más pequeñas y presentan una coloración críptica, parda con la zona ventral marcadamente blanca, si bien en el cuello tiene unas salpicaduras también verde azuladas metalizadas.

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En su hábitat natural en el sur de Asia –proviene de India, Pakistán y Sri Lanka–, el Pavo cristatus es un habitante del bosque tropical tanto húmedo como seco, en compañía de tigres y leopardos. Fundamentalmente de hábitos terrestres, sólo sube a los árboles al atardecer para pasar la noche y protegerse de los depredadores. Tiene una amplia gama de vocalizaciones. La más característica es un graznido de gran potencia que por momentos recuerda al aullido de un gato y que puede escucharse a largas distancias, como adaptación original a su ambiente forestal nativo.

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