Imagen del Zaidín Rock de 2025. JJG

43 años de Zaidín tampoco son nada

Arranca la fiesta grande de la música en Granada

Juan Jesús García

Jueves, 11 de septiembre 2025

Cuarenta y tres años contemplan los conciertos del Zaidín, desde que al añorado Isidro Olgoso se le ocurrió fundar el que ahora mismo es el ... festival gratuito más longevo de este país. El antiguamente conocido como 'Promorock', destinado a ofrecer a los grupos noveles (ahora 'emergentes') la posibilidad de usar un escenario grande, ha sido el primer concierto de 'los' festivales del Zaidín (porque son tres, y en su momento hubo hasta seis).

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La particularidad de esta edición ha sido la coincidencia temporal de las dos grandes citas multitudinarias (50.000 personas por programa) de la ciudad. Al parecer no había espacio en el calendario para que los festivales del Zaidín y el Granada Sound se repartieran días, y ambos sucederán este mismo fin de semana, lo que perjudica, sobre todo, al público que podría haber asistido a ambos y ha tenido que elegir. Las cosas de Graná.

Nunca antes ha habido un arranque del Zaidín tan fornido. Mügre, con diéresis para diferenciarse de los varios grupos homónimos que hay (y ha habido) por ahí, es una poderosa banda de rapcore con caras conocidas y pegada de K.O. en el primer asalto. Si bien a esas horas tan tempranas en el recito festivalero no abunda mucha fauna que asustar, porque los de Veneno Manuel y Koyote, que afortunadamente no se pueden bajar del escenario, dan miedo. Sus rimados rugidos guturales a caballo de espesos ritmos de los que dislocan las cervicales necesitarían el aviso previo de «¡atención, grupo peligroso!», que lo es. Para 'Señor de la noche' invitaron a Ihmaele de la Torre a compartir micro entre una lluvia de billetes falsos de 1 'mugredolar' de curso ilegal. Son viejos zorros que se las saben todas y confirman haber «nacido para molestar»; no dejan títere con cabeza a la que disparar riffs plomizos, ritmos grasientos y reptantes, y rabia vital escupida sin pelos en la lengua con cierta dosis de tetralidad. Justo todo lo contrario de lo habitual en el Zaidín 1 de aperitivo, nada de entrantes ligeros para ir haciendo cuerpo: ¡plato fuerte y con duro hueso para roer!

Zaidín Rock de 2025. Ideal

Acaso para compensar, el cartel inaugural propuso a continuación la fusión morocha más estival y el buen rollito de los gemelos Juan e Ignacio García. Tanto monta y viceversa, porque además de iguales a la vista lo son también al oído. Cuando ellos cantan que hay «muchísimas risas en los festivales», saben de lo que hablan, puesto que (baladas algo ñoñas aparte) son la alegría de la huerta y animan cualquier escenario donde los pongas. Ya aseguraban con intenciones budistas que «con poquitas cosas se pude ser feliz», aunque lo practican a medias, porque llevaron un buen elenco de músicos multitodo por detrás (los metales ¡eran palmeros también!), que hicieron que su concierto sea una fiesta absoluta y con valores tan humanos, cercanos, positivos y necesarios como los que promueve El Niño del Albayzín. Con ellos, el 'tubo' situado entre el Palacio de Deportes y el campo de fútbol subió de temperatura humana hasta el casi lleno, y si hay que bajarse para el cuerpo a cuerpo se baja uno.

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Rock nacionalista andaluz resucitado

Si hay dos nombres a priori imposibles de encajar, también geográficamente, serían los progresivos cántabros Estanques y el garrapatero mayor de Jerez. Pero al doblar por la mitad el mapa todo coincide, y si los norteños (versión corregida y aumentada de sus paisanos Bloque) son amigos de hacer triple mortales en cualquier piscina (quedó claro con su jugosa conexión con Anni B, Sweet), ningún encuentro parece posible. Ni éste. Y además con unos estupendos resultados. En capítulos anteriores del Zaidín el Canijo entró al escenario montado en una moto Feber, y esta vez lo hace ¡saliendo de un ataúd! Afortunada resurrección que lleva a unos por el camino del Rock nacionalista andaluz de los años setenta, el Cañoroto, la clásica (¡Y los Chichos!), y al otro lo redimensiona con una cúpula psicodélica espectacular de suculentos arreglos imposible antes. Marcos levantó aplausos pidiendo una «Palestina libre» antes de entrar en faena, con todo el próximo disco 'Lágrimas de plomo fundido' por delante para soltar del tirón (hasta los bises). Algo que pudiera ser arriesgado, pero que en este caso resulta muy natural puesto que todo lo escuchado está ya generacionalmente impreso en los genes de este Sur. Un concierto trepidante que a Jesús de la Rosa le hubiera encantado.

Donde la música es cultura

El final de esta primera entrega del Zaidín lo puso Muerdo. Pascual Cantero es también carne de bullicio festivalero. Este cantautor 'hibrido' dice que muerde, pero su bocado es gustoso, rumbero y no hace daño. Muerdo es nieto lejano de Manu Chao y su espíritu global, e hijo ilegítimo de Amparanoia por su cubanía militante. Más que de Murcia parece un sonero de Santiago de Cuba (por momentos recuerda Carlos Varela), es un hombre de sabias reflexiones: «lo importante no es lo que cantas, sino por qué lo cantas», y que no olvida de dónde viene: «la primera vez que estuve en Granada fe en La Tertulia, un lugar donde la música es cultura». «Granada es un ejemplo de la tierra de las tres culturas», dijo antes de tener palabras para los palestinos pidiendo para ellos «libertad y justicia y dignidad». Acto seguido sobre un ritmo andino ('Lejos de la ciudad') y otro abolerado ('Sinverguenza'), encarara un final más timbero, rompecuerpos y gastasuelas. Un punto y aparte sandunguero hasta la sesión sabatina.

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