El cinco a las diez. Porque no solo de Sánchez Mejías vive la memoria de Lorca. Eran las 10 de la noche, del 5 de ... junio en el que nació Federico, y una nueva obra sobre su figura cobró vida en el Corral del Carbón. Esta vez con texto de José Moreno y dirección de Miguel Cegarra. Un acierto del Patronato de la Alhambra, al abrir sus ámbitos nazaríes también para el teatro de aficionados granadinos, que para los grandes Festivales ya presta lo más señero de su colina.
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Con 'Federico, en carne viva' asistimos a una función muy bien interpretada por José Carlos Pérez, que se le da un aire al de Fuentevaqueros, y por Ana Ibáñez, con su peinado años treinta y su taconeo jacarandoso. Se creen su papel y casi nos lo hacen creer a nosotros, tratando de esquivar la sobreactuación del final, entre lloriqueos y proclamas éticas a grito pelado impropias de una obra casi onírica.
El poeta narrado pregona su nuevo teatro imposible, sin embargo su diálogo no puede ser más benaventino. El malquerido. Nos gusta verlo enamorado, no como Shakespeare en aquella película. Y al crítico se le ocurre que mejor que Bernarda podía aparecer, de entre los sueños, la novia de Níjar, porque el poeta asaeteado por Eros necesita más ternura que reproches. Así discurre la función: débil de trama escénica y reiterativa en algunos temas como para que el público se entere más que se interne.
La escenografía propende al símbolo lorquiano, desde la luna explícita hasta el pozo, alcancía de ocultaciones y de esa tapa de alcantarilla que puede quedar oscura para algún distraído. Buster Keaton llega en bicicleta, buscando a su autor, espejismo Pirandeliano y poco más.
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El resultado va parejo con el riesgo, este de poner palabras hilvanadas en boca del que atesoró las más bellas. Ni para la cumbre de lo insuperable ni para olvidarla en la troje de lo infumable. Una más, para engrosar el enorme rimero de cosas que se escriben, peroran, cantan, pintan y exponen sobre Lorca, a veces rozando la pringue del manoseo y no pocas causando el hartazgo por decir siempre lo mismo. Volverá otro cinco de junio, y otro más, porque eso tiene la inmoralidad. Y nuevas osadías remacharán al que fusilaron. Mientras el público aplaude en el Corral y todos esperamos un Lorca que deje de estar tan acorralado.
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